spot_img

Centroamérica sigue contando muertos e inmersa en la pobreza

San Salvador – La pobreza y la violencia, caldos de cultivo de los conflictos armados que asolaron a Centroamérica, siguen aún presentes en los países de la región veinte años después de la firma de los Acuerdos de Paz de Esquipulas II.
 

Aunque las armas de guerra callaron, las empuñadas por delincuentes comunes en un marco de violencia social se cobraron el año pasado 13.402 vidas en los cinco países de la región.

Según fuentes oficiales, el año pasado se cometieron 5.885 asesinatos en Guatemala, 3.018 en Honduras, 3.928 en El Salvador, 318 en Costa Rica y 253 en Nicaragua.

Organismos humanitarios sitúan a la pobreza en la cúspide de la violencia social en Centroamérica, donde después de la superación de los conflictos armados, el fenómeno más grave es el de las pandillas, responsables de gran parte de los homicidios.

Las pandillas o «maras» suman unos 70.000 miembros en toda la región, la mayoría con edades entre los 15 y los 30 años, según datos policiales.

Las autoridades aseguran que las pandillas han «mutado», ya que de grupos juveniles violentos se han convertido en apéndices del crimen organizado.

La masiva emigración de centroamericanos, principalmente a Estados Unidos, en busca de mejores condiciones económicas, ha contribuido a engrosar las filas de las «maras» por la desintegración familiar y por la deportación de pandilleros que vuelven fogueados en grupos similares del norte del continente.

Los gobiernos centroamericanos aseguran que han conseguido progresos en lo económico y social, pero en la mayoría de los países gran parte de la población aún vive con la urgencia inmediata de paliar el hambre.

Costa Rica tiene el salario mínimo más alto de la región, establecido en diez dólares por hora en las tareas agrícolas y en 300 dólares mensuales en las ajenas a ese sector.

Nicaragua es el país con el salario mínimo más bajo en Centroamérica, con 76 dólares mensuales.

En Guatemala fluctúa entre 206 y 210 dólares por mes; en Honduras es de 139 dólares y en El Salvador es de entre 77 y 165 dólares mensuales, dependiendo del sector productivo.

En 2006, el Producto Interno Bruto (PIB) de Guatemala fue de 35.302 millones de dólares y el per cápita, de 2.711 dólares.

El Salvador registró el año pasado un PIB de 18.653 millones de dólares y un PIB per cápita de 2.668 dólares.

Ese mismo año Honduras tuvo un PIB de 7.538 millones de dólares y un per cápita de 1.138 dólares; en Nicaragua fue de 5.300 millones de dólares y de 958 dólares por habitante, mientras que las cifras de Costa Rica se ubicaron en 22.000 millones de dólares a nivel nacional y 4.900 dólares por persona.

Entre las décadas de los años 70 y 90, Centroamérica vivió las páginas más dolorosas de su historia contemporánea, cuando en Guatemala, El Salvador y Nicaragua estallaron conflictos armados que muchos historiadores identificaron como el desenlace lógico de años de represión feudal y política, militarismo e injusticia social.

Además, en ese escenario también medían fuerzas Estados Unidos y la entonces Unión Soviética, en el marco de la guerra fría.

Cifras confirmadas por distintas fuentes estudiosas del conflicto sostienen que los doce años de guerra civil en El Salvador causaron unos 75.000 muertos.

En Guatemala, donde los enfrentamientos duraron 36 años, hubo unos 200.000 muertos y en Nicaragua, unas 50.000 víctimas entre muertos, desaparecidos y lisiados por la revolución sandinista y las luchas de los «contras».

Honduras, tradicional aliado de Washington, se involucró en los conflictos con el establecimiento de una base militar de EE.UU. para asistir a los contrarrevolucionarios nicaragüenses, al tiempo que su territorio era invadido por miles de refugiados salvadoreños.

Por su parte, Costa Rica, que abolió el Ejército en 1948 y ha sido reconocido internacionalmente por su desempeño democrático, fue el único país de la región con «autoridad moral» para proponer un plan de paz para sentar las bases de la democratización en las demás naciones.

Óscar Arias, que estaba en su primer mandato en Costa Rica, recogió iniciativas internacionales de países «amigos de la región» y concretó en 1987 una «propuesta para la paz firme y duradera» por la que recibió ese mismo año el Premio Nobel de la Paz.

Veinte años después, Arias repite gobierno y se convierte en testigo excepcional del proceso de paz e integración del que fue promotor.AXCAN

spot_img
spot_img

Noticias recientes

spot_img
spot_imgspot_img