Tegucigalpa (Proceso Digital) – A un año de gestión del gobierno del bicentenario, este no se ha desprendido de la narrativa del pasado marcada por el gobierno de Juan Orlando Hernández, cuyo fantasma han estado de forma permanente como una constante ancla, más allá de alcanzar un estilo y sello propios.
La narrativa política dominante a lo largo de este período ha sido la herencia del Partido Nacional (PN), en materia de corrupción y narcotráfico, último por el cual Hernández fue extraditado a Estados Unidos donde le espera un juicio en una corte federal de Nueva York.
Los primeros tres meses, esa narrativa política dominante otorgó un respiro holgado a la gestión de la presidenta Xiomara Castro, al señalar que encontraron un país en bancarrota y con estructuras ligadas a la corrupción difícil de desarticular. En esos meses, los reflectores mediáticos dividían sus agendas entre el rostro que iba a tener el nuevo gobierno y el proceso de extradición del expresidente Hernández.
El relato mediático giraba en torno a esos temas, permitiendo al discurso oficial y de comunicación del gobierno del bicentenario un tiempo para estructurar su mensaje y dar un sello propio al estilo de gobierno de la presidenta Xiomara Castro. Pero ello no ocurrió así.
A casi un año de la actual administración, la narrativa del gobierno del bicentenario no ha podido desligar su discurso, del fantasma de Hernández y de los hechos del PN, que siguen siendo un paraguas de justificación ante los avances que se esperan del nuevo gobierno.
Análisis sobre narrativas políticas en los países del Triángulo Norte, indican que, al cierre del 2022, el gobierno del bicentenario quedó atrapado entre la saliente administración de Juan Orlando Hernández y la entrante de Xiomara Castro, quien aún no logra instalar un discurso propio que ponga un sello a su administración.
Los temas dominantes
Los primeros tres meses de bonanza para permitir que asomara el estilo de la administración del bicentenario como parte de la transición, se convirtieron en seis meses, pero con menos holgura que al inicio de gestión, y al entrar el 2023, el paraguas del fantasma del gobierno Hernández, y la narrativa del pasado ya no ajustarán.
Las redes sociales, fueron uno de los ejercicios en donde mejor se pudo observar cómo anda la actual gestión pública y cuáles fueron los temas dominantes. La conversación a lo largo del año se dividió entre Juan Orlando Hernández y Xiomara Castro, seguido de temas de interés como el empleo, la salud, seguridad ciudadana, las reformas judiciales (Corte Suprema de Justicia), la corrupción (CICIH), entre otros.
El tema de la seguridad a causa del delito de la extorsión fue una de las agendas que más dominó el cierre del año pasado y aunque el gobierno anunció la ejecución de un plan y una estrategia para su combate, la política pública que precede esa acción no está definida claramente y no se refleja en la agenda mediática y de redes sociales.
La comunicación en las redes sociales, en el caso de Honduras, se asegura que está marcada por la coyuntura y que la ausencia de una narrativa oficial impide al gobierno de Castro poner un sello propio a su administración.
La narrativa del gobierno no perfila un contenido democrático, sino de alta confrontación, a tal extremo, que cuando la presidenta Castro hace o anuncia una buena gestión, ésta muere rápidamente en las redes y en los medios, por el nivel de confrontación que realizan algunos de sus funcionarios, aunque las acciones sean positivas.
Funcionarios “ahogaban” agenda presidencial
En octubre, la presidenta Castro anunciaba que viajaba a Roma como parte de una de sus primeras acciones de diplomacia directa, rompía el tradicional silencio como se ha manejado públicamente al no dar declaraciones, acudir a eventos públicos (excepto ceremonias militares o policiales y algunos eventos de asistencia social), ofrecer ruedas de prensa. El anuncio de Castro concitó el interés mediático y en las redes, era tendencia, pero mientras tomaba el vuelo, se anuncia la ruptura de la alianza del gobierno del bicentenario con el PSH, y ya la acción oficial gubernamental murió en las primeras tres horas en las redes y en los medios. No pudo sostenerse más allá, porque tampoco había claridad de la agenda a desarrollar.
La administración de la presidenta Castro parece atrapada así en tres niveles: el fantasma de Juan Hernández, los esfuerzos propios que intenta realizar, y el ahogo que de esos esfuerzos hacen sus propios funcionarios, ante la ausencia de un hilo conductor comunicacional que permita identificar cuál es el sello o rostro que va a tener la presente administración.
Se suman a estos hechos, los reclamos de los empleados públicos de distintas instituciones por la falta de pago de sus salarios, el debate sobre lo que diversos analistas consideran como desaciertos que generan incertidumbre en cuanto a inversión extranjera y generación de fuentes de trabajo.
Al entrar el 2023, entre los desafíos de la actual administración se encuentra romper con la narrativa del pasado para impulsar la propia, sin que ello represente ignorar el contexto o la complejidad de lo heredado. El escenario para el segundo año de gestión tiene ante sí la elección de una nueva Corte Suprema que ha sido del interés de las conversaciones de los hondureños mediáticamente y en redes sociales.
El tema de la corrupción, la designación de la Lista Engel y la elección de la próxima corte de justicia, han sido temas que han pesado en la conversación de los hondureños en las redes sociales, destacan recientes sondeos aplicado a los países del Triángulo norte, sobre narrativas políticas y democráticas. El gobierno del bicentenario, sostienen, sigue sin construir una narrativa fuerte dentro de la arena política, anclada bajo la sombra de Juan Orlando Hernández y del gobierno nacionalista. (PD)