Tegucigalpa – El arzobispo de Tegucigalpa José Vicente Nácher reprochó hoy los mensajes pasajeros y falsos que saturan a la sociedad y recordó la gracia del Año Jubilar.
Durante la homilía dominical el también presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH) destacó que Dios habla a través de la palabra de Jesús.
Recordó que todos tenemos la oportunidad de alcanzar innumerables beneficios que la iglesia siempre ofrece como la indulgencia plenaria durante el Año Jubilar declarado por el papa Francisco.
Destacó la importancia de la palabra de Dios, con la palabra hacemos memoria del pasado, sostenemos el presente y caminamos hacia el futuro, parafraseó.
A través de nuestras palabras compartimos mucho de lo que somos y queremos ser para los demás, reflexionó.
Sin embargo, es Jesús quien tiene la palabra de vida eterna y es él quien nos muestra al padre, agregó.
La palabra de Dios permanece mientras la palabra de los humanos es imperfecta y variable, acotó.
El consuelo no llega por la razón de la inteligencia, sino por la caricia de la voz, dijo al tiempo que Jesús no solo habla al corazón sino desde el corazón.
La esperanza no aparece como consecuencia de una estrategia, sino por la fe que nos espera. La palabra es fuente de esperanza, concluyó.
A continuación Proceso Digital reproduce la lectura del día tomada del santo evangelio según san Lucas (1,1-4;4,14-21):
Ilustre Teófilo:
Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista;
a poner en libertad a los oprimidos;
a proclamar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.
Y él comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».