– “El que trafica con la vida, el que trafica con el bien común, es la peor cizaña”, condenó el líder religioso.
Referente al éxodo de menores que emigran desde Honduras hacia el norte del continente, especialmente hacia los Estados Unidos, el religioso dijo que “es triste cuando a los niños no se les atiende, es triste a situación que estamos viviendo con los niños, con los adolescentes, con nuestros menores”.
“Porque hay coyotes que trafican con el dinero, exprimiendo a los pobres y con una falsa expectativa los llevan por ese peligro tan grande, es verdaderamente una injusticia, a eso solo se le puede llamar un negocio de tráfico de personas”, señaló.
A criterio del purpurado, las personas que viven de esa actividad tienen que pedir perdón y arrepentirse porque están haciendo un mal a la sociedad y exponen la vida de los menores en la ruta migratoria.
Agregó que “tampoco podemos pensar que la migración es un mal, pero nunca se debe de poner en peligro a los niños, nunca se debe de traficar con los niños”.
Indicó que “es muy triste odiar a los niños y considerarlos de la peor manera como si fueran delincuentes, ellos son seres inocentes que merecen respeto”.
Rodríguez hizo un llamado a los padres de familia a “no creer en cantos de sirena, ni de coyotes que no son más que explotadores que deberían de estar en la cárcel porque viven de la explotación de los más pobres” reafirmó.
Manifestó que Honduras necesita un profundo examen de conciencia en muchas instituciones, “hemos vivido con tristeza los casos de corrupción que se han dado en el Ihnfa (Instituto Hondureño de la Niñez y la Familia) y otras instituciones del Estado”.
La Iglesia Católica a nivel regional y desde la Santa Sede, se ha referido a la crisis humanitaria que se vive en el Triángulo Norte de América Central debido al éxodo masivo de menores que han emigrado a los EEUU y que se aproximan a los 60 mil. La Iglesia ha pedido amparo para los pequeños, condiciones humanas dignas y un trato justo en el marco del respeto a sus más elementales derechos. En una carta los obispos de la región han pedido “globalizar la solidaridad”.