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Cultura y conocimiento ancestral en riesgo por migración indígena

Tegucigalpa (Especial Proceso Digital / Por Ronald Ordóñez) – La cultura, tradición y el conocimiento ancestral de las nueve etnias hondureñas están en riesgo de desaparecer a causa de los altos flujos migratorios.

En Honduras existen las etnias Lenca, Maya-Chorti, Nahual, Garífunas, Tawahkas, Tolupanes, Pech, Misquitos y los Negros de habla inglesa o creoles (inglés isleño), sus aportes en varias ramas como la propia medicina podrían llegar a desaparecer en un futuro cercano, concluyen expertos consultados por Proceso Digital.

Son un patrimonio tangible de la sociedad, pero no son tratados como tal, también coinciden analistas.

Los grupos étnicos en Honduras están emigrando tanto a la ciudad como fuera del país, a tal medida que ya existen comunidades indígenas vacías donde antes yacían aldeas completas de ancianos y jóvenes que mantenían vivas la cultura, idioma y tradiciones ancestrales.

Pese a su gran importancia en la sociedad hondureña, no son tratados como merecen, incluso los estudios que hablan de esta arista de la migración son casi nulos.

Más de 800 indígenas emigraron en cuatro meses

Proceso Digital conversó con Zicri Caballero, especialista técnico del Centro de Acción Social Menonita (CASM), quien reveló que de acuerdo a cifras del Observatorio de Migración y Desplazamiento, se ha logrado identificar que en los últimos cuatro meses más de 800 indígenas hondureños emigraron impulsados por una serie de causas, la predominante es la pérdida de sus tierras.

Explicó que, en el último año se logró la instalación de dos observatorios, el primero en Trujillo, Colón, manejado por la Red de Mujeres de Trujillo y otro en La Mosquita dirigido por la Organización de Mujeres Indígenas.

Ver: Comunidades vacías retratan migración de indígenas de Honduras

En ese orden, apuntó que los datos revelan que la mayor población que emigró en los últimos meses es la misquita y el territorio con más flujos migratorios es Gracias a Dios.

En años anteriores, el desplazamiento de los pueblos indígenas era interno en su propia región, donde se establecen sus comunidades, pero ahora es un desplazamiento internacional, es decir los integrantes de los pueblos indígenas optan por otro país como lugar de destino.

Consideró que estos flujos migratorios amenazan con desaparecer la cultura, tradiciones y hasta el idioma de varias etnias.

Ejemplificó que las poblaciones Tawaka y Pech, ubicadas en Wampusirpe (Gracias a Dios), en cuatro de sus comunidades ya prácticamente han desaparecido a raíz de la migración de los territorios indígenas.

Igual ocurre con otras etnias, como los lencas que habitan en Las Marias, Intibucá, una población cada vez más raquítica.

Ver: Migrantes misquitos se aferran a su cultura mientras esperan en México para ir a EEUU

Las comunidades vacías son el mejor ejemplo de los estragos de esta migración indígena, razonó. Ahora, en algunas de esas comunidades habitan personas externas a los pueblos étnicos.

El impacto de esta migración va mucho más allá de solo la tradición y la cultura ya que son los indígenas quienes resguardan la tierra y le tienen amor, entonces ahora vemos mayor avance de la tala ilegal y de la destrucción de la tierra, lamentó.

Desplazamiento forzado

De acuerdo a estadísticas del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh), ofrecidas a Proceso Digital, al menos 135 personas indígenas y afrohondureñas denunciaron, entre el 2016 y el 2022, estar en riesgo o ser víctimas de desplazamiento forzado en Honduras.

El ente estatal detalló que, durante esos siete años, 83 casos, que representan el 61 %, se encontraban en riesgo mientras que 52 (39 %) se habían desplazado forzadamente por violencia.

Entre los pueblos más afectados figuran los garífunas, lencas, los miskitos, tolupanes, pech y en menor grado los tawanka y los maya-chortí.

Ver: Extorsiones, amenazas y violencia aumentaron el desplazamiento forzado: Conadeh

La mayor concentración de las quejas de personas indígenas y afrohondureñas, en riesgo o víctimas del desplazamiento forzado, se presentaron en seis de los 18 departamentos del país, Atlántida, Colón, Francisco Morazán, Gracias a Dios, Olancho y Valle.

El riesgo o el desplazamiento forzado de las víctimas estuvo asociado a causas como el despojo de tierras, extorsión, amenazas, tentativas de homicidios, usurpación de propiedad y asesinatos.

Rolando Sierra, director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Honduras (Flacso) de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Foto Proceso Digital.

Mayor vulnerabilidad

Proceso Digital conversó con el doctor Rolando Sierra, director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Honduras (Flacso) de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, quien señaló que la migración de los pueblos originarios o indígenas representa un grado mayor de vulnerabilidad.

La migración como tal ya supone una serie de retos, pero cuando se habla de pueblos originarios es mayor ya que no cuentan con el mismo grado de formación académica que el migrante promedio.

Lo anterior conlleva a que los migrantes no conozcan sus derechos y eso no les permite, por ejemplo, ir a una consulta médica en la ruta migratoria.

Ver: Lencas enfermos, aislados y sin medicinas

El propio idioma ya es una barrera ya que no todos los pueblos originarios dominan el castellano en su totalidad, ya que en realidad esta es su segunda lengua.

A diferencia de los flujos migratorios mixtos, los pueblos originarios emigran principalmente por problemas en la tenencia de la tierra, si son personas desplazadas, su vulnerabilidad es mayor.

Todos estos retos hacen más difícil mantener su arraigo y con ello todas sus costumbres, tradiciones y conocimiento ancestral. Su desplazamiento es más difícil y por ende aumenta el riesgo en la ruta migratoria, así como es de difícil su reinserción en la sociedad a los países de origen.

Al final, la migración de los grupos originarios es una pérdida del patrimonio cultural del país, desde la gastronomía hasta formas de vida. Honduras pierde con estos flujos migratorios, zanjó.

Ausencia de datos

En conversación con Proceso Digital, el coordinador del Observatorio de Migraciones Internacionales de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), César Castillo, aceptó que respecto a la migración de grupos indígenas en Honduras existe una ausencia de datos, pero compartió que como observatorio han realizado dos estudios.

El primero lleva por título “caracterización de los migrantes indocumentados de la tribu tolupán de Ojo de Agua, Lagunitas, Yoro, 2009-2019” y otro se publicó bajo el nombre de “Migración y dispersión de la población garífuna en la última década: causas, impactos y consecuencias”

El primero establece que la migración indocumentada tolupán de la tribu de Ojo de Agua, Lagunitas, se encuentra profundamente vinculada a la carencia de los recursos económicos, lo que imposibilita a las familias el poder satisfacer sus necesidades básicas.

Contrario a lo que se puede creer, los familiares, al igual que el migrante tolupán, tienen claridad de los riesgos que corren en el camino. La migración en el ámbito tolupán es considerada una estrategia para asegurar el bienestar personal, familiar y comunitario.

Ver: Advierten incremento de migración de etnia garífuna en Honduras

Entre tanto, el otro estudio establece que la migración garífuna ha sido sostenida en el tiempo. Entre el 2013 y 2014 se registró la más alta migración de este grupo étnico, esté fenómeno amenaza con volverse a repetir en la actualidad. Entre 2010 y 2018 se contabilizó la muerte de 25 garífunas relacionadas a la migración.

Algunos jóvenes garífunas intrépidos que desean subir más rápido en la escala social se inclinan por migrar irregularmente y utilizan a los llamados “coyotes”,esta peligrosa e ilegal acción. El estudio señala también que ante los altos flujos migratorios de este grupo étnico provoca que ahora vivan en condiciones de hacinamiento con escasez de comida y con alto grado de tendencia a discutir por cosas triviales.

El narcotráfico también provoca desplazamiento

Proceso Digital conversó con Karen Valladares, coordinadora de la Organización No Gubernamental Cristosal capítulo Honduras quien reflexionó que el narcotráfico también provoca desplazamiento de las comunidades originarias o pueblos indígenas.

“Les puedo hablar desde el acompañamiento que recientemente dimos en La Mosquitia, y algo que nos comentaban los propios líderes del sector era que llegan muchos terceros infundiendo temor y también obligándolos a que se tengan que retirar de sus territorios, mismos que son ancestrales y que han sido dados a ellos por décadas, primero les pertenecía a sus abuelos y así fue como se fueron heredando”, manifestó.

Apuntó, que el tema de abandono de tierras ancestrales por temor de los grupos criminales es algo que se está dando con mayor incidencia en La Mosquitia, un territorio históricamente con problema de narcotráfico.

Ver: Lucha contra el narcotráfico, otro desafío de Honduras en 2024, según la ONU

En la actualidad hay sectores donde las propias personas originarias ya no pueden entrar tranquilamente porque ya se encuentra incluso hasta militarizado.

“Como hondureños sabemos que por décadas el tema del narcotráfico se ha movido en diferentes aristas en nuestro país, sin embargo, hay territorios donde están siendo más flagelados por esta situación, donde la gente se muestra con temor”, apostilló.

Esta situación merece mayor estudio y de trabajo investigativo porque son realidades latentes que se están viviendo en estos territorios y se requiere que el Estado de Honduras sea garante de los derechos de la población indígena que está emigrando.

Lenguas perdidas, una consecuencia

Este medio de comunicación también dialogó con Carmen López, catedrática de la licenciatura de Letras de la UNAH, quien concluyó que producto de la migración indígena ya hay lenguas pérdidas o desaparecidas.

Enumeró que las lenguas perdidas se encuentran el lenca y el maya-chortí.

Ver: Jóvenes indígenas de América Latina desarrollan proyectos para revitalizar sus idiomas

Las lenguas con amenaza de desaparecer son el tawahka, el pech y el tol. “Como país corremos el riesgo de perder a sus últimos hablantes, por lo que es necesario prestar atención”, dijo.

Asimismo, aunque en menor grado, se corre el riesgo de perder la lengua garífuna, el inglés isleño y el misquito. (RO)

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