Las negociaciones –suspendidas el viernes tras empantanarse en el punto sobre el reintegro o no de Zelaya al poder- estarán marcadas indudablemente por los anuncios de los presidentes de Nicaragua, Daniel Ortega, y de Venezuela, Hugo Chávez, referentes a que los grupos que exigen el reintegro de “Mel” Zelaya al poder, buscan armarse, si ese acuerdo no se alcanza en la mesa de las negociaciones.
Ortega – uno de los principales aliados de Zelaya- sorprendió el sábado en Bolivia al decir que en Centroamérica existe gran preocupación porque la resistencia –como llaman al grupo de seguidores del ex gobernante- busca armas y centros de entrenamiento en Nicaragua, Guatemala y El Salvador.
En el mismo escenario, el gobernante venezolano, Hugo Chávez, el principal defensor y patrocinador de Zelaya, dijo: “Que nadie se sorprenda si hay un movimiento armado en las montañas de Honduras. Solo estoy alertando, no soy un instigador [pero] nadie sabe en qué va a parar la situación allí».
Ambos mandatarios asistían a la VII Cumbre de la Alianza Bolivariana de las Americas (ALBA), celebrada en Cochabamba, Bolivia, y a la que asistió en representación de Honduras, la ex canciller Patricia Rodas.
Como es lógico, en Honduras tanto Zelaya, quien desde el 21 de septiembre se encuentra “alojado” en la sede de la embajada del Brasil en Tegucigalpa, y los dirigentes de la Resistencia, han salido a negar las declaraciones de sus amigos y aliados.
«Mi posición es que la lucha del pueblo debe de ser pacífica, yo practico la no violencia activa, si logramos vencer esta dictadura, Honduras habrá diseñado un cambio para las próximas generaciones», dijo Zelaya a una agencia internacional de prensa, en referencia a las declaraciones de su amigo Ortega.
Zelaya, en sus declaraciones, no hizo referencia a los reiterados llamados a la insurrección que ha hecho a sus seguidores, desde que salió del poder el 28 de junio.
El último de esos llamados lo hizo precisamente cuando ingreso sorpresivamente a la sede diplomática del Brasil en Tegucigalpa, desde donde dijo: “Nadie me volverá a agarrar dormido y mi posición es patria, restitución o muerte”.
«Eso no es cierto, la coordinación del Frente en ningún momento ha hablado, insinuado o planificado la idea de conseguir armas», dijo por su parte a periodistas el coordinador de la resistencia, Juan Barahona.
Los anuncios de “guerra” no han calado en la población hondureña.
“Eso de decir que no podemos ir a los lugares a abrazarnos con nuestro pueblo, eso de usar los medios de comunicación para decir que la sangre correrá, eso de decir que tenemos que cambiar el libro, el intelecto y el aula por un fusil, eso no es de liberales…”, dijo el domingo el aspirante presidencial liberal Elvin Santos, en una concentración política en Tocoa, Colón.
“Porque buscar el enfrentamiento entre hermanos hondureños cuando podemos perfectamente bien ponernos de acuerdo…”, señaló Santos en su discurso.
EL TORTUOSO CAMINO DEL DIALOGO
El tortuoso camino del diálogo inició en julio, con la elaboración, por parte del presidente de Costa Rica, Oscar Arias, del Acuerdo de San José,que plantea como solución a la crisis, la restitución de Zelaya en el cargo.
A pesar de que ese acuerdofue rechazado inicialmente por Zelaya y sus negociadores en San José, es hoy el instrumento que el ex gobernante utiliza para presionar por su retorno al poder.
Tras el fracaso de las conversaciones en San José, el proceso de negociaciones se reinstaló la semana anterior en Tegucigalpa, bajo el nombre de “Diálogo Guaymuras”.
Esas pláticas, según los negociadores, están avanzadas en un 90 por ciento, pero el viernes anterior se vieron estancadas cuando las partes representadas en la mesa comenzaron a discutir el tema más espinoso de las negociaciones, la restitución de Zelaya.
Los representantes de Micheletti llevaron a la mesa de negociaciones su propuesta: es un tema que debe ser analizado por la Corte Suprema de Justicia, en tanto, los representantes de Zelaya dijeron no, es un tema que debe definir el Congreso Nacional.
Las posiciones de ambas partes parecen ser irreconciliables, así como el escepticismo de la población a que este lunes se logre un acuerdo que ponga fin al conflicto, que ha marcado la vida de los hondureños y las hondureñas desde el 28 de junio.
Profesionales, amas de casa, taxistas, desempleados, estudiantes, en fin, la mayoría de los hondureños parece coincidir que será difícil que las partes en la mesa de negociaciones cedan en sus posiciones.
Permitir el retorno de Zelaya implicaría que las actuales autoridades del país aceptarían que todo lo actuado se hizo al margen de la ley, y eso no creo que ocurra nunca, comentaban un grupo de personas que participaban en una reunión social el fin de semana en Tegucigalpa.
En esa reunión – como era de esperarse- se coló el tema político, aunque, por primera vez en más de 100 días de crisis, el tema pasó a un segundo plano, tras la sufrida clasificación de la selección nacional de fútbol al Mundial de Sudáfrica 2010.
Y es que no podía ser de otra manera, es la segunda vez en 28 años que este pequeño y pobre país asistirá a la competición deportiva mundial.
Y así, con el sabor del triunfo deportivo, los negociadores buscarán hoy un acuerdo que ponga fin a la crisis, que claramente tiene agotados a los hondureños, que aspiran a que la crisis concluya lo más pronto posible.
“Las posiciones que cada uno tienen pueden ser consensuadas, uno quiere el Congreso, otro quiere la Corte, bueno, que los dos participen, tanto el Congreso como la Corte, que se unan, que hagan propuestas, ellos tienen la responsabilidad de darnos la tranquilidad y la paz, y nosotros hemos instado al diálogo hemos hecho nuestro trabajo, estamos aquí con el pueblo y hoy queremos que se le resuelva y se le atienda al pueblo, y que se pongan de acuerdo”, dijo el candidato presidencial del oficialista partido Liberal.








