Tegucigalpa – El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, advirtió que todos las personas que cometan delitos de alto impacto en el país, serán enviados a la prisión de máxima seguridad de Ilama, Santa Bárbara, más conocido como El Pozo, al tiempo que este miércoles se materializó el traslado de autores de crímenes sonados.
Entre los enviados este día están los autores de los crímenes contra Eduardo Gauggel padre y su hijo, así como los que mataron a los hijos de la rectora Julieta Castellanos y Aurora Pineda, y el sicario que le quitó la vida a Alfredo Landaverde Hernández.
“Los cuatro policías involucrados fueron detenidos y procesados judicialmente, condenados con sentencia significativa y son mensajes claros”, dijo Hernández sobre los traslados de los expolicías que mataron a los dos jóvenes universitarios en octubre de 2011.
Agregó que “quiero dejar sentado algo que es muy importante en término de mensaje y el nuevo orden de cosas que estamos construyendo en el país, estos casos se refieren a personas que cometieron delitos emblemáticos o de mucho impacto”.
Hernández le recuerda a la población hondureña que las personas que vayan a El Pozo es por qué cumplirán su sentencia de manera ejemplar.
“Les dije, va ver un antes y un después en los centros penales de Honduras”, insistió.
Añadió que “también quiero hacer del conocimiento de ustedes que lo que ha estado ocurriendo en los últimos días, es después de una ofensiva en el primero y segundo año contra la banda de narcotraficantes. El Estado ha logrado disminuir el tránsito de droga por el país que va al norte y se tradujo en una reducción significativa en el término de homicidios por cada 100 mil habitantes”.
Hernández le confió a la población que estaban conscientes que en el momento que iban a atacar las bandas narcotraficantes, la extorsión iba a aumentar en medida que atacábamos el flagelo del narcotráfico.
Los siete traslados Los trasladados son los exagentes de la Policía: José Rubén Pozo, Wilson Roberto Cardona, Gabriel Donatilo Mancía Hernández y Santos Arnulfo Padilla Rodríguez. Asímismo, Gabriel Enrique Ponce y Fredy Mauricio Mejía Castellanos, ambos responsables del crimen contra los Gauggel. También fue enviado a El Pozo, Marvin Noel Andino Mascareño, quien el 7 de abril de 2014 fue condenado a 22 años de cárcel por el asesinato de Alfredo Landaverde. |
“La extorsión es por maras y pandillas que por un pleito de territorios y también para ver quien destruye al otro y en ese sentido, al verse replegado por la fuerza del Estado es normal que exista a cierto punto reacción violenta, pero no vamos a retroceder y es importante que el pueblo hondureño siga dando información”, detalló el mandatario.
El presidente Hernández cerró reiterando que es momento de aprobar las reformas penales para combatir la violencia como se debe.
“En una democracia es normal que no siempre tengamos una afinidad, los líderes de PAC y Libre no estarán de acuerdo conmigo en esta reforma, pero ellos saben que es bueno”, cerró.
Expolicías que asesinaron a universitarios
Aunque juraron servir y proteger, pero mancharon con sangre inocente el uniforme de la Policía Nacional al terminar con la vida de los jóvenes Rafael Alejandro Vargas Castellanos y Carlos David Pineda, la madrugada del 22 de octubre de 2011.
Rafael Alejandro (hijo de la rectora Julieta Castellanos) y Carlos David eran estudiantes de Sociología y Derecho, respectivamente, en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Su brutal asesinato provocó luto e indignación en la familia hondureña y por eso, los responsables del hecho pasarán el resto de sus vidas purgando la pena a la que fueron condenados en El Pozo.
Se trata de los exagentes de la Policía Nacional: José Rubén Pozo, Wilson Roberto Cardona y Gabriel Donatilo Mancía Hernández, quienes fueron sentenciados en juicio oral y público a 58 años de prisión el 7 de abril de 2014.
En el caso de Santos Arnulfo Padilla Rodríguez, el tribunal de Sentencia lo condenó a 66 años de cárcel, en virtud de haber sido la persona que disparó contra los jóvenes de acuerdo al testimonio de sus mismos compañeros.
Por este mismo hecho fueron acusados el policía Wilfredo Figueroa Velásquez y el sub inspector Carlos Geovany Galeas, pero a la fecha se desconoce el paradero.
Cabe mencionar que el 28 de abril de 2014, en otro juicio oral y público, se condenó a Santos Arnulfo Padilla por el asesinato de los jóvenes: Cristian Odil Castillo, Eder Dasael Pavón y los hermanos Álvaro y Sergio Flores, hecho ocurrido el 29 de septiembre de 2011.
A raíz de esos crímenes se declaró en emergencia la Policía Nacional para dar paso a un proceso de depuración y certificación del personal en las diferentes escalas.
Ante la magnitud de los hechos y la gravedad de las condenas, la junta directiva del Instituto Nacional Penitenciario ha decidido trasladar a la cárcel de Ilama, Santa Bárbara, denominada “El Pozo” a los expolicías condenados por los asesinatos.
Recibirán una hora de sol al día
La cárcel de “El Pozo”, inaugurada en septiembre del año pasado, fue construida por órdenes del presidente Juan Orlando Hernández como parte de la transformación del sistema carcelario hondureño.
En la misma hay dos módulos de máxima seguridad con capacidad para 88 reclusos, ya que cada celda está prevista para la reclusión de dos reos.
A la fecha, a esos módulos de máxima seguridad han sido enviados 84 miembros de maras y pandillas que aún desde los centros penales seguían ordenando crímenes, masacres, extorsiones y secuestros, entre otros.
En esta cárcel hay estrictos controles de seguridad tanto para las visitas como para los privados de libertad. Los visitas conyugales han sido prohibidas y las visitas regulares se realizan en espacios controlados, con vidrios blindados de por medio.
Cada reo permanece en la celda 23 horas del día y solo recibe luz solar una hora en un patio interno con láminas traslúcidas en el techo. La celda, de dos por dos metros, solo tiene dos tarimas de cemento, un servicio y un lavabo de aluminio fijado a las paredes.
Cuando un reo es enviado a máxima seguridad se le despoja de todos sus bienes, incluyendo ropa, anillos, cadenas, relojes, libros, revistas. En el lugar se le dota de un overol color anaranjado, cepillo y pasta de dientes y papel higiénico.