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¡Reservas al debate!

Por: Julio Raudales

“Todo problema difícil tiene una solución simple, fácil…y equivocada.” decía el genial periodista Henry L. Mencken, y lo recordé cuando en medio de un debate radial uno de mis colegas profirió que la solución a la problemática actual estriba en la utilización de unos US$ 1,500 millones de las reservas internacionales netas (RIN) del Banco Central de Honduras.

Pero veamos: la propuesta es digna de análisis. ¡no nos apresuremos a decir que no tan rápidamente! Es cierto que nunca antes el Banco Central había acumulado una cantidad tan colosal de reservas en moneda extranjera: Siete mil quinientos treinta millones de dólares, una suma nunca vista en los 70 años de vida de la institución.

Y si la ministra de Finanzas clama porque el confinamiento de cinco meses ha perjudicado la economía formal de tal manera que no se ha recaudado un 25% de lo que estaba previsto al mes de julio, valdría la pena preguntarse por qué no han echado mano de esos recursos que son de fácil disposición, no generarían mayores costos de endeudamiento y podrían ser utilizados para financiar libremente lo que el gobierno disponga. ¿Por qué?

“¡Ah!, es que tenemos un acuerdo con el FMI y hay que respetar todos los criterios definidos en dicho compromiso.” La verdad, no es este un argumento suficientemente sólido. Para la comunidad financiera en general y el Fondo Monetario en particular, resulta comprensible que la actual es una situación excepcional y que, por tanto, cualquier medida, siempre que tienda a ser efectiva, puede ser validada más allá de cualquier compromiso.

Para ilustrar lo anterior, hay que decir que el acuerdo Stand By firmado con ese organismo, establece también medidas de contención del déficit fiscal y, sin embargo, en el mes de marzo el Congreso Nacional se apresuró a autorizar a la SEFIN para que busque fondos vía endeudamiento hasta por un monto de 60 mil millones de lempiras, lo que equivaldría a generar un déficit de al menos 10% del PIB. Por tanto, es difícil sostener que las autoridades no acceden a usar las RIN por temor a incumplirle al temido FMI.

“No lo hacemos porque la situación económica de nuestros principales socios comerciales es muy precaria e incierta”, pudiera decir alguien más. Bueno, es cierto, hay que recordar que en el mes de abril las cosas pintaban feo para los Estados Unidos que es nuestro mayor proveedor de divisas. Los anuncios parecían tremebundos: 35 millones de personas entraron a situación de desempleo en el país del norte y muchos de ellos seguramente eran compatriotas que, con sus remesas, sustentan en buena medida nuestra balanza de pagos y la estabilidad de nuestro lempira.

Pero resulta que el ingreso de divisas vía remesas se ha mantenido normal, considerando la situación crítica que vivimos, así que hasta ahora, no hay porque alarmarse.

¿Entonces? ¿Usamos las reservas? 1500 millones de dólares (37,000 millones de lempiras) no solo taparían el agujero fiscal que hasta ahora es de unos L 25 mil millones, sino que le dejarían al gobierno una buena cantidad adicional para empujar proyectos de reactivación económica en el campo, la industria, el comercio, turismo y hasta para regalar dinero a los pobres como aconseja la CEPAL. ¿Será que nos conviene?

Me parece que en situaciones como esta, la prudencia debe ser la virtud que guíe cualquier acción. No entraré a detalles técnicos, pero hay que considerar el hecho de que, en los últimos años, los hondureños están revirtiendo sus preferencias de ahorro, pasando una buena parte de su cartera a moneda extranjera. Es esto en parte lo que obliga al BCH a incrementar su acumulación de reservas para responder a los ahorrantes en caso de que necesiten de sus recursos.

Además, tenemos que hacer hincapié en las condiciones de competitividad del país: Honduras puede acumular reservas gracias al trabajo de nuestros migrantes y no porque tenga un nivel de exportaciones crecientes o esté captando mucha inversión extranjera. Por el contrario, estos rubros se están viendo fuertemente afectados en los últimos años. Las remesas no son sostenibles, dependen de la veleidad de la política norteamericana.

Por último, ¿valdrá la pena confiar recursos tan sensibles para la economía nacional como las reservas internacionales, a un sector público que ha demostrado tan poca eficiencia y transparencia en el manejo de los recursos? ¿Qué va a hacer el gobierno con esa plata? ¿Los usará de manera realmente eficiente? Le dejo a usted la respuesta.

Creo que ahí está el mayor de los valladares y con esta situación, yo preferiría no lanzarme a tomar una medida a las primeras de cambio.   

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