Tegucigalpa – Hace veintidós años, un meteoro devastó la nación y dio paso a la elaboración de un proceso de reconstrucción y transformación amplio; hoy, dos meteoros nuevamente traen al debate esa agenda inconclusa que deberá poner en marcha un próximo gobierno, aunque la incidencia comience desde el actual.
La devastación de Eta y Iota se estima preliminarmente en unos tres mil a cinco mil millones de dólares, hay quienes afirman que el país tardará una década para poder rehabilitarse, pero las condiciones externas hoy no son tan favorables como cuando se produjo el paso del huracán Mitch, en 1998, fenómeno que dejó la primera señal sobre los efectos del cambio climático.
Hoy el mundo enfrenta la embestida de la pandemia del coronavirus con millones de contagiados y cientos de miles de muertos, mientras la ciencia acelera el paso por aplicar una vacuna que permita frenar su expansión, misma que seguirá en el 2021 según los pronósticos, que esperan un control mayor del virus a mediados del otro año. Los países donantes están abocados a resolver los problemas de la pandemia que está impactando en sus economías y en el mundo.
Bajo esas condiciones externas, Honduras sale a buscar recursos para iniciar la reconstrucción de un país que ha dejado más de dos millones de personas afectadas y otros dos millones más se encuentran en riesgo de inseguridad alimentaria, según estimaciones del Programa Mundial de Alimentos (PMA).
El gobierno del presidente Hernández anunció que un equipo de la Cepal se encuentra en el país para elaborar un diagnóstico de los daños y en base a ello generar un Plan de Reconstrucción que espera elaborar una propuesta a ser presentada ante un Grupo Consultivo de la comunidad internacional para la obtención de fondos frescos en una economía deprimida por las emergencias sanitarias de coronavirus y la climática de Eta y Iota.
Demanda por mayor transparencia
Para dar carisma a ese Plan de Reconstrucción, el gobierno ha buscado a un grupo de notables para que le asesoren y sean su aval de credibilidad y confianza ante la comunidad internacional, pero este grupo ya tuvo la primera baja, al considerar uno de sus integrantes que al carecer de un decreto ejecutivo que haga vinculante y de fuerza a sus recomendaciones, las acciones no pasarán de ser un acto de buena fe.
Mientras se construye y da forma a ese consejo técnico asesor, como lo ha denominado el gobierno, los movimientos se encaminan a la búsqueda de recursos en los organismos multilaterales. Entes como el BCIE y el BID han respondido al llamado de empréstitos y el gobierno ha anunciado que en el 2021 invertirá tanto o más recursos que lo hecho en cuatro años.
El Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), que ha tenido en los últimos meses una posición de crítica en torno al manejo de la pandemia y la emergencia climática, ha lanzado al Poder Ejecutivo una propuesta para garantizar la transparencia y la rendición de cuentas en el manejo de los fondos que puedan surgir de la cooperación y los organismos multilaterales para la reconstrucción. Esa propuesta es conjunto con el BCIE.
La misma va orientada a que se cree una Unidad Administradora de Recursos de Donación, la cual estaría adscrita al BCIE, y sería ese ente quien manejaría el dinero, para que no pase lo que ha sucedido con la pandemia, en especial con el millonario desembolso para los hospitales móviles, mismos que aún están sin funcionar, y apenas uno, de un total de siete, opera como centro de triaje, a medias, y sin el número de camas completas porque hubo que hacer reacomodos para que pudieran funcionar.
La transparencia y la rendición de cuentas es el otro desafío que tiene el gobierno en la búsqueda de recursos no reembolsables, pues Honduras sigue siendo considerado como un país altamente corrupto, que suspendido de la Cuenta del Milenio y ahora también de la iniciativa EITI de las industrias extractivas, última que ha sacado al país por un período de 18 meses.
Los ejes a considerar
De instalarse el Grupo Consultivo será el próximo gobierno el que deberá dar continuidad al Plan de Reconstrucción que deberá contener al menos los siguientes ejes: reducir la vulnerabilidad social y económica, un reordenamiento territorial, transparencia y buen gobierno, fortalecimiento democrático, rehabilitar el sector productivo; reconstruir y mejorar la infraestructura vial, planes y políticas públicas para la prevención de desastres, reformas en el sector social, participación ciudadana inclusiva; reforma del Estado, entre otros aspectos relacionados con la transformación del país, más allá de la reconstrucción y rehabilitación de vías e infraestructura, como parece ser la tendencia.
Esos lineamientos, son la punta de lanza de un proceso de más largo aliento, estiman los expertos, que avizoran la presencia de meteoros con más frecuencia y no tan espaciados como hace 22 años.
Gustavo Alfaro, exministro de la Presidencia en el gobierno del expresidente Carlos Flores, y quien lideró el Gabinete de la Reconstrucción post Mitch, dijo en un foro televisivo, que el Plan Maestro de Reconstrucción y Transformación quedó a medias, porque ellos se concentraron en la rehabilitación de la infraestructura física de un país devastado, pero hizo falta la parte de la transformación.
Esa transformación pasa por unas reformas profundas del Estado, tan vigentes como las plasmadas hace 22 años por sectores de la sociedad civil, que hoy como ayer, siguen poniendo el acento en la necesidad de apostar por un país más inclusivo y menos desigual.
De acuerdo a los analistas, la desigualdad entre los hondureños se profundizará por la pandemia y la crisis climática, generando con ello mayor pobreza y problemas de gobernabilidad. La respuesta a la crisis, aseguran, debe ser inteligente para generar una gobernanza efectiva que permita generar oportunidades equitativas.
Son estos los desafíos que deberá enfrentar el próximo gobierno, porque el actual, en medio de las emergencias, las demandas por más transparencia y el proceso electoral que se avecina, el tiempo no le ajustará para concluir el camino que está siendo allanado.
JS