Tegucigalpa – En un nuevo pronunciamiento público, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH) reafirmaron este martes su llamado a la convivencia pacífica y democrática en el país, al tiempo que defendieron la imparcialidad de la Iglesia Católica ante diversas reacciones generadas por la convocatoria a una caminata de oración.
-16 de agosto será una jornada de fe por Honduras, afirman representantes de la Conferencia Episcopal.
–La Conferencia Episcopal reitera el deseo y compromiso por una Nación de justicia y paz, conforme a los principios democráticos de la Constitución
La actividad, programada para el próximo 16 de agosto, ha sido organizada conjuntamente por la Conferencia Episcopal y la Confraternidad Evangélica de Honduras, y ha generado una amplia resonancia entre sectores de la sociedad hondureña.
«Nos ha sorprendido la gran resonancia que ha tenido la convocatoria hecha para la Caminata de oración por Honduras», señalaron los obispos en un comunicado. Aunque reconocen que las reacciones han sido diversas, aseguran que su motivación nace exclusivamente desde la fe y la búsqueda del bien común.
«Desde la fe católica e inspirados en la Doctrina Social de la Iglesia, reiteramos nuestro deseo y compromiso por una Nación de justicia y paz, conforme a los principios democráticos de la Constitución», puntualizaron.
(Leer): Marcha por la paz, la democracia y la unidad nacional sigue más vigente que nunca
Asimismo, los prelados reiteraron que la Iglesia mantiene una postura de imparcialidad, dejando claro que no respaldan a ninguna corriente política o candidato en particular. «Defendemos el legítimo derecho que cada ciudadano tiene a elegir la propuesta que considere mejor para el bien del país», afirmaron.
En ese sentido, rechazaron cualquier interpretación que pretenda politizar la actividad. «Todo lo que se diga fuera de estas propuestas serán especulaciones de uno u otro tipo, que quedan fuera de nuestra recta intención», expresaron.
Finalmente, los obispos invitaron a la ciudadanía a participar con espíritu de oración, y elevar plegarias «por Honduras y, en particular, por quienes aspiran a ser electos como servidores públicos».

Caminata vigente
La convocatoria, impulsada por la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH) y la Confraternidad Evangélica de Honduras (CEH), bajo el lema “Caminamos con fe y esperanza”, es una invitación al pueblo a levantar la voz —en silencio y en paz— por un anhelo profundo: la democracia, la unidad y la paz duradera.
Lejos de perder vigencia, la marcha cobra aún más sentido en este momento. Aunque el Consejo Nacional Electoral (CNE) alcanzó un acuerdo que permite destrabar el proceso electoral, líderes espirituales, sociales y ciudadanos coinciden en que la exigencia del pueblo hondureño no puede agotarse en resoluciones de escritorio.
El respeto a la voluntad popular, elecciones limpias y transparentes, y un país donde la ciudadanía viva sin miedo, son anhelos que no deben supeditarse a la agenda de los políticos ni sus pactos temporales.

Marcha con fe y esperanza
En un país muchas veces dividido por ideologías, colores o intereses, esta caminata representa una de las pocas instancias verdaderamente inclusivas, donde católicos, evangélicos, menonitas y creyentes de distintos credos caminan juntos no por una candidatura, sino por el futuro de Honduras.
El mensaje emitido el pasado 18 de julio por el arzobispo José Vicente Nácher y el pastor Gerardo Irías fue contundente: “La voluntad de los ciudadanos, legítimamente expresada en las urnas, debe ser respetada el 30 de noviembre y cada cuatro años”. Este llamado no caduca con la firma de un documento, sino que cobra vida en cada ciudadano que cree en la justicia, en la paz y en una Honduras mejor.
A quienes argumentan que la marcha ha perdido el propósito, la realidad los desmiente. La demanda del pueblo hondureño va más allá de acuerdos técnicos. La verdadera victoria no es de un partido político, es del país. Por eso, esta caminata no es el fin, sino el inicio de una vigilia ciudadana que debe ser permanente.
En medio de discursos que buscan apropiarse de la convocatoria o darle tintes partidarios, urge recordar el espíritu original de esta manifestación: unir a la nación en oración, esperanza y compromiso democrático. Que nadie pretenda usarla como plataforma política. Que todos, sin excepción, la asuman como un acto de conciencia y dignidad nacional, concuerdan líderes religiosos de las iglesias.
