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Elecciones primarias y la vigencia de los partidos históricos en Honduras

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Tegucigalpa – Los comicios primarios e internos del 14 de marzo próximo, definirán la vigencia o no de los partidos históricos del país, en especial el llamado bipartidismo, donde los liberales se juegan su suerte como instituto político, y el nacionalismo medirá su propio desgaste en dos corrientes internas que están dando todo por retener el poder. 

El resultado de las primarias e internas, donde los partidos políticos también elegirán autoridades partidarias, marcará la ruta de la contienda electoral general de noviembre próximo. Es el espacio en el que el bipartidismo mostrará con qué músculo electoral se enfrentará a los otros partidos políticos que correrán en las elecciones para elegir nuevo presidente, designados presidenciales, diputados, alcaldes y diputados al Parlamento Centroamericano.

Son 14 partidos políticos los que correrán en la contienda general de noviembre próximo, y ahí los llamados partidos históricos, Liberal, en la oposición, y Nacional, en el poder, llegarán con un caudal electoral que les indicará si es suficiente o no para ganar la contienda en solitario o tendrán que construir alianzas.

En el caso de los partidos Liberal y Nacional, estos desde las elecciones de 1980 hasta el 2009, habían demostrado su poder real y hegemonía en el sistema político del país, pero la crisis política reacomodó las piezas y el bipartidismo se fracturó, dando paso a nuevas fuerzas políticas, unas de maletín, otras, deslindadas del bipartidismo, como es el caso de Libertad y Refundación (Libre), y otras, fruto del descontento ciudadano con la clase política como fue en su momento el Partido Anticorrupción (PAC).

Liberal, tercera fuerza

El Partido Liberal, hasta antes del 2009, había ganado seis de los ocho procesos electorales desde el retorno a la democracia, pero su desgaste se empezó a sentir a partir del 2005 y luego la crisis que derivó en la salida del poder del entonces presidente Manuel Zelaya, su declive se ha ido acentuando hasta colocarse en la tercera fuerza política del país.

La fractura en el Partido Liberal ha sido profunda, las viejas dirigencias y cacicazgos se resisten a dar paso a rostros jóvenes, menos a una democratización interna, pues muchos de sus caudillos se consideran todavía “dueños” de corrientes, de cuotas de poder y de un instituto político que se juega su supervivencia en estas elecciones internas.

El 14 de marzo, los liberales decidirán si cogen fuerza como instituto político con vigor, visión y credibilidad, o se hunden, y quedan en pequeñas partes aspirando, no a grandes cuotas de poder, sino a la caridad de quienes asciendan para darles una tajada que no será generosa pues deberá repartirse con una diversidad política de partidos que también pujan por ser parte del reparto de las asignaciones y decisiones en el reparto.

Con tres fuerzas internas lideradas por Luís ZelayaDarío Banegas y Yani Rosenthal, los liberales han dado muestras de estar vivos aún, pero al igual que el otro partido del bipartidismo, el Nacional, algunos de sus miembros han sido cuestionados por presuntos actos de corrupción y narcotráfico.

Vigencia liberal en juego

Algunos liberales, señalados en los tribunales de justicia por presuntos desvíos de recursos públicos en el denominado caso Pandora, han sido absueltos por la justicia hondureña y ahora buscan ser favorecidos nuevamente por el electorado.

Luis Zelaya, quien busca por segunda vez obtener la candidatura presidencial de su partido, Darío Banegas y Yani Rosenthal, son las tres cartas que tiene el Partido Liberal y su militancia en estas internas, todos buscan con su discurso y propuesta, revivir el gonfalón rojo, blanco y rojo. Los movimientos son “Recuperar a Honduras” de Luis Zelaya; Movimiento “La Esperanza de Honduras”, de Darío Banegas, y Movimiento Yanista, de Yani Rosenthal.

En el caso de Yani Rosenthal, este retornó al país tras pagar con cárcel su vinculación en actividades relacionadas con narcotraficantes. De esa realidad, él saca partido y lo cuenta en sus anuncios políticos televisivos en los que pide, para los que como él han sufrido o pasado una experiencia amarga, “una oportunidad”, misma que ofrece a los votantes, de acuerdo con su testimonio en sus spots.

Los resultados de las primarias e internas determinarán con qué caudal y fuerza llega el partido Liberal a los comicios generales, y si son capaces de entusiasmar al elector independiente que crece con mayor fuerza en el país, según los últimos sondeos de opinión pública.

Nacionalistas por retener el poder

Mientras en el partido Nacional, el otro instituto político histórico, dos corrientes internas fuertes se disputan el liderazgo por aspirar a la candidatura presidencial, sus líderes, uno aspira desde la presidencia del Congreso Nacional, y el otro desde la Alcaldía del municipio del Distrito Central, de la capital hondureña, que aglutina a las ciudades gemelas de Tegucigalpa y Comayagüela.

Contrario a los liberales, el Partido Nacional ha experimentado un crecimiento en su militancia y lleva ya tres períodos consecutivos en el poder, con amplio control parlamentario. Se estima que en las elecciones que ganara el extinto expresidente Rafael Callejas (1989) y las del expresidente Ricardo Maduro (2001), este partido fue favorecido por el voto del sector de los independientes, pero al margen de ello, empezó a construir y organizar su militancia partidaria, a la que apuesta para continuar otro período más.

Pero tampoco será fácil para los nacionalistas, pues pese a ser un partido muy disciplinado, la división interna ha llegado de la mano de la nueva dirigencia, algunos de los cuales se distanciaron de los códigos partidarios y de la doctrina que rigieron por décadas en ese instituto político. La renovación a lo interno del nacionalismo no ha sido gradual.

El desgaste del nacionalismo, ¿suficiente?

Doce años en el poder, les está generando desgaste y serán las primarias y las generales las que evidenciarán si logran retener el poder o son desplazados del mismo por una oposición política que no termina de cuajar para ver si es posible construir una fuerza capaz de sacarles del solio presidencial y del control legislativo.

Las fuerzas políticas internas en disputa son “Unidad y Esperanza” que lidera el alcalde capitalino, Nasry Asfura, conocido como “Papi a la orden”, y el movimiento “Juntos Podemos” de Mauricio Oliva, actual presidente del Congreso Nacional. Ambas son corrientes fuertes, pero todo indica que el oficialismo se inclina por Unidad y Esperanza, aunque las relaciones con Juntos Podemos nunca han sido distantes.

Sin embargo, los líderes de ambos movimientos han sido cuestionados por la Fiscalía. Los dos precandidatos han insistido en su inocencia.

La desconfianza de los votantes se acentúa porque también los casos de presunta corrupción pública y narcotráfico que han envuelto a miembros de su partido les generan desgaste y les golpean.

En ambas corrientes, muchos de sus cuadros que aspiran a continuar en puestos de elección popular, han sido señalados en los tribunales de justicia. Se suma a ello, los escándalos de corrupción en la actual pandemia del coronavirus.

Son los escenarios que preceden a los partidos históricos en estos comicios primarios e internos, decisivos para los partidos mismos, pues sabrán con qué nivel de fuerza salen a las generales, hasta dónde estos hechos incidirán o no en sus estructuras partidarias, si el desgaste afecta más a uno que a otro, o si ambos, a futuro, serán solo eso: partidos históricos. (PD).

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