Chicago – El «Capitán América», como llaman todos los que lo conocen a Iker Velázquez, un niño de ocho años que junto a su madre Evelyn abandonó Honduras huyendo de la violencia, tuvo este miércoles una cita «con el destino» ante una jueza de inmigración en Chicago.
En 2014, a sus tres años, Iker, de la mano de Evelyn, abandonó su país y emprendió una hazaña digna del héroe al que imita.
Madre e hijo recorrieron en doce días un trayecto de 1.900 millas a pie, en balsa, en automóvil y en un camión de pasajeros hasta llegar a la frontera de México con Estados Unidos.
Desde entonces ambos han recibido el apoyo de varias organizaciones para que no ser deportados, pero albergaban esperanzas en la audiencia judicial de este miércoles donde podrían hallar una solución definitiva a sus vidas, que es lo que están esperando.
La audiencia, sin embargo, no tuvo un fallo definitivo y la decisión quedó aplazada hasta el 10 de marzo del año que viene porque, según se argumentó, se necesita entrevistar a más testigos del caso.
Iker cuenta con el apoyo de decenas de simpatizantes que se presentarán en la audiencia ante la jueza federal de inmigración Kaarina Salovaara, destinada el año pasado a los tribunales federales de Chicago por el presidente Donald Trump.
Según dijo a Efe la activista Julie Contreras, del Comité Nacional de Inmigración de La Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (Lulac) y portavoz de la familia, Iker es el símbolo de los 52.000 menores que han sido catalogados como los «Niños de la frontera».
Sus casos, agregó la activista, están experimentado un notable retraso burocrático por falta de jueces.
Muchos de estos niños fueron detenidos en centros de inmigración improvisados y en malas condiciones de vida, advirtió Contreras.
El pequeño Capitán América, como le llaman a Iker, aseguró a Efe que dirá a la honorable jueza que no quiere regresar a Honduras.
También dio consejos a otros niños que, como él, enfrentan audiencias con sus familias ante un juez federal para establecerse en Estados Unidos y estar muy lejos de las pandillas y de la violencia.
«Si otros niños van a ir a corte, yo les diría que no tengan miedo y tengan esperanza», dijo Iker, quien vive en la ciudad de Waukegan, en el condado de Lake, de Illinois, asiste a la escuela y aprendió a hablar inglés.
La madre del niño y su abogado, Christopher Helt, relataron cómo surgió el amor de Iker por Capitán América, el superhéroe del universo Marvel.
Un día el pequeño llevó un muñeco del superhéroe a una audiencia en la corte, donde activó por error la voz del juguete. Luego amplió su visión del personaje a través de libros y películas.
En su octavo cumpleaños el pequeño se vistió de Capitán América para celebrar con familiares y amigos.
El abogado de la familia dijo a Efe que, si todo sale bien, madre e hijo recibirán su tarjeta de residentes permanentes, conocida como «green card», y con el tiempo podrán convertirse en ciudadanos estadounidenses.
«Me siento con mucha confianza, pero, como todos saben, la administración (del presidente) Trump cambió las reglas para exigir el asilo político», destacó Helt.
El abogado recuerda que una de esas reglas es que ahora los centroamericanos solicitantes de asilo tienen que hacer su petición primero en un tercer país.
«Iker y Evelyn son la razón del porqué este país ofrece asilo político; en primer lugar, ellos tienen un caso de asilo político que debe ser otorgado sin que existan dudas en la mente de la juez», señaló Contreras.
El año en que partieron de Honduras, grupos de delincuentes estaban atacando a los activistas por la paz como Evelyn y su esposo. Cuando el patrón de la pareja fue asesinado a golpes, ambos decidieron salir con Iker para no ser víctimas de la brutal violencia.
«Este miércoles estaremos en solidaridad con Iker y su mamá y esperamos que la libertad suene para ellos», reiteró la activista de Lulac.
«A través de su contacto con libros y películas de su héroe, él ha aprendido palabras como libertad y opresión, palabras que yo no conocía a su edad», afirmó el abogado que lleva el caso.
El 16 de julio pasado entró en vigor una normativa dictada por la Administración Trump que impide otorgar asilo a quienes no lo soliciten antes en un «tercer país seguro», como México.
El Gobierno trató de que la medida fuera aplicada con carácter retroactivo, pero ese martes la jueza federal con sede en California Cynthia Bashant le paró los pies.
En respuesta a una acción legal de organizaciones pro inmigrantes, Bashant determinó que los que esperan en la frontera el resultado de su petición de asilo ingresada antes de mediados de julio no serán sujetos al requisito de un «tercer país».
Este fallo «protegerá las vidas de los solicitantes de asilo que se vieron obligados a soportar dificultades extremas mientras esperaban en ciudades fronterizas peligrosas durante meses su oportunidad de solicitar asilo en Estados Unidos», dijo en un comunicado Erika Pinheiro, abogada de la organización Al Otro Lado.