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En Honduras la política se ha convertido en un espectáculo sin pensamiento, deplora Gabriela Castellanos

Tegucigalpa – En medio de la agitación política que vive el país, la titular del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), Gabriela Castellanos, realizó un nuevo pronunciamiento que retrata con crudeza el desgaste de la clase política hondureña y el desencanto ciudadano ante un sistema que, según dijo, “ha convertido la política en un espectáculo sin pensamiento”.

“En este país, donde la gente madruga para sobrevivir y no para soñar, la política nunca fue un ejercicio de pensamiento, siempre fue un mercado de insultos, una feria de ruido y farsa”, expresó Castellanos, en una declaración a través de sus redes sociales.

La directora del CNA criticó la forma en que los partidos políticos repiten, cada cuatro años, lo que describió como una “pantomima electoral”, donde “las paredes se empapelan de rostros sonrientes que prometen lo mismo de siempre” y “los candidatos —disfrazados de redentores— vociferan en los foros como si la retórica vaga fuera sinónimo de plan de país”.

“No hay idea, no hay programa, no hay método; solo hay espectáculo”, añadió.

Seguidamente, Castellanos lamentó que la ciudadanía haya dejado de escuchar, no por apatía, sino “porque está harta de ser tratada como idiota”. En su análisis, los políticos han sustituido el debate por el grito, las propuestas por la propaganda, y la reflexión por el ruido.

El ciudadano, atrapado entre la propaganda y la desesperanza, camina sobre un suelo electoral tan gastado que ya ni siquiera devuelve eco. Lo único que queda es el ruido: esa sinfonía grotesca de promesas recalentadas que financia el cinismo cada cuatro años, enfatizó.

Una crisis más allá de la política

Para la titular del CNA, la crisis hondureña no es solo política, sino moral. “La propaganda ha sustituido a la política como el simulacro del pensamiento. En vez de programas de gobierno, hay videos con drones; en vez de ideas, hay hashtags; en vez de planificación, hay un ejército de asesores de marketing dispuestos a vender sus mediocres productos en el supermercado de la política barata”, sostuvo.

Castellanos advirtió que en Honduras “la ideología dominante es la anestesia”, una estrategia —dijo— diseñada para mantener a la población en silencio, votando sin pensar, creyendo sin cuestionar, y aplaudiendo sin exigir.

En su extenso mensaje escrito lamentó que mientras tanto, el país se hunde. Las escuelas se derrumban, los hospitales están en sala de emergencia, los jóvenes emigran, pero en la televisión todo brilla: candidatos bailando, sonriendo, besando niños prestados. Es la obscenidad de la falsa alegría, el teatro de los falsos redentores.

La funcionaria también criticó el comportamiento de quienes aspiran al Congreso Nacional, al señalar que los candidatos a diputados también hacen su propio número en el mismo circo, en una domesticación de la gente por la rutina del fraude y la costumbre del abandono.

Finalmente, Castellanos llamó a una reflexión profunda sobre el rumbo del país: “Este país necesita menos afiches y más pensamiento. Menos cancioncitas y más justicia. Menos selfies y más compromiso público. La democracia no se mide por el número de rótulos, sino por los cambios en la estructura del poder.”

Su mensaje, de tono filosófico y crítico, para muchos reaviva el debate sobre la calidad de la democracia hondureña y el papel del ciudadano en un sistema político que, según Castellanos, ha convertido el poder en “una coreografía electoral”. LB

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