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“Honduras el País de la intermediación política”

Dr. Ignacio Alonzo

La intermediación política es legítima, es parte del quehacer de los seres humanos que de alguna manera van uniendo y acercando espacios de realización institucional, personal y profesional.

Sin embargo, nos preocupa de manera singular, las formas como se hace en Honduras. Somos una nación esforzada y trabajadora queriendo salir adelante y superar aquellas calamidades y enconados problemas que afrontamos como País.

Reconocemos los esfuerzos y gestiones que día a día hacen los líderes de patronatos de los barrios, aldeas, colonias, pueblos, y ciudades de Honduras por mejorar temas de infraestructura, educación, proyectos sanitarios, electrificación, caminos y carreteras básicas para transitar vía mula, burro u otro semoviente con que cuentan, si acaso. Hay líderes que tienen más “suerte” ya que tienen “buenos amigos” o están con el gobierno de turno, o es un reconocido líder o ha sido activista de tal o cual partido político.

Hace 42 años, comenzó en Honduras la “Era Democrática”, la que todos los hondureños añorábamos después de noches obscuras y tramos históricos de desdichas e infames regímenes de gobiernos impuestos con elevados niveles de prácticas antidemocráticas y algunas veces hasta absurdas asumidas por personas incompetentes e ineficaces que no hicieron más que sumir a Honduras en un agujero negro de miseria, que cada vez ubicaba a nuestro país en la cola de los más pobres de la región Latinoamericana y por ende del Mundo.

En esta ocasión estamos hablando de intermediación política, no en la acepción de clientelismo político, sino más bien, como la capacidad que pudieran tener los líderes que representan a las instituciones políticas a efecto de que demos visos de madurez y demostremos como hondureños altos niveles de prudencia y negociación. De ahí pues, que se espera que las figuras preponderantes de la política hondureña se sienten y piensen en el destino de la nación hondureña.

Los líderes políticos deben caminar por la senda del diálogo y de la tolerancia, de lo contrario, estamos construyendo una sociedad mutista, revanchista, arribista, lista para acusar y calumniarse unos con otros, siguiendo de esta manera el rumbo de los que no dialogan sino que solo destruyen y van quemando los puentes, aproximándose a vivir aislados e incomunicados con aquellos que de alguna manera creen y confían en lideres políticos, que durante sus campañas buscan votos y hacen promesas, pero que una vez logrado el objetivo poco o nada hacen.

Los métodos de descalificación personal que no es más que el uso de argumentos “Ad Hominem”, falacias por ataque, no nos llevan a ningún lado, son más bien formas muy pobres que se alejan del verdadero debate político, el cual debería prevalecer en nuestros días como el camino correcto para crear los verdaderos consensos y disensos cosa muy normal en política. Una carrifilada de críticas, calumnias y falsas apreciaciones solo resquebrajan aún más la democracia y entorpece los caminos que nos puedan llevar a alcanzar lugares cimeros de desarrollo en los niveles macro y microeconómicos de la población.

La intermediación política supone siempre que cualquier movimiento de personas e instituciones que se hace por intereses personales, tarde o temprano reventará en un descrédito de quienes lo practican y sobretodo evidenciará debilidades de las instituciones del Estado. No se vale socavar aún más los cimientos de una sociedad que viene experimentando días para el olvido en materia de cacicazgos, compadrazgos, y otras formas nefastas de movilidad social.

La intermediación política en Honduras debe avanzar por los predios de las Meritocracias en donde la juventud que se agacha ante los libros, que estudia y se profesionaliza legítimamente alcance un lugar de trabajo, viva dignamente, educación para los hijos, viviendas decentes. Que los profesionales de Honduras no sean víctimas de concursos amañados y de favores turbios que lindan con la moral y las buenas costumbres. Démosle vuelta a esa página de malas prácticas en donde el político mediante recomendación pone a personas incompetentes para cargos demasiado exigentes y de muchísima responsabilidad en donde debe tomar decisiones acertadas para un mejor destino de su institución y que beneficie a la población en general.

Politizar organizaciones e instituciones en cualquier país del mundo, es caer en las formas más bajas y deprimentes en detrimento de su población. Es marcar el atraso y obstaculizar el desarrollo natural y estructural de los que trabajan por brindar los mejores servicios ya sean educativos, económicos y de cualquier otra naturaleza. Hacer una intermediación política legítima es implementar verdaderas políticas públicas tendentes a que la población infantil, juventud y adulta goce de un ambiente adecuado para vivir y que sea atendida de manera integral.

La intermediación política será siempre un mecanismo presente en nuestras sociedades, los sistemas políticos existirán y serán manejados por individuos. Cualquier organización política que gobierne Honduras, estará expuesto a la crítica si este hace un uso del mecanismo. Finalmente, cabe hacer un llamado a la clase política de nuestro País para evitar los abusos y actitudes prepotentes de descalificación, humillaciones y componendas incómodas que torpedean el desarrollo y el alcance de las políticas públicas necesarias para las generaciones presentes y futuras de Honduras.

Honduras es un País de muchísima intermediación política. La historia nos juzgará.

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