Tegucigalpa (Especial Proceso Digital /Por Lilian Bonilla) – La designación de la consejera Ana Paola Hall como presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE) para la etapa final del proceso electoral rumbo a las elecciones generales del 30 de noviembre llega en un momento clave y particularmente delicado para la democracia hondureña.
-Los expertos advierten que cualquier error en CNE, podría alimentar la narrativa de fraude.
-Con experiencia en procesos anteriores y respaldo liberal, Hall asume la presidencia, en medio de incertidumbre y la exigencia ciudadana de elecciones transparentes.
Su llegada al cargo este 11 de septiembre ocurre en un ambiente marcado por la incertidumbre, por los antecedentes de meses anteriores particularmente los hechos del 9 de marzo en las elecciones primarias que siguen vigentes y en el ojo crítico de la población.
El relevo no es un trámite menor. La consejera Cossette López deja la presidencia tras una gestión marcada por firmeza, energía y un relativo éxito en el cumplimiento del cronograma electoral. Su salida coloca sobre Hall la responsabilidad de dar continuidad a un proceso que, hasta ahora, ha sorteado las tensiones internas y externas con muchas dificultades, pero con cierta solvencia.
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Sin embargo, el contexto es complejo. La violencia política ya ha tocado directamente a las consejeras: tanto López como Hall han sido víctimas de amenazas, lo que evidencia la presión y los riesgos que rodean al CNE en un país donde los procesos electorales suelen estar acompañados de desconfianza, polarización y acusaciones de fraude.
Además, las diferencias públicas con el consejero Marlon Ochoa reflejan la fragilidad de los consensos internos en un órgano que, siendo colegiado, requiere acuerdos para cada decisión clave.

Prueba de fuego
En este escenario, el liderazgo de Hall será determinante. Aunque legalmente las decisiones son colegiadas, la presidenta se convierte en la cara visible de la institución, la vocera oficial en los momentos más críticos y la responsable de transmitir confianza al electorado. Esa exposición pública, que implica tanto capital político como desgaste, será la prueba más exigente para la consejera.
La ventaja de Hall radica en su experiencia previa en el proceso electoral de 2021. Haber enfrentado un escenario de alta tensión y haber conducido con profesionalismo parte de aquel proceso le otorgan un “expertise” que puede ser decisivo en la etapa que se avecina. Conoce las presiones, sabe identificar las grietas en el sistema y entiende la importancia de manejar con transparencia tanto la parte técnica como la política del proceso electoral, según lo indican expertos consultados por Proceso Digital.
El desafío principal para la consejera Hall, será mantener la credibilidad del CNE en un ambiente cargado de incertidumbre, expectativas ciudadanas y competencia feroz entre partidos. Cualquier error, retraso o mensaje ambiguo podría alimentar la narrativa de fraude y deslegitimar los resultados.
Hall, deberá estar consciente de que “primero es la democracia”, tendrá que equilibrar la gestión técnica con la sensibilidad política, enfrentando presiones internas, ataques externos y un escrutinio público implacable.

Experiencia y rol de equilibrio
El politólogo Luis León advirtió en entrevista con Proceso Digital, que suele sobrevalorarse la presidencia del CNE, dado que se trata de un órgano colegiado en el que las decisiones se toman por mayoría. Sin embargo, reconoció que Hall tiene un rol clave en el control de la agenda, la convocatoria y la gestión administrativa. “Ella ha sido una figura que, en algunos momentos, se inclina a la izquierda y en otros a la derecha, lo que le permite destrabar decisiones. Además, con la experiencia de 2021, puede garantizar una gestión más eficiente de los contratos y la logística electoral”, apuntó.

Por su parte, el analista Lester Ramírez sostuvo que tras el intento de renuncia de Hall y las tensiones en torno a su figura, las aguas se han calmado gracias a acuerdos políticos.
Sin embargo, advirtió que el mayor riesgo vendrá en la jornada electoral, cuando la aceptación de los resultados dependerá en gran medida del margen de diferencia en los votos. “Si la diferencia es amplia, será difícil alegar fraude. La complejidad que Hall deberá manejar es el escenario postelectoral, donde siempre existe el riesgo de desconocimiento de resultados”, señaló.
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Pero a su juicio, la consejera Hall cuenta con la ventaja de su experiencia en procesos anteriores, lo que le permite comprender cómo funcionan las dinámicas políticas y técnicas alrededor de unas elecciones, concluyó en su conversación con Proceso Digital.

Expectativa y responsabilidad institucional
La socióloga Julieta Castellanos en conversación con Proceso Digital destacó que este relevo en la presidencia genera mayores expectativas que en ocasiones anteriores debido a la crisis interna y al intento de renuncia de Hall meses atrás. “Lo que se espera de la doctora Hall es que actúe con integridad y apegada a la ley. Su futuro profesional quedará marcado por la manera en que dirija este proceso”, enfatizó,
“Toda persona íntegra debe aspirar a que su actuación sea correcta. Lo que esperamos de ella es que esa integridad se vea reflejada en el desempeño de sus funciones”, al tiempo que remarcó que es válido recordarles a los tres consejeros que son funcionarios del Estado y no representantes de los dueños de los partidos políticos y su responsabilidad es con toda la democracia de Honduras.

Respaldo político del Partido Liberal… Partidos y la presión sobre el CNE
Desde el plano partidario, la diputada del Partido Liberal Erika Urtecho, afirmó a Proceso Digital, que Hall cuenta con el respaldo total del candidato presidencial y de la bancada. “Tenemos plena confianza en que hará un trabajo profesional y ético, como en el proceso anterior. Ella ha enfrentado enormes presiones, incluso amenazas de muerte, pero sabemos que está preparada emocionalmente y con la fortaleza suficiente para liderar”. La bancada está en comunicación permanente con ella y confiamos en que su desempeño estará a la altura de lo que requiere el país, declaró.
Aunque la presidencia de Hall es vista con expectativa y confianza por diversos sectores, no puede ignorarse la injerencia de los partidos políticos en el funcionamiento del CNE. Tanto Castellanos como León han advertido que los consejeros deben recordar que su papel es institucional, no partidario. Sin embargo, los constantes intentos de control desde las cúpulas políticas han debilitado la credibilidad del organismo.
El Partido Liberal, que hoy se muestra unido en torno a Hall, estuvo dividido en torno a su figura hace apenas unos meses. El Partido Libre y el Partido Nacional tampoco han dudado en instrumentalizar las diferencias internas del CNE para sus propios intereses.
Esta dinámica coloca a Hall en una posición incómoda: deberá demostrar independencia, aunque esté respaldada por una institución política que aspira a ganar las elecciones.
El mayor riesgo es que el CNE, sigue siendo visto como un árbitro parcializado y no como un ente técnico. La ciudadanía, que ya percibe al sistema con desconfianza, podría interpretar cualquier error o demora como una maniobra política. En este contexto, el liderazgo de Hall será probado no solo por su capacidad técnica, sino también por su habilidad para resistir presiones y actuar con transparencia en el escrutinio público.
En síntesis, Ana Paola Hall llega a la presidencia del CNE con la experiencia necesaria, el apoyo de su partido, pero en un terreno minado por la desconfianza, la violencia y las divisiones internas. Su reto será demostrar que puede transformar esas debilidades en una gestión que otorgue certeza al proceso y garantice que el 30 de noviembre los resultados reflejen la voluntad popular sin margen para la duda y demostrar que, más allá de los intereses políticos, está comprometida con un principio esencial: que primero es la democracia. LB