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Pruebas académicas generales

José S. Azcona

La masificación de la educación viene acompañada de nuevos desafíos. Cuando yo egresé del colegio e ingresé a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) en 1987, había un puñado de Universidades privadas y menos de 35,000 estudiantes en el sector superior consolidado. En la actualidad hay más de 250,000 estudiantes a nivel universitario con más de 25,000 graduados anuales. Igual situación se da en la educación media, en donde de tener menos de 10,000 graduados anuales hemos pasado a más de 130,000 (cifras obtenidas o extrapoladas de “Honduras en cifras”, Banco Central de Honduras). Los colegios privados han crecido en forma exponencial, tanto en su cantidad como en sus ubicaciones.

Este es un resultado favorable de gran magnitud, pero que por su volumen abrumador genera posibles degradaciones en calidad. La evidencia anecdótica y personal se va volviendo cada vez más difusa a medida que avanza el crecimiento del sistema, por lo que se necesitan formas institucionales de medir resultados para asegurar el que los recursos (públicos y de los padres en el sistema privado) sean bien invertidos.

Existe un problema adicional de que todos los programas sean definidos como uniformes. En el sistema privado, las condiciones de ingreso están limitadas primariamente por la capacidad de pago, y existen pocas formas de medir la calidad del producto. Sin la segmentación o forma de medición, los estudiantes están en la oscuridad en cuanto a sus prospectos más allá de su experiencia.

Afortunadamente, existe una herramienta que puede servir de base para un sistema de medición de la calidad educativa. Esta es la Prueba de Aptitud Académica (PAA) de la UNAH, la cual se ha ido desarrollando con buen éxito a lo largo de los años. Esta se puede generalizar para hacerla un requisito obligatorio de ingreso a cualquier centro de educación superior del país. Esto lograría una muestra más completa del universo de estudiantes y otras ventajas adicionales.

La UNAH, por limitaciones de espacio en la educación gratuita, debe tener un piso de aceptación variable (al igual que las demás instituciones públicas). El sistema privado no debiese tener limitaciones, pero sí la obligación de usar el sistema y hacer público su perfil de ingreso. Este podría estar segmentado por facultad o área para hacer segmentaciones según rigor o especialización del programa. La publicación de estos datos y la definición de la segmentación contribuye a que tengan mayor prestigio los programas más competitivos en las admisiones.

La PAA también sirve para medir el desempeño de la educación media. Tanto el resultado de las pruebas como el porcentaje de estudiantes que las toma son importantes para medir la calidad del producto. Es importante que la prueba sea manejada por un ente externo y neutral como la UNAH, y que los resultados sean públicos y conocidos. Esto pondrá presión en ambos sistemas para reforzar la calidad de la enseñanza y da un premio a las instituciones que obtengan buenos resultados.

Este debiese ser el primer paso para un sistema de medición más avanzado. Por ejemplo, se puede uniformar la prueba de la Facultad de Medicina para todas sus homologas. Para complementarlo, serviría desarrollar un examen de acceso a postgrados por parte de la UNAH equivalente al GRE (General Register Exam) u otros, de los Estados Unidos. Igualmente, habrá que estudiar cómo medir los resultados al tercer, sexto y noveno grado también de forma general y abierta. Estos últimos pudiesen ser desarrollados por la UPN, y todos ellos deben estar segmentados (verbal, matemático, analítico).

Con estos últimos sistemas en marcha, se podría crear un mercado de educación privada y de evaluación de educación publica eficiente. Así aseguraríamos que los recursos que con mucho sacrificio invierten el estado y los padres de familia se manejen mejor.

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