Tegucigalpa – La población puede estar confinada pero los periodistas no.
Este 25 de mayo, los periodistas hondureños conmemoran la fecha dedicada a ellos en el calendario nacional desde 1930, cuando el presidente Vicente Mejía Colindres a través de un decreto de la Secretaría de Instrucción Pública, instituía la fecha en consideración a que “la prensa es un factor de positiva importancia para la cultura de los pueblos, el afianzamiento de la paz y el prestigio de las instituciones”.
Lejos estaba entonces el gobernante de imaginar las aguas en las que la prensa tendría que registrar los hechos que han ocurrido en Honduras hasta llegar hasta el momento actual.
El privilegio histórico de los informadores ha sido grandioso.
Para marcar la etapa contemporánea vale con iniciar el recuento de lo ocurrido en el país tras el retorno a los gobiernos constitucionales, luego de una oscura etapa de dictaduras militares, con las masacres de campesinos, la represión, la época de las “vacas gordas”, el festín de los dineros públicos, los sobornos y los primeros pasos del narcotráfico en líneas que ya contaminaban a la institucionalidad misma.
Al iniciar la década de los 80, con la doctrina de la seguridad nacional, el registro de los desaparecidos, las ejecuciones extrajudiciales, los histriónicos escándalos de la vida de los gobernantes de la época; los rasgos dictatoriales de los jefes militares, ninguneando al poder civil, la prensa hondureña fue decisiva en su papel de fiscalización y denuncia al poder. Las violaciones de derechos humanos de la época se conocieron gracias a los trabajos de la prensa hondureña.
Guerra fría, periodismo caliente
En esa década de los años ochenta, mientras el periodismo hondureño impulsaba el retorno formal a la democracia, poco después le tocó cubrir una guerra no buscada: la de la doctrina de seguridad nacional y la convulsión centroamericana con sus guerras intestinas.
Acontecimientos como la creación del Comisionado de Derechos Humanos quedaron plasmados en los escritos y en los trabajos de radio y televisión de la prensa hondureña
Fue el tiempo de la guerra fría y el periodismo caliente. Todos los gobiernos decían que querían “la paz”, Honduras lanzó una propuesta de “internalización de la paz”, pero negaba que tuviera tropas contrarrevolucionarias en su territorio, y fue la prensa hondureña una de las protagonistas en develar esa desinformación gubernamental.
Tocó a la prensa hondureña hacer su cobertura del conflicto pues si bien Honduras no tuvo guerras intestinas, su territorio albergó a fuerzas bélicas como la desaparecida contra nicaragüense, las tropas militares de Estados Unidos, asistir en capacitaciones y maniobras conjuntas al ejército salvadoreño y manejar también su propio ejército. Tocó también al país contar la otra historia de esa guerra: el drama de los refugiados centroamericanos, entre ellos la niñez y la mujer. Los diarios y el resto de los medios están llenos de esos relatos.
Llegaron los acuerdos de paz y con ello, una época donde muchas tensiones regionales bajaron, al menos en el trasluz mediático, dejando instalada una agenda que mostró avances institucionales importantes, pero también una era de corrupción y pobreza. Ello también fue cubierto por la prensa hondureña.
La creación del Comisionado de Derechos Humanos, del Ministerio Público, la separación de la policía de la égida militar, la abolición del servicio militar obligatorio, la supresión de la inmunidad para los diputados, el inicio de procesos para elegir a los miembros de la Corte Suprema de Justicia y de otros entes de importante rango, en la construcción democrática, han sido momentos y acontecimientos que quedaron plasmados en los escritos y en los trabajos de radio y televisión de la prensa hondureña que tras la llegada del Internet a finales del siglo pasado, pudo contar, además, con la prensa digital y con ella poco a poco la suma de todos los elementos multimedia, maravillosas herramientas informativas.
Los escándalos de corrupción de los gobernantes democráticos también fueron parte de los escenarios que dejaban ver como el poder civil también caía rendido ante los dineros fáciles y los privilegios. “El lechazo”, “el lapizazo”, “Brazos de Honduras”, “la virgen del pasaporte”, “el pasaportazo uno”, “ciudad mateo”, “el pasaportazo dos”, “los besitos a July NY…” y en fin tantos hechos que pasaron a ser ínfimos cuando la historia permitió a la prensa contar, más adelante, otros, de proporciones inimaginables…
Cubriendo las emergencias
Para entonces la presencia del narcotráfico ya había tomado más forma en Honduras, un hecho mayormente visible tras el secuestro y posterior traslado de un narcotraficante emblemático a los Estados Unidos. Lo que entonces ocurrió en Honduras, como consecuencia de aquella acción, también es un hecho que la prensa pudo cubrir y dejar plasmado para la historia. Para entonces no existía tratado de extradición entre Honduras y los Estados Unidos.
Secuela de destrucción y muerte que dejó el huracán MITCH, un hecho que la prensa pudo cubrir
Al cierre del siglo, en 1998, los embates del huracán MITCH, dejaron una secuela de destrucción y muerte en Honduras. Más de seis mil fallecidos, 11 mil desaparecidos y un país semidestruido, a merced de su vulnerabilidad y de otros contextos que mostraron los entuertos de una frágil democracia.
La pobreza visible, aterradora, y la violencia se recrudecieron en todo el país. Las pandillas se fortalecieron entonces.
Gobiernos tecnócratas, unos, folclóricos, otros, ya en el SXXI también han marcado la vida de Honduras, un país que pasó de quedar casi sin deuda externa en 2006, a tener ahora una casi impagable de proporciones épicas en la actualidad.
En este ámbito el narcotráfico y otras formas del crimen se fueron haciendo más visibles y permeando cada vez más la institucionalidad del país. El periodismo hondureño siguió y ha seguido registrando esos acontecimientos.
Las narcoavionetas, el surgimiento de los barones de la droga, de las “asociaciones ilícitas” a todo nivel, las narcopistas, los escudos, la cocaína y las metanfetaminas por doquier, los sicariatos, los asesinatos de figuras públicas y los crímenes contra periodistas aliñaron un Estado deplorable. Y esa mirada de ese país la ha recogido también el periodismo hondureño.
Grandes escándalos marcan nuevo siglo
Antes de concluir la primera década de este siglo, un golpe de Estado sacudió y resquebrajó la frágil democracia catracha. También la prensa cubrió todo el entorno.
Un poderoso brazo de la policía quedó al descubierto gracias a los registros de la prensa
Los registros de la prensa en esta última etapa, a partir de 2011, revelan como un poderoso brazo de la policía quedó al descubierto tras el crimen de dos estudiantes universitarios. Aquello fue como la gota que rebalsó el vaso y que generó las denuncias públicas más potentes que les pusieron contra las cuerdas. Así se revelaron los vínculos policiales con el crimen organizado en todas sus formas y también sus fechorías a nivel individual. Desde entonces el proceso de depuración ha caminado con altos y con bajos, pero se mantiene.
Luego los periodistas han podido registrar los grandes escándalos de corrupción pública y privada, han podido ser testigos de los movimientos ciudadanos de indignación, han logrado escribir y registrar en sus crónicas de como la universidad pública arranca un proceso transformador, y los traspiés en el camino; y también han retratado los bemoles de la educación pública que no logran encontrar la ruta.
También los informadores han contado de las extradiciones de los grandes capos, incluidos políticos y policías. Han detallado las historias de los funcionarios corruptos y también de los corruptores. Han registrado los vínculos del poder con el crimen. Han dado cuenta del emblemático saqueo al sistema de seguridad social hasta todos aquellos otros bautizados muchos con nombres griegos mitológicos o no y también con nombres propios de la cultura autóctona: Errabundo, Pandora, Neptuno, Tritón, Ariete, Orca, Centurión, Volcán, Fortuna, Eclipse, Redada, Perseo, Tauro, Caja de la dama, Escorpión, Agalta, Zeus, Pacto de Impunidad, Alquimia…
Asimismo, los escritos de la prensa han reflejado el sufrimiento del permanente éxodo catracho, del dolor de los que migran y como a su llegada a tierras hostiles, son los mejores ejemplos de resiliencia para contribuir con sus familias en Honduras. El producto del sudor de los inmigrantes se ha convertido en la columna económica para sostener a un país con tantas penas, registran los periodistas.
Periodismo en épocas de pandemia
La democracia, cada vez más desgranada, también ha quedado plasmada en las plumas y en otros ámbitos del periodismo…hasta llegar al momento de enfrentar la pandemia, este COVID 19 que no es realismo mágico.
Los periodistas registran como cada día los contagios de coronavirus son más, los muertos también
Este COVID19 que obliga a repensar como se va a seguir escribiendo la historia y como los periodistas logran ser resilientes para mantener incólume su compromiso de contar las historias con balance, objetividad, apegadas al rigor, intentando sortear la opacidad que cubre tantos ámbitos.
En el entorno de la pandemia la agenda de la prensa abarca la vida, el derecho a vivirla. Los periodistas registran como cada día los contagios de coronavirus son más, los muertos también.
Paralelamente la prensa cuenta en sus versiones de papel, digital o en el espectro radial o televisivo, los eventos de opacidad, la corrupción, las debilidades sistemáticas, la discriminación, la exclusión, la violencia, el hambre, la indolencia.
También refleja la prensa las historias humanas, la bondad, la solidaridad, el amor, la alegría y los reencuentros en medio de un confinamiento que deja margen a la reflexión…
Todo lo que envuelve la pandemia y también las otras agendas, debe quedar registrado, de eso no hay duda, …nada debe quedar al margen, todos los eventos son historias que hay que contar tal cual; afortunada o dolorosamente, la información debe seguir fluyendo porque la prensa no tiene permiso de entrar en cuarentena
Es el periodismo hondureño, que no sabe de confinamientos y que lucha a diario contra las restricciones al acceso a la información en democracia, al tiempo que no deja de lado el tema de la libertad de expresión, cuando entrará un nuevo código penal que sigue criminalizando la labor de la prensa. Y en ese trajín de la cobertura diaria, el periodismo hondureño tampoco renuncia a saber qué pasó con sus muertos, más de un centenar de periodistas y comunicadores sociales asesinados, en su mayoría sin conocer las causas de sus crímenes. Esto en las últimas dos décadas.
¡Felicidades periodistas de Honduras!