Por Alberto García Marrder
Especial para Proceso Digital, La Tribuna y El País de Honduras
Sabiendo que China le pisa los talones, ¿Donald Trump se decidirá finalmente apoderarse de Groenlandia y recuperar el Canal de Panamá, como es su obsesión?
Según un análisis de los datos a mano y sus imprevisibles medidas, mi respuesta es un posible sí a las dos opciones. Y antes que termine el año actual y sin importarle un carajo o un bledo las consecuencias.
O como me dijo un periodista estadounidense que consulté: ”He does no care, or give a fuck, to critics of his decisions”.(“No le importan ni un carajo las críticas a sus decisiones”).
Lo que sí preocupa en las cancillerías latinoamericanas (principalmente en la de Panamá) es que el Presidente norteamericano no ha confirmado o desmentido las informaciones publicadas en marzo por cadena CNN de que le había pedido al Pentágono “opciones militares” para recuperar el control del Canal de Panamá por razones de “seguridad nacional” ante la creciente presencia china.

Trump siempre se ha quejado que los puertos de entrada y salida de esta vital vía interoceánica eran operados por una compañía de Hong Kong, la SK Hutchinsoin Holding (lo que era verdad hace poco) y que soldados chinos controlaban las esclusas (lo que era y es falso).
La norteamericana BlackRock y sus socios, han comprado recientemente 40 puertos en todo el mundo, incluyendo los dos de Panamá, con la bendición de Trump.
Trump insiste que “diseñamos y construimos el Canal de Panamá no para el uso de buques chinos”. China es la segunda potencia en travesías del Canal, y la primera es Estados Unidos.
Trump siempre ha dicho que Estados Unidos necesita el Canal de Panamá por “seguridad económica” y alega, falsamente, que es operado por China.
Lo que sí es evidente es la presencia china en varios proyectos, como el cuarto puente sobre el canal, ya en la Ciudad de Panamá y preocupa en Washington la capacidad china de bloquear el canal, en caso de un conflicto con Estados Unidos.
El presidente panameño, Jose Raúl Mulino, no ha dejado de desmentir las alegaciones de Trump de que China controla el Canal.
Pero las alegaciones de Trump, falsas o no, han hecho mella en el gobierno panameño y en febrero pasado no renovó un importante acuerdo con Pekín sobre infraestructuras. Y el convencimiento que en América Latina, salvo Colombia, el apoyo que ofrecen a la soberanía panameña sobre el Canal es solo moral.
Estoy en capacidad de revelar que en el Pentágono y en el Comando Sur circula la posibilidad de una invasión, “solo si se cuenta con el apoyo de fuerzas de seguridad panameñas”.
No se a que se refiere eso, porque Panamá no tiene ejército, solo una Guardia Nacional y la policía, que nunca se pondrían a las órdenes de un comandante americano.

Cuando en 1989, los “Marines” norteamericanos invadieron Panamá para derrocar a un “dictadorzuelo”, el general Manuel Antonio Noriega, de la Guardia Nacional y acusado de narcotráfico, no hubo una gran resistencia. El “cara de piña” (llamado así por sus compatriotas por sus granos y espinillas en la cara) se refugió en la Delegación del Vaticano, donde no podían entrar las fuerzas americanas. Y estas, muy astutas como pude comprobar yo en mis tiempos de corresponsal de una agencia de noticias española, instalaron unos gigantescos altoparlantes con una incesante música de reggaetón. Noriega no pudo aguantarla y en menos de 24 horas, se rindió. El resto es historia.
Y lo de Groenlandia, es pan comido para Estados Unidos. Sus 60,000 habitantes- muertos de frío polar- se quejan que se sienten abandonados por Dinamarca y lo que quieren es ser autónomos. Ahora bien, si Estados Unidos les ofrece aparatos modernos para combatir el frío, estarían dispuestos a negociar. Y además, Washington ya tiene una base militar en esa isla polar tan grande como Suecia.

Pero la joya de las pretensiones expansionistas de Trump sigue siendo el Canal de Panamá.