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Pobreza, abusos y violación de derechos se ciernen sobre la niñez hondureña

Tegucigalpa (Especial Proceso Digital /Por Lilian Bonilla) – En Honduras se conmemora el “Día del Niño” este 10 de septiembre, y aunque debería ser una fiesta verdadera no solo porque los pequeños se lo merecen o por ser las generaciones del futuro, la realidad es otra en vista que el contexto actual empaña el acontecimiento por un nubarrón de dificultades que aquejan a la niñez y la adolescencia en el país.

– Cada día miles de niños ven violentados sus derechos, por ejemplo, son víctimas de violencia, abandono, abuso sexual infantil y explotación laboral.

– Entre los principales retos para superar los problemas de la niñez está la inversión y mejoramiento de la educación y la salud.

– Los expertos también destacan que debe haber equilibrio entre la otorgación de derechos y deberes, para que no falte la disciplina.

Es bastante complicado presentar una radiografía de los problemas que agobian a la niñez, porque son muchos, pero lo cierto es que la mayoría de estos tiene como raíz los altos porcentajes de pobreza y pobreza extrema que tiene Honduras.

El Instituto Nacional de Estadísticas (INE), de Honduras emitió en julio de 2022 un comunicado, en el marco del Día Mundial de la Población, en el que se indicó que el 73 % de la población del país es pobre y que un 53 % vive en situación de pobreza extrema. Según INE, esto indica que al menos siete de cada 10 hondureños viven en pobreza y cinco de cada 10 viven en miseria.

Según datos del Banco Mundial la pandemia de la COVID-19, junto con dos huracanes de categoría 4 Eta e Iota en 2020, provocó una fuerte caída del PIB de 9 %, mientras que los ingresos y el empleo también cayeron, con unas 400 mil personas que perdieron su trabajo durante ese año.

En ese sentido, el BM sostiene que Honduras sigue siendo uno de los países más pobres y desiguales del hemisferio occidental. Antes de los dos impactos de 2020, el 25.2 % de la población hondureña vivía en la pobreza extrema y casi la mitad (4.4 millones de personas) vivía en la pobreza, según las líneas de pobreza oficiales.

Los resultados de la Encuesta Permanente de Hogares de Propósitos Múltiples (EPHPM) octubre 2021, estima que la población entre 5 a 17 años es de 2 millones 298 mil 410 niños y niñas, y por sexo representan el 50.9 % niños y 49.1 % niñas, población que también caen en estas líneas de pobreza.

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Las niñas y niños son víctimas frecuentes de los abusadores adultos.

Víctimas silenciosas

Sin duda alguna la alegría de un día con piñatas y dulces que algunos logran disfrutar el Día del Niño, no borra ni en lo mínimo los múltiples problemas que enfrenta la población infantil, debido a que el Estado como garante tiene una deuda histórica y profunda en cuanto políticas públicas que garanticen los derechos de los niños, ya que hay leyes y muchas, pero ponerlas en práctica no  ha ocurrido en la realidad.

De modo que, la niñez y la adolescencia en el país son víctimas de múltiples problemas, entre estos los más visibles, violación a derechos fundamentales como la educación y la salud.

Asimismo, los niños sufren de abuso sexual, trabajo infantil o explotación laboral, abandono familiar y social, desplazamiento forzado, drogas, trata, violencia y criminalidad entre otros.

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En abandono

Miles de niños de Honduras viven en abandono, unos en condición de calle completamente desamparados, otros que son víctimas de la paternidad irresponsable; otro motivo de abandono de la niñez es la migración de los padres, y otros porque sencillamente los tutores o encargados no les prestan atención.

Según estimaciones de la Coordinadora de Instituciones Privadas Pro los niños, niñas, adolescentes, jóvenes y sus derechos (Coiproden), hay al menos 15 mil menores en condición de calle en Honduras.

De igual forma, en el país prevalecen los niños abandonados principalmente por sus padres porque en el país prevalece la paternidad irresponsable.

El reverendo Mario Fumero, director de Proyecto Victoria, recordó en entrevista con Proceso Digital, que las estadísticas demuestran que entre un 45 a un 70 % de los niños que nacen en el país son hijos de madres solteras, y debido a la paternidad irresponsable se rompe el equilibrio del hogar.

El reverendo Mario Fumero.

 Y otra realidad palpable en Honduras, es que desde hace varios años los padres tienen que migrar a Estados Unidos u otros países en busca de una mejor vida, y dejan a sus hijos al cuidado de parientes cercanos, lo que ocasiona a los niños y jóvenes serios problemas psíquicos y de disciplina al sentirse abandonados.

Según datos estadísticos del Centro de Atención para Niñez y Familias Migrantes, actualizado al 7 de septiembre de 2022, se han atendido 12 mil 581 niños; de estos casos 12 mil 282 han sido retornados y 299 impedimentos de salida. De estos casos un 44 % corresponde a niñas y un 56 % a niños.

Para el reverendo Fumero, la desintegración de la familia está pasando una factura muy grande a la sociedad, y las estadísticas claramente indican cómo la situación de deterioro en la niñez y la juventud avanza cada día.

Pormenorizó que, en la experiencia del Proyecto Victoria, en la década de los 80 el promedio de pacientes que ingresaban, eran mayores de 18 años, en la década de los  90 aparecieron casos de 16 años y ya a partir de 2000 ha ido descendiendo el nivel de los problemas de droga y alcoholismo hasta los 9 años de edad.

“Es decir, hemos visto una evolución en cuanto a qué siendo aún un preadolescente entre la edad de los 9 y los 12 años ya empiezan a consumir algún tipo de droga, principalmente la marihuana, ya cuando llegan a los 14 años automáticamente caen en drogas más potentes”, lamentó.

En cuanto al enrolamiento de menores en maras y pandillas, expuso que la edad en que más caen en esas redes, es entre los 10 a los 15 años de edad, porque en esas edades se convierten en la mano activa de muchas acciones delictivas, que si las hacen mayores de 18 años, le pueden caer muchos años más de cárcel.

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Violaciones a los derechos de los niños van en cadena

Las cifras de abuso de menores son escalofriante y crece sin control por parte de las autoridades.

Abuso sexual

Una de las peores formas de violación a los derechos de los niños se da en el abuso sexual, en el país según defensores de derechos humanos las cifras existentes pueden ser “escalofriantes”, y esto que las mismas no reflejan la realidad, porque no hay registros confiables, además de la poca denuncia.

Un informe denominado -Índice de impunidad y respuesta institucional ante el abuso sexual infantil en Honduras- de la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), indica que para 2020, había 105 mil 973 niñas y 61 mil 418 niños, que sufrieron violencia sexual antes de los 18 años, lo que significa un incremento anual promedio de un 25 %.

La investigación destaca que el grupo etario, en que se presentó el porcentaje de abuso sexual infantil más alto fue de los 13 años o menores. Con el dato global de denuncias por abuso sexual infantil registradas en el Ministerio Público y Policía Nacional, se establece que la tasa de denuncias por ASI promedio de 2016-2020 es de 51.75 por cada cien mil habitantes (niñas y niños).

Producto del abuso sexual se dan muchos embarazos en niñas que se convierten en madres de otros niños.

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Explotación laboral

Si bien es cierto la legislación hondureña permite el trabajo infantil autorizado por los padres y supervisado por el Estado en labores que no representen ningún peligro, ni abandono escolar, en el país el trabajo infantil alcanza niveles de abuso y explotación laboral.

Y las cifras que ya eran alarmantes antes de la pandemia por COVID-19, durante los años de coronavirus se incrementaron aproximadamente en un 30 %.

Honduras tenía “unos 400 mil niños trabajando antes de la pandemia, una cifra que se elevó a un estimado de casi un millón en los dos últimos años”, dijo a Proceso Digital, el director del proyecto Futuros Brillantes, de la organización humanitaria Visión Mundial, Jorge Valladares.

Muchos niños son obligados a trabajar.

El entrevistado recordó que se habla de trabajo infantil cuando se refiere a personas menores de 18 años que se ven obligados a trabajar en un sector peligroso, que interrumpe la escuela y pone en riesgo la salud física y emocional.

Esto es típico en Honduras, en varios sectores particularmente en trabajo oculto y modalidades informales donde los niños realizan trabajo donde exponen su salud física, por el uso de herramientas peligrosas o sustancias químicas toxicas, asimismo se exponen a abusos sexuales y emocionales, trata de personas y explotación laboral.

La violación a los derechos de los niños son una cadena sin fin y “el telón de fondo de nuestro país es pobreza, pero le acompañen a este la deficiencia de los servicios educativos y de salud”, lo que redunda en que a los niños se les están violentando derechos fundamentales como el de Salud, Educación y derecho a una familia entre otros, dijo Valladares.

La otra cara… los deberes de los niños y adolescentes

La falta de disciplina en la familia está pasando una factura muy alta a criterio del reverendo Mario Fumero, porque los derechos deben estar equiparados con deberes.

“Mi opinión es que desde que se emitió la Ley de la Familia y La Protección de La Niñez, indirectamente tratando de hacer un bien se cometió el error de desarmar a los padres para aplicar disciplina debido a que algunos padres abusaron de ella”.

Amor y disciplina deben ir de la mano

– El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Más él que lo ama, desde temprano lo corrige-. Proverbios 13.24

A criterio del reverendo, el amor y la disciplina deben ir de la mano, pero en los últimos tiempos se ha perdido la disciplina, por una parte, las leyes son muy proteccionistas y han dejado desarmados a los padres para corregir a sus hijos; por otra parte, los progenitores también se han vuelto permisivos y no prestan la debida atención a los hijos.

Ahora hasta se ven casos en que los hijos maltratan a los padres y a temprana edad se van de la casa con malas compañías y si los padres los obligan a regresar o les castigan hasta pueden ser acusados de maltrato.

En las últimas décadas ha habido un deterioro moral en cuanto al funcionamiento de la estructura familiar y se va complicando en la medida en que a este fenómeno se añaden otras ideologías que van creando una liberalidad sexual y de toda índole tan extrema, que conduce a los menores a malos caminos, y como no hay un padre que imponga disciplina y una madre que represente la ternura se tienen resultados graves, resintió.

En ese sentido, concluye que los organismos de prevención pueden hacer poco si no hay disciplina desde el hogar, por lo que las leyes deben ser menos proteccionistas y equiparar los derechos con los deberes, cerró.

La maestra y orientadora jubilada Thelma Martínez, dijo a Proceso Digital, que hoy día la disciplina de los padres “no es ni la sombra de lo que era antes”, y los maestros tampoco pueden corregir por temor a ser acusados de abuso.

Señaló que los niños y jóvenes ahora tienen muchas conductas disruptivas, que no se corrigen desde el hogar, porque los hogares también son disfuncionales, entonces es donde la situación de la sociedad se complica, porque la familia es la base principal y “si está anda mal todo está mal”, si un niño no respeta reglas en el hogar y la escuela tampoco respetará las leyes, por lo que se recomienda a los padres o los encargados volver a aplicar disciplina, y las autoridades hacer leyes acorde a las necesidades y que las mismas se apliquen.

El representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Héctor Espinal.

Grandes retos

La deuda social con la niñez es muy grande y eso requiere de mucho esfuerzo para vencer los retos y que se pueda garantizar a los pequeños el disfrute de sus derechos, dijo a Proceso Digital, el representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Héctor Espinal.

Entre los principales desafíos vigentes en el país enumeró en primer lugar la necesidad de llevar 2.8 millones de infantes a la escuela, ya que solamente están en el sistema aproximadamente 1.5 millones de los que deben estar. Y con ello todo lo que implica el mejoramiento en la infraestructura de los centros educativos.

Otro gran reto actual que tiene el país es la vacunación contra COVID de esa misma población infantil, ya que la cobertura no ha alcanzado los niveles esperados, por lo que se debe enfatizar en las campañas y en las medidas de bioseguridad.

Asimismo, el país debe reducir la violencia que “afectan la vida de nuestros niños y niñas en el tema de trata, tráfico y explotación sexual comercial”, prosiguió.

Además, se debe crear un programa que atiende a la primera infancia a fin de que su control de crecimiento y desarrollo atención temprana y vacunas estén presente.

Espinal, también enfatizó en que debe haber un gran compromiso en reducir los altos porcentajes de trabajo infantil; así como reducir los índices de migración.

Los fenómenos naturales también es otro de los flagelos de la niñez.

Agregó que los niños deben ser prioridad de la nación y contar con todos los marcos de seguridad, para que sean nuevas generaciones que tengan todas las competencias y habilidades que este país añora.

Reconoció que hay algunos avances importantes en los presupuestos para el caso de Educación y Salud, sin embargo, la situación de la niñez sigue siendo una situación no privilegiada, por lo que “todos estamos convocados a redoblar los esfuerzos para que la niñez hondureña satisfaga todos sus derechos” concluyó.

El director del proyecto Futuros Brillantes de la organización humanitaria Visión Mundial, Jorge Valladares, coincidió en que entre los retos más importantes se destaca seguir invirtiendo en educación y los servicios de salud en los que se debe priorizar también la salud mental, porque sobre todo después de la pandemia por COVID-19, el impacto psicológico ha sido grande.

De forma general, los entrevistados concuerdan que hay conciencia de que la situación para los niños en Honduras, es muy compleja; y que esa misma conciencia es necesaria para que todos los sectores realicen un trabajo articulado, que lleve a definir y aplicar políticas públicas para que los derechos de los niños sean una realidad; y quizá en algunos años la celebración del Día del Niño pueda ser una fiesta no solo de confites y piñatas, sino de verdaderas acciones en pro de la niñez. LB

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