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Iglesia clama por los enfermos y reprocha falsos ídolos que piden sacrificio para sí

Tegucigalpa – La Iglesia Católica de Honduras clamó hoy por los enfermos del país y reprochó los falsos ídolos de todos los tiempos que piden sacrificio para sí.

“Mientras los falsos ídolos -de todos los tiempos- piden el sacrificio de otros para sí, Jesucristo es el que se sacrifica por los demás”, reflexionó al arzobispo de Tegucigalpa, José Vicente Nácher.

La antigua religiosidad separaba al enfermo de Dios; Jesucristo en cambio se acerca, se identifica con él y nos dice a nosotros: “estuve enfermo, y me visitasteis”, continuó.

El también presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH), recordó que justamente hoy, 11 de febrero, es la fiesta de la Virgen de Lourdes y con ella la Jornada mundial de los enfermos. Por lo que este domingo es un buen día para orar por los enfermos, y sobre todo, para visitarlos, dijo.

Los enfermos  nos esperan y necesitan nuestro abrazo, comentó al tiempo que clamó por los enfermos del país.

Ellos, con su valiente aceptación y su serena sonrisa nos evangelizan. Su oración tiene una fuerza superior, acotó.

Ellos, como es evidente, son una enorme riqueza para nuestras comunidades cristianas de las que forman parte. La pregunta que nos hacemos es, ¿dónde quedan los enfermos? ¿Fuera y olvidados o dentro y amados? Ellos son parte nuestra, como todos lo somos de Cristo, zanjó.

A continuación Proceso Digital reproduce la lectura del día tomado del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»

Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»

La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.

Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»

Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes. (RO)

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