Tegucigalpa – El Centro Cultural de España en Honduras ampliará su infraestructura en alrededor de 1,000 metros cuadrados, para que sea un espacio más accesible, abierto y comunitario, convirtiéndose en «un legado tangible para la cultura hondureña», informó este martes en Tegucigalpa su director, José Carlos Balaguer.
La ampliación del Centro Cultural de España en Tegucigalpa (CCET) será posible tras la compra del edificio anexo Babelia 3.0, aunque «su remodelación requerirá una nueva etapa de inversión», indicó a EFE Balaguer, quien ejerce como director del CCET desde 2020.
Lo importante es que el paso institucional se ha dado y que el nuevo espacio será «un legado tangible para la cultura hondureña», agregó.
Balaguer, que a finales de junio cesará como director del CCET, destacó entre los logros de los últimos cinco años haber convertido la institución «en un espacio seguro y de encuentro para los movimientos de mujeres, las disidencias sexuales y las defensoras de tierra y territorio».
«En un contexto donde la violencia simbólica y material contra estas comunidades es cotidiana, sostener un lugar donde pudieran reunirse, expresarse y crear sin miedo ha sido una responsabilidad política, pero también una forma concreta de ejercer la cooperación cultural desde el cuidado y el compromiso ético», subrayó.
El CCET abrió sus puertas al público en agosto de 2007 y desde entonces gradualmente se fue convirtiendo en el principal instrumento para la materialización de las políticas culturales de España en Honduras, así como en un espacio privilegiado para la cooperación cultural en el país, organizando cada año al menos 600 actividades que le permiten ser visitado por más de 50,000 personas, según registros de la institución.
A raíz de la pandemia de covid-19 el CCET estuvo cerrado durante 17 meses, pero con la reactivación presencial, a partir de 2022, recuperó e incluso amplió su alcance y ha realizado más de 1.500 actividades públicas, consolidado nuevas audiencias -infancia, población LGBTIQ+ y adultos mayores- y ampliado la acción cultural a otros territorios del país, recordó Balaguer.
El CCET ha extendido su acción cultural a Intibucá y Copán (oeste), San Pedro Sula (norte) y la Mosquitia (este).
Apoyo a mujeres privadas de libertad
Además, la descentralización dejó de ser una consigna institucional para convertirse en una práctica real, a través de talleres móviles, residencias lingüísticas y programas diseñados con y para comunidades, señaló Balaguer a quien la cultura le ha llevado a Marruecos, Argelia, Argentina y México.
Entre otras actividades, el CCET bajo la dirección de Balaguer, ha sostenido una programación que articula arte contemporáneo, pensamiento crítico y compromiso político, lo que ha permitido desarrollar proyectos como ‘A las olvidadas en la Penitenciaría Nacional Femenina de Támara’, cercana a Tegucigalpa.
Con ese proyecto se entregaron más de 200 libros a mujeres privadas de libertad, con mensajes personalizados escritos por lectoras de toda Iberoamérica, además de la realización de talleres de lectura, escritura y mediación cultural que reafirmaron el poder de la palabra como herramienta de dignificación, vínculo y reinserción social, indicó Balaguer.
Señaló además que entre las colaboraciones destacadas figuran «las de Carla Antonelli, Blanca de la Torre, Semíramis González, Yolanda Castaño, y colectivos como Afroféminas, que ayudaron a construir puentes entre Honduras y España desde una perspectiva de derechos culturales».
«Pero el flujo no fue unidireccional. Trabajamos también para que artistas hondureñas pudieran presentarse en espacios culturales de alto nivel en España», dijo Balaguer.
Uno de los proyectos más transformadores, agregó, ha sido ‘La Siembra de Berta’ (Cáceres, ambientalista asesinada el 2 de marzo de 2016), desarrollando un movimiento con la etnia lenca y feministas territoriales «para resignificar la casa donde fue asesinada».
El próximo destino de Balaguer, sociólogo de profesión, con especialidad en políticas públicas y máster en estudios culturales visuales, será nuevamente México.
De Honduras, Balaguer se llevará el aprendizaje de «que la cultura no es un adorno de la diplomacia, ni una lista de eventos: es una forma de estar en el mundo, de hacer justicia, de sembrar futuro». EFE