Montevideo – «Cuando mañana regrese a casa, pensaré en qué canción nueva os podría regalar más adelante». Así, generoso con su audiencia, discreto como siempre fue y emocionado en su última presentación en vivo, José Luis Perales dijo adiós a los escenarios ante un incondicional público que colmó el Antel Arena de Montevideo.
La capital uruguaya vibró durante el último concierto del cantautor español, que cerró en Uruguay su gira -postergada por la pandemia- con un emotivo recital en el que, desde el primer minuto, repasó su trayectoria como intérprete y compositor.
Miles de personas, muchas de ellas peinando canas, corearon, sin cesar, el repertorio que el artista de Cuenca preparó para esta gira, un repaso a su carrera musical en 25 canciones en las que el cantante definió al amor y al desamor cientos de veces.
Amor que traspasó las letras de las canciones y se tradujo en más de un “Te amo” o “Te quiero” a viva voz entre tema y tema. Los brazos en alto, los aplausos y las ovaciones no pararon durante las 2 horas del espectáculo.
Ni los bastones, muletas o andadores que asomaban en algunas filas impidieron que Perales fuese recibido en pie y ovacionado de la misma forma durante todo el concierto. Muchas hijas y nietos acompañaron a sus mayores, incondicionales de Perales desde 1973, cuando publicó “Celos de mi guitarra”, uno de los temas que abrieron la velada.
Sonó ”Y te vas” y el público irrumpió con un “Vos seguís” que comenzó calladamente, terminó contagiando a todo el auditorio y volvió a repetirse como un mantra en varios momentos del concierto.
Mari y Beatriz fueron testigos de esta despedida desde el privilegio de la primera fila. Aunque más de dos décadas las separan en edad, el amor por Perales las une.
En marzo, en su 79 cumpleaños, Mari recibió su entrada como regalo de su hijo. Visiblemente emocionada, recuerda la otra ocasión en que pudo ver a Perales, también gracias a él.
Mientras, Beatriz invirtió sus ahorros porque sabía que era la última vez que tendría la oportunidad de ver «a un genio, al mejor artista de todos los tiempos”.
Pablo, un joven rockero, se define como «peralista», contagiado por la energía y la admiración de su padre, al que trasladó desde Paysandú (oeste del país) para que viera esta noche a su ídolo.
Sin conocer a muchos de estos espectadores, pero consciente del cariño que sienten por él, el cantautor les dijo desde el escenario que son «una gente bastante especial, bastante generosa» y que, por eso, había elegido Montevideo para el adiós a las tablas.
«Ha sido un año difícil para todos, pero tener la oportunidad de esta gira, que es la última, de terminar en este lugar ha sido especial. Lo llevaré en mi corazón», continuó.
El compositor que «no quería ser cantante» y que era «feliz escribiendo para alguien que no sabía» desgranó durante unos 120 minutos grandes éxitos como «Le llamaban loca», «Por qué te vas» o «Creo en ti», temas que fueron conocidos siempre en las voces de otros artistas.
A sus 77 años y, pese al agotamiento tras una gira por varios países en los que fue regalando su adiós anticipado, Perales ofreció una voz sin fisuras y una sonrisa eterna de agradecimiento, que no se desdibujó ni un instante.
«Melodía perdida», «Ella y él» o «Que canten los niños» también sonaron en la parte final del recital, en el que no faltaron como bises sus canciones más conocidas: «Un velero llamado libertad», «Y cómo es él» y «Te quiero».
Precisamente dedicó un verso de esta canción al público que no quería despedirse de su ídolo: «Os quiero como la tierra al sol»; y dijo adiós para siempre con su tema «Me iré calladamente», al que la audiencia respondió con un emotivo «volvé» al unísono.
Y, tras recibir una ovación de más de cinco minutos, caminó despacito con las manos en los bolsillos, dirigió una última mirada al público y se marchó. AG