Por: Amy Goodman y Denis Moynihan
El accidente del vuelo 302 de Ethiopian Airlines del domingo pasado, ocurrido a pocos minutos de haber despegado, causó la muerte de las 157 personas que iban a bordo.
La tragedia provocó indignación a nivel mundial cuando circularon noticias de que el modelo del avión, Boeing 737 Max 8, recientemente diseñado, presenta fallas de software que pueden hacer que el avión constituya un riesgo. La mayoría de los países fueron sacando de circulación los aviones Max 8 y Max 9 con la excepción de Canadá y Estados Unidos, donde Boeing tiene su sede. Después de que Canadá retirara los aviones, el presidente Donald Trump se vio demasiado presionado y dio la misma orden. “Los aviones se están volviendo demasiado complejos para volar”, tuiteó Trump el día anterior a emitir la orden. ¿Serán demasiado complejos o será que las regulaciones estadounidenses son demasiado laxas, y que la seguridad de los pasajeros se ve sacrificada constantemente para beneficiar a grandes corporaciones como Boeing?
Entre los muertos se encuentra Samya Stumo, de 24 años de edad. Acababa de empezar a trabajar para ThinkWell, una organización de desarrollo internacional comprometida con la expansión del acceso a la atención médica. Stumo era egresada de la Universidad de Massachusetts Amherst y recientemente había obtenido su maestría en la Universidad de Copenhague. Provenía de una familia de ciudadanos comprometidos: su abuela es Laura Nader, una reconocida antropóloga de la Universidad de California en Berkeley, y su tío abuelo es Ralph Nader, legendario activista de los derechos de los consumidores y ex candidato presidencial: “Habíamos cenado juntos el viernes. Se veía que presentaba naturalmente liderazgo, compasión y rigor intelectual. Es el tipo de liderazgo que esperamos de las generaciones jóvenes en las próximas décadas. Su compromiso era hacia la salud global y la prevención, y no solo con el diagnóstico y el tratamiento. Y era muy rigurosa con lo que funciona y lo que no en los países en vías de desarrollo en cuanto a las enfermedades infecciosas y otras dolencias, así como con respecto a la seguridad ambiental y alimentaria”.
Dolido por la trágica muerte de su sobrina nieta Samya, Ralph Nader llamó a la sede de Boeing. Al no obtener respuesta, le escribió a Boeing una carta abierta titulada: “Primero están los pasajeros: ¡saquen de circulación los 737 MAX 8 ya!”. Destacando la noción predominante de que el accidente del vuelo 302 de Ethiopian Airlines, así como el desastre similar de otro Max 8, el vuelo 610 de Lion Air en Indonesia en octubre del año pasado –en el que murieron 189 personas–, fue causado por un software defectuoso, Nader escribió: “Sus propios abogados deberían aconsejarle que Boeing se encuentra bajo la atenta mirada pública y que, Dios no lo permita, un accidente de un Boeing 737 MAX 8 en este país, la arrogancia de sus algoritmos que les quitan poder a los pilotos, puede motivar a las fuerzas de la ley a investigar una posible negligencia penal personal… Claramente, usted dirige una compañía que está acostumbrada a salirse con la suya”.
Ralph Nader profundizó en una entrevista para Democracy Now!: “Boeing está acostumbrada a salirse con la suya con la sumisa Administración Federal de Aviación. Y esta vez, sin embargo, está con el agua hasta el cuello. Si continúa hundiéndose, se expondrá a sí misma y a sus ejecutivos a un posible juicio penal, porque ahora están advertidos, con dos accidentes, los de Indonesia y Etiopía. Es probable que surja mucha más información en términos de disenso técnico, que salió a la luz en lo que se llamó ‘discusiones acaloradas’ sobre el software de aviación entre la Administración Federal de Aviación, el sindicato de pilotos y Boeing. Y no se puede suprimir el disenso técnico para siempre”.
La agencia Associated Press informó sobre la existencia de una base de datos pública del gobierno donde los pilotos publican voluntariamente informes sobre los problemas que encuentran al volar, incluso con los aviones 737 Max. El Boeing 737 es uno de los aviones de pasajeros más populares del planeta, pero las nuevas versiones Max 8 y Max 9 dependen en gran medida del software de inteligencia artificial que hace que el avión se ponga en picada de manera constante. Un piloto escribió: “El capitán activó el piloto automático tras alcanzar la velocidad establecida. En dos o tres segundos, la aeronave se inclinó”. Otro agregó: “En cuanto a las preocupaciones con la inclinación del MAX 8, ambos pensamos que era apropiado llamar la atención al respecto”.
El periódico The Wall Street Journal informó que se debía instalar una actualización de software crítica en todos los aviones Boeing Max, pero, debido a la paralización del gobierno estadounidense que tuvo lugar de diciembre a enero, la corrección del software se retrasó cinco o seis semanas. Estas son declaraciones de Ralph Nader para Democracy Now! emitidas el miércoles: “Donald Trump está directamente implicado en esto. Cuando ocurrió la paralización del gobierno comenté que eso iba a costar vidas. Estaban paralizando a las agencias reguladoras federales que salvaban vidas, las agencias de salud. Trump, además, quiso recortar el presupuesto de la Administración Federal de Aviación hace más de un año. Así que paralizó el gobierno durante cinco semanas y esta serie de actualizaciones de software entre Boeing y la administración quedó en suspenso. Donald Trump está directamente implicado en esto”.
William McGee, periodista especializado en aviación y asesor de la organización Consumer Reports, manifestó en una entrevista para Democracy Now!: “Lo que tenemos ahora es efectivamente un oligopolio, sin precedentes en la historia de la industria de la aviación en Estados Unidos”. McGee también criticó la débil regulación de la Administración Federal de Aviación: “La Administración Federal de Aviación es conocida en toda la industria, incluso entre algunos de sus propios empleados y entre los empleados de las aerolíneas, como la ‘agencia cementerio’. Esa frase proviene del hecho de que esta administración ha demostrado una y otra vez que es renuente a actuar a menos que se produzca una tragedia y, lamentablemente, a menos que haya muertes”.
El presidente Donald Trump aún no ha nominado a nadie para dirigir la Administración Federal de Aviación. El año pasado propuso a su propio piloto personal para el cargo. Ahora se espera que nomine a un ejecutivo de la compañía Delta Air Lines.
Trump ha elogiado públicamente a Boeing cientos de veces en los dos años que lleva en el cargo, y ha participado en las acciones para vender sus aviones, incluida la serie 737 Max, a países y aerolíneas de todo el mundo. El director ejecutivo de Boeing, Dennis Muilenburg, agradeció el apoyo de Trump en una cena que tuvo lugar en agosto del año pasado en el club de golf de Trump en Bedminster, Nueva Jersey. El secretario interino de Defensa, Patrick Shanahan, nombrado por Trump, se desempeñó 31 años como ejecutivo de Boeing. Y la ex embajadora ante la ONU de Trump, Nikki Haley, ha sido nominada para formar parte de la junta directiva de Boeing.
Ralph Nader quiere que los ejecutivos de Boeing y el propio Trump sean llamados a declarar ante el Congreso bajo juramento. Nader sabe lo que significa el dolor de perder a un ser querido en un accidente aéreo innecesario. Ahora es el momento de tener una sólida reglamentación cuya prioridad sea la seguridad de los pasajeros y que responsabilice a quienes ponen las ganancias corporativas por encima de las vidas humanas.