Tegucigalpa- Ha pasado casi un año desde que en marzo de 2014 fue capturado el narcotraficante hondureño Carlos “El Negro” Lobo.
Apresado un mediodía soleado, vistiendo pantalones cortos y sandalias, comprando pan en un establecimiento de una exclusiva zona en la norteña San Pedro Sula, una ciudad donde los carteles de la droga han trazado, en la última década, coordenadas para dividir el área de sus operaciones.
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Por ahora no hay extraditables en las cárceles, pero si pendientes de captura. Así lo ha revelado el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Jorge Rivera Avilés, sin detallar nombre alguno.
Son por lo menos nueve hondureños y un ciudadano nicaragüense los que están siendo buscados dentro y fuera de las fronteras hondureñas por los cuerpos del orden.
Otros tres catrachos están en la mira de los jueces quienes estudian su captura con fines de extradición confirmó a Proceso Digital una alta fuente del poder judicial.
La extradición de “El Negro” Lobo marca una nueva era en la seguridad
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Los antecedentes solo daban cuenta de la expatriación de Ramón Matta, conocido también como Ramón Matta del Pozo y Juan Ramón Matta López, un hondureño acusado de vinculación con el asesinato en febrero de 1985, en México, de Enrique Camarena, un agente antidrogas de los Estados Unidos. La salida de Matta causó entonces en Honduras revueltas de sectores que denunciaron el daño a la soberanía nacional al producirse la acción sin un marco regulatorio de entorno.
Es en los inicios de la administración del actual presidente Juan Orlando Hernández que se produce la extradición, ya dentro de un contexto normativo que la refrende.
Desde la captura hasta la extradición de Lobo, pasando por la incautación de sus cuantiosos y extravagantes bienes, la atención de los hondureños estuvo centrada en las novedosas escenas que preludiaban un desfile de extradiciones en línea.
Segundo al mando
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Luego de su captura, “Chancleta” pidió, a través de sus abogados, ser extraditado a los Estados Unidos por la vía más rápida.
La extradición de este hombre se dio en condiciones poco convencionales en relación a las que envuelven las de otros barones del crimen, quienes por sus implicaciones son rodeados de medidas de seguridad y desplazamiento de contingentes numerosos y altamente sofisticados. Juving Suazo Peralta fue expatriado en un vuelo comercial, el mediodía del 28 de octubre anterior.
Su apodo obedece a su desenfadada forma de vestir y a la muestra de despreocupación por su entorno.
Los poderosos Valle y “Don H”
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Desde mediados de año, con mayor acento en agosto, se preludió la captura de los hermanos Valle Valle, líderes de otro grupo de presuntos narcotraficantes que tenía su sede en Copán, con operaciones en todo el nor- occidente pero con derrame casi en todo el país.
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Pocos días después el hermano menor del clan, José Inocente y su esposa Marlen Griselda Amaya eran apresados.
Al par, en el mismo octubre fue capturado en una lujosa zona de Tegucigalpa otro presunto capo, un hombre descrito por agentes especializados como cerebral y con estructuras bien entronizadas.
Era Héctor Emilio Fernández Rosa, un copaneco bien relacionado.
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Los Valle Valle, al igual que “Don H”, ya se encuentran en cárceles de los Estados Unidos donde enfrentan juicios por el tráfico de cocaína y otros delitos relacionados.
En las cárceles de este país ya no quedan extraditables pero en diversas zonas del país o en el extranjero por lo menos una docena de hondureños ligados al crimen temen ser capturados y extraditados a Estados Unidos. ¿Cuántos más faltan? Mientras tanto, el mercado de la droga parece infinito.