Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – A finales del Siglo XX, la familia Amador comenzó su reinado en Catacamas, el municipio olanchano más grande de Honduras con una extensión de 7,264 km cuadrados, un espacio que los clanes del narcotráfico han sabido aprovechar a cabalidad.
– Cuantiosos bienes les han sido incautados en Honduras en varias operaciones del Ministerio Público.
– En Olancho, el tráfico de cocaína se instaló sobre las viejas rutas del trasiego ilegal de maderas preciosas y coníferas.
Esta familia, aunque no es la única ligada a la narco actividad en esta región del oriente del país, es una de las más renombradas y temidas en el departamento y sus aliados estratégicos les mantienen vigentes y protegidos. Son otro muestra de como el narcotráfico penetró en la institucionalidad.
El clan ha sido liderado por Aguinaldo y sus tres hijos: Nora Consuelo, Moisés Aguinaldo y Alan Edgardo Amador Godoy.
Su expansión comenzó en la Colonia Agrícola, una comunidad a unos 10 minutos de Catacamas, donde comenzaron comprando las tierras de los alrededores de su propiedad y llegaron hasta las entrañas de las montañas de la zona: las reservas protegidas de Patuca y Tawahka, hasta asegurar sus dominios y establecer corredores especiales y protegidos para sus negocios.
La ciudad de Catacamas, ha sido catalogada por la prensa internacional como “El nuevo kilómetro cero del narcotráfico y la muerte en Honduras«.
La zona de influencia de los Amador se extiende desde Catacamas hasta las trochas y caminos que conectan con las pistas clandestinas a la que llegan aeronaves cargadas de cocaína procedentes de Suramérica, cuyo aterrizaje tuvo su auge en 2008, de acuerdo a informes oficiales de los operadores de justicia. Las rutas siguen activas bajo otras modalidades de transporte.
La revista de investigación InSight Crime refiere que un investigador que participó en operaciones antinarcotráfico en el norte hondureño desde finales de la década pasada hasta mediados de esta, asegura que el clan utilizó las mismas rutas fluviales y terrestres en las que sacaban la madera ilegal del bosque para, además, mover cargamentos de cocaína que aterrizaban en pistas clandestinas.
“Las rutas llegan hasta Nicaragua; han movido madera y droga por los ríos y los caminos de la montaña”, dijo a InSight Crime el investigador, quien habló bajo condición de anonimato por seguridad.
Desde el trasiego de madera
La explotación ilegal de la madera fue el negocio con el que se formó el clan Amador y según las investigaciones en torno al asesinato del ambientalista, Carlos Luna, en 1998, éstos estarían involucrados.
Uno de los hombres que disparó al ambientalista, el 18 de mayo de 1998, Ítalo Iván Lemus, un sicario que según un exfiscal hondureño que habló con InSight Crime bajo condición de anonimato por su seguridad personal, también ha sido empleado de la familia Amador.
Al igual que la ruta por tierra y por los ríos olanchanos, el aeródromo El Aguacate, ubicado a unos 15 minutos de Catacamas, ha sido clave en el abastecimiento de cocaína en la ruta olanchana.
Para mantener su control del territorio, de acuerdo a reportes periodísticos, el clan echó mano de influencia política, de sicarios y de decenas de subcontratistas de la zona que les ayudaron a mover toneladas de droga desde Olancho hasta La Ceiba y San Pedro Sula, en el norte, y Santa Rosa de Copán en el occidente.
Este dominio también desató un pleito de tierras, que según una denuncia anónima a un medio de televisión, inició “desde 2012 desde que comenzaron su poderío en todo Catacamas, Juticalpa y todo Olancho”.
Algunos de los empleados de la familia más temida de Catacamas, formaron, a su vez, pequeños grupos criminales que fueron reclamando más poder conforme los grandes líderes iban cayendo presos o asesinados, reza en sus informes el medio especializado en temas de criminalidad organizada.
Golpes a los Amador
En octubre de 2016, y bajo la Operación Olimpo, los Amador sufrieron uno de los mayores golpes.
La Fiscalía hondureña informó en ese entonces que desde 2002, la Dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, recibió denuncias que referían la existencia de una organización dedicada al tráfico ilícito de drogas y que como producto de la misma adquirió diversos bienes inmuebles ubicados en zonas estratégicas del departamento de Olancho.
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Así, la Operación Olimpo llevó a agentes del orden público a las entrañas olanchanas, donde desmantelaron una pista clandestina, decomisaron 2,000 pies tablares de maderas oscuras y allanaron y posteriormente aseguraron 45 propiedades. La mayoría de los bienes eran de los Amador.
En la casa de Hilda Godoy, esposa de Aguinaldo Amador, el cabecilla de la banda del clan, la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico (DLCN) incautó al menos 950 mil lempiras y 22,700 dólares.
En el operativo también se capturó a empleados de la familia Amador Godoy, ya que se les encontró en posesión de armas prohibidas.
En el Rancho Las Camilas se encontraron dos fusiles 22, un fusil calibre 23, dos revólveres, mil 183 proyectiles y hasta un tapir.
Aunque este fue un golpe fuerte, el clan ya había sido golpeado un año antes cuando la Policía había capturado a Moisés Aguinaldo Amador Godoy, durante un operativo de rutina, mientras se conducía a una de sus haciendas y al ser requerido le descubrieron armas de uso prohibido en el interior del automóvil en el que iba.
En ese momento el detenido ofreció una suma millonaria de lempiras para que lo dejaran ir, pero la reacción policial fue contraria a su petición y horas después fue trasladado en un helicóptero de las Fuerzas Armadas de Honduras hasta un batallón de la capital.
Moisés fue liberado posteriormente, pero esta captura habría desatado una cadena de venganzas entre la familia y otros grupos criminales de Olancho, a quienes los Amador culparon de ser informantes de la Policía y el Ejército de Honduras.
Finalmente en 2017, un juez dictó sobreseimiento definitivo a favor de Hilda Godoy Cruz.
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Mientras que hace un par de años, específicamente en octubre de 2021, Moisés Aguinaldo nuevamente fue capturado. Los demás miembros del clan abandonaron la propiedad de la Colonia Agrícola, donde tenían su sede principal.
El resurgir
A pesar de esos golpes y luego de permanecer en el anonimato por varios años, la inteligencia del Ministerio Público cree que los Amador siguen estando entre los dos grupos de narcotráfico más importantes del país en la actualidad.
El otro grupo es la banda conocida como Los Piningos, liderada por políticos y sicarios en Gracias a Dios, el departamento ubicado en el extremo nororiental de Honduras que es cruce de caminos donde se juntan las rutas de narcotráfico que llegan del Atlántico y la selvática frontera nicaragüense y salen por Olancho, territorio de los Amador.
Los informes de prensa señalan que el control del clan se fue afianzando en los últimos años, tanto que según las autoridades hondureñas, Fredis Reynaldo Amador, alias Chele (o blanco), heredero de los fundadores del clan, es hoy uno de los narcotraficantes más importantes de Honduras, según Infobae.
Este es quien dirige ahora las operaciones y los ajustes de cuentas que, según las primeras investigaciones tras el asesinato de Harby Vargas, alias Tungo, quien sería un operador del narcotráfico local en el oriente hondureño.
El hombre fue encontrado calcinado junto a otra persona en su vehículo, cinco meses después de que anunciaron su deportación. Los atacantes abrieron fuego y luego quemaron el vehículo. Horas después, un grupo de pobladores de la zona, conocida como El Naranjal, al sur de Catacamas, encontraron el carro y los dos cadáveres.
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En los últimos años, las plantaciones de coca son más visibles en el departamento de Olancho, que desbancó a Colón en ese tipo de siembras ilícitas y actualmente esa extensión de los cultivos hace que Honduras reciba en nada honroso título de país industrial de coca. Igualmente, la construcción de la denominada “narcocarretera” es otro de los bastiones que se atribuyen a las operaciones de grupos criminales de la zona. La propia autoridad y personeros del gobierno han aceptado que deben solicitar permiso para poder transitar por esa vía clandestina que conecta a Olancho con Gracias a Dios. PD