Alcohol y sus estragos en la familia.

Por. Lic. Issis Romero
Psicóloga clínica, sexóloga, 
terapeuta de pareja y familia.

En Honduras, como en la mayor parte del mundo actualmente se viven diversos problemas sociales que afectan y están destruyendo a la familia, ese núcleo y base social que influye grandemente en el éxito o fracaso de sus miembros. Dentro de la diversidad de problemas que enfrentamos hoy en día, se encuentra el alcoholismo en uno o mas de los miembros de una misma familia, que sin dudar representa una de las mas grandes enfermedades debido a que genera comportamientos agresivos, destructivos de la persona adicta, no solo a sí misma, sino también contra los demás miembros de la familia y del entorno social.

Y es que la disfunción de una familia no solo se manifiesta mediante golpes físicos y actos de violencia que atentan contra la integridad física de cualquiera, en el caso del alcoholismo, considerado un enemigo silencioso que destruye miles de hogares y vidas, podemos juntar también la irresponsabilidad que se vive con la pareja, los hijos, siendo estos testigos y victimas directas de la enfermedad, sin dejar a un lado el impacto tan negativo en el desempeño y rendimiento laboral y entorno social que despiertan una dinámica muy dañina pues todos enferman, unos consumiendo y otros evitando que consuma.

Con el alcoholismo empezamos casi un rito de iniciación, en donde uno o dos tragos forman parte del despertar adulto, pues si no lo haces eres un aguafiestas, un aburrido y de alguna manera debes encajar con el resto y terminas cediendo a la presión social tan peligrosa sino tienes los mecanismos de afrontamiento y la madurez para decir NO o detenerte en el momento apropiado, sin darte cuenta vas cayendo poco a poco en una penosa enfermedad sin ser consciente de ello, creyendo que eres capaz de detenerte y que lo haces bajo tu total dominio y control, esa negación lo que hace es reforzar tu adicción y generar mucho daño, pues hay quienes se escudan en el alcohol para hacer o decir todo lo que de manera sana y consciente no son capaces de hacer, sabemos que con el consumo de pequeñas cantidades de alcohol se deprime nuestro sistema nervioso central por lo tanto se altera la expresión espontanea y real de nuestras emociones como son el miedo, la alegría, la tristeza, el enojo y el afecto y al debilitarse estos mecanismos de control se despierta fácilmente la violencia intrafamiliar y social, se incrementan los accidentes automovilísticos, se pierde el temor a tomar riesgos vitales en donde las conductas delictivas están a la orden del día.

Para lograr salir de este circulo vicioso tan peligroso es necesario no solo reconocer que tienes una enfermedad sino también identificar qué tipo de alcoholismo padeces, pues sabemos reconocer dos específicos, el funcional y el disfuncional. El alcohólico funcional representa el 90% de los casos, es el típico consumidor frecuente, 2 o mas veces a la semana, pero mantiene una vida más o menos estable, sin embargo, después de mucho tiempo de consumo, reiterados problemas a causa del mismo terminan perdiendo no solo su salud, sino, también su familia, su trabajo, su vida. Por el contrario, el alcohólico disfuncional es aquel que llego a la etapa en que rápidamente se embriaga, cualquier cantidad de alcohol que consuma por insignificante que sea es suficiente para hacerle perder la conciencia. En este caso se requiere de internamiento y abordaje profesional integral para lograr su sanación.

Vale la pena luchar por construir una familia sana, un hogar sin heridas, pues no podemos negar que las familias con padres alcohólicos están más expuestas, son más vulnerables, tienen más conflictos, pues la perturbación en el ambiente familiar genera en la pareja y los hijos trastornos psicológicos como ansiedad, depresión, intento suicida, vergüenza, dificultad para establecer amistades, confusión, rabia, etc. además de un mayor riesgo de desarrollar alcoholismo. Debemos reconocer de una buena vez, que el alcoholismo no es un simple habito, es una enfermedad silenciosa muy peligrosa que puede acabar con lo que más amamos.

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