terapeuta de pareja y familia.
Esa necesidad casi irracional de querer controlar y dominar a la otra persona, actúa como uno de los principales motivos de violencia hoy en día entre las parejas.
Resulta difícil comprender como dos personas que inician una relación amándose puedan adaptarse a patrones tan nocivos de agresiones físicas, psicológicas y verbales hasta el punto de normalizarlos y llegar a vivirlos como el único medio de comunicación y resolución de problemas.
Esa es la triste realidad de muchas parejas que con frecuencia acuden a mi consultorio y que han confundido el significado de la ya trillada frase “EL AMOR TODO LO PUEDE Y TODO LO SOPORTA” en realidad es una frase muy bonita si la aplicamos como debe ser, con amor, respeto, comunicación, entrega, cuidados y por qué no decirlo, ciertos sacrificios también.
Pero cuando la utilizamos para justificar el dar o recibir malos tratos estamos haciendo una clara distorsión del amor en donde los afectados son ambos, tanto el que inflige la agresión como aquel que la permite. La distorsión mayor comienza con lo que nosotros comprendemos que es el amor y justificamos actitudes y comportamientos que nos denigran “por amor”, nos dejamos anular como seres humanos, perdemos nuestra libertad, perdemos nuestras redes sociales y afectivas. “Por amor” abandonamos nuestros sueños y metas, competimos con otras personas y nos enemistamos, “por amor” lo dejamos todo, olvidándonos que el verdadero y mas importante amor no es hacia otra persona, sino hacia nosotros mismos, pues difícilmente podemos dar algo que no tenemos y nos limitamos a aceptar el tipo de amor y el tipo de trato que creemos merecer o bajo la esperanza de que algún día las cosas van a mejorar.
Es una realidad que la violencia entre pareja ha existido desde siempre, es un fenómeno que se ha manifestado a lo largo del tiempo avalado por estereotipos en los roles hombre/mujer, valores, usos y costumbres que han legitimado los malos tratos considerados como formas “normales” de resolver conflictos entre las parejas, con el paso del tiempo, con la liberación femenina, el conocimiento de derechos y el fomento a la denuncia este problema social empieza hacerse notorio debido al impacto tan negativo que tiene para la pareja, los hijos y para la sociedad en general.
Nos cuesta aceptar que una relación basada en el control absoluto, celos enfermizos, minimización de la pareja, las ofensas, los malos tratos tanto físicos como psicológicos es una relación enferma, dañina y muy peligrosa.
La idealización del amor puede contribuir a pasar por alto detalles o situaciones de alerta que poco a poco van dándole paso a la violencia en la pareja y que gradualmente van sentando las bases de una relación violenta. El inicio de este tipo de agresividad, que a veces termina con la muerte de uno de ellos, se encuentra en los estereotipos de género y en la dificultad de aceptar que el otro es una persona diferente, independiente y no fusionada con nosotros. En casos extremos el hombre puede llegar a creer erróneamente que su mujer es parte de sí mismo, que es de su propiedad y que está para atenderle, para cuidarle y, si no está, es que no lo quiere, que es desconsiderada, etc. Y una mujer inmersa en un ciclo de violencia, cree que lo que sucede es normal, que ese es el rol que le corresponde y tiende a ser insegura, sumisa, con un pobre concepto de sí, puede creer que con el amor que su pareja le tiene le hace ser de tal modo que tiene que soportar lo que sea con tal de no perderlo. Si luego él no la trata bien, cree que es porque seguramente ha hecho algo malo y procura redoblar sus cuidados y atenciones.
Es importante hacer notar que el maltrato es un proceso que se suele prolongar a lo largo de muchos años, también común en las relaciones de noviazgo y en la que, entre otras cosas, impide a su pareja el desarrollo de sí misma. Recordemos que el maltrato en la pareja no discrimina nivel educativo y/o social y pueden ser la baja autoestima, el abuso de drogas, alcohol o patrones de violencia adquiridos en la familia de origen algunos de los desencadenantes.
Aunque los hombres también pueden ser víctimas de violencia, son las mujeres las que representan más del 90 % de los casos. La mayoría de los casos de violencia hacia el hombre se deben a maltrato psicológico. Los hombres no suelen denunciar por diferentes motivos: falta de apoyo jurídico, problemas de credibilidad, miedo al ridículo o simple machismo.
Sin duda estamos frente a un problema social muy nocivo y para prevenirlo, es necesario cambiar actitudes mediante la educación, el fomento en igualdad de derechos desde la infancia y la adolescencia y la reeducación a las personas adultas. Debemos estar convencidos de que la convivencia en pareja presupone la libre elección y no la propiedad de las personas.