La semana pasada, para ser puntual el 20 de abril de 1980, los hondureños se dieron cita en las urnas para votar por el establecimiento de una Asamblea Nacional Constituyente, la cual estaría conformada por los diputados de los pocos partidos políticos de aquel entonces, que sin darnos cuenta han transcurrido 44 años, de un camino al que le he hemos llamado “democrático” y que venía según algunos líderes de esa época como la panacea pues los hondureños habíamos transitado terribles noches de infamia, ignorancia, y de triquiñuelas políticas de caudillos y líderes seudopoliticos que llevaron a esta Patria de Morazán por los senderos y círculos equivocados de injusticia, desdicha e inconciencia.
Los golpes de Estado y traspasos de barricada eran lo normal antes de la década de los 80 en Honduras, no obstante, parecía que una nueva era aparecía por alcanzar en el mes noviembre de 1981, un gobierno electo en las urnas que presagiaba, tener un mejor País, un mejor lugar para vivir, superando las desgracias del pasado el cual había dejado estelas de dolor, sectarismo, cismas y odios entre familias, pueblos, ciudades en el Territorio hondureño. Los hondureños estábamos estrenando la Décima Tercera Constitución de su historia política, y se vio con mucha esperanza. Señores hay un grito de desesperanza desde todos los sectores hondureños que me permito interpretar y transmitir por aquellos que no lo pueden hacer o por aquellos que no tienen el valor de hacerlo.
Realmente de nuevo y para el debate de los intelectuales, políticos y cada una de las clases sociales y demás, tan solo, para reflexionar que en vez de ir de menos a más, nos decantamos por ir de más a menos, y esto se puede ver en temas de empleo, educación, seguridad, vivienda, salud. La clase política que ha imperado y ha gobernado este País, no ha sido capaz de ver de manera prospectiva, visualizando un mundo de oportunidades en la “Honduras de Aquí” y no en la “Honduras de allá”, sin tener que estar pensando en que tenemos que salir como forasteros, desconocidos y humillados solo por ser hondureños. Cuando hablo con jóvenes que han nacido en este País y que ven cerrados los espacios para realizarse como hombres y mujeres profesionales y que pueden hacer grandes aportes a la ciencia, cultura y al desarrollo económico de Honduras, sus conversaciones apuntan casi en un 90% que desean abandonar el País y buscar mejores oportunidades fuera.
Lo anterior, es preocupante, porque solo nos dice que si perdemos la fuerza y mano de obra joven y preparada para nuestro País, nos estamos condenando a vivir además con una población digna de lástima y conmiseración, solo esperando vivir de las remesas que los familiares les envían mes a mes, que mediante trabajos duros en toda la extensión de lo que significa “trabajo duro”en Norteamérica o en Europa. Vivimos en una economía ficticia, pues el día que el tío, el hijo, esposo, esposa, pariente cercano no trabaja en estos países donde se encuentran son menos dólares o euros que dejan de percibir los remesados, de tal manera que la exportación de nosotros ya no es café, bananos y otros productos que otrora mandábamos, ahora nuestra mayor exportación somos nosotros mismos que arriesgamos la vida cruzando el río, el desierto, o subidos en la bestia o pagando miles de dólares a coyotes o polleros para que nos pongan en Europa o en suelo Estadounidense.
Por una Honduras mejor, sería que nos dedicáramos a mejorar en educación los índices de reprobación, repitencia, rezago escolar, deserción o abandono, preparar nuestros niños y jóvenes de cada escuela, centro básico, institutos y universidades a ser mejores estudiantes sin regalarles o promocionarles automáticamente o forzar tantas recuperaciones como sean posible, prácticas totalmente letales para la mejora continua en cada uno de los niveles del Sistema Educativo Nacional. Por otro lado, revisar el CNB, que ya tiene más de dos décadas en uso, cuando los conocimientos se reemplazan a cada hora. Actualizar y declarar en forma permanente a los más de 60 mil profesores del Sistema incluyendo los del sector gobierno y a los de la empresa educativa privada a efecto de mejorar la metodología y técnicas de enseñanza y sistemas de evaluación que sean coherentes y que signifiquen para los educandos experiencias verdaderas de enseñanza-aprendizaje. Es tiempo de volver a la escuela un lugar para que los niños aprendan y no se aburran, ni se cansen de estar haciendo lo mismo de lo mismo. Una re ingeniería del Sistema Educativo Nacional con propuestas curriculares serias y no que solo se le cambie la tapa a un curriculum Nacional, hecho para otro país, más hecho para Honduras, un curriculum contextualizado, regionalizado y adecuado a las necesidades educativas y realidades subyacentes de la geografía nacional.
Un mejor País, en donde podamos caminar libremente a cualquier hora del día y de la noche, sin tener que acudir a Estados de Excepción por motivos de la delincuencia que no deja vivir en paz a los ciudadanos de Honduras. Ponerle punto y final a esa práctica nefasta e inhumana y despiadada de la estafa y la extorsión. Además quitarnos la mala fama que tenemos de narcotraficantes y coimeros, corruptos y tratantes de personas. La verdad es que, lo anterior, es una lacra y una oscura y pútrida realidad en donde vivir es un milagro.
Nuestra mirada seria en que los próximos 50 años estemos compitiendo con los mejores países exitosos, y no estar peleando por el último lugar de pobreza y atraso en todos los indicadores de desarrollo humano. Tenemos que darle vuelta a esta mala página escrita por los corruptos y malos hombres y mujeres que nunca pensaron el bien para Honduras.
Tenemos que repensar este País, fomentando la investigación científica, potenciando y planificando mejores ofertas de carreras técnicas, ciencias básicas, habilidades blandas, diversificando cada espacio y abriendo un abanico de oportunidades para evitar la fuga de cerebros, salvar la presente y futura juventud, inculcando valores de altruismo, morales, éticos y espirituales a efecto que ellos puedan heredar un mejor país y de esta forma competir, aprendiendo lecciones por igualación, mejoramientos y de superación personal, y para toda la colectividad.
Una mejor Honduras con una clase política embelesada en los problemas de Nación y no anteponiendo los intereses personales, lucrándose, enriqueciéndose con negocios mal habidos o por componendas políticas amañadas, deleznables e inexcusables. Una clase política más animal política que política animal, pues lo primero es lo normal y natural, lo segundo, expone a aquellos que no viven para servir, sino que se sirven de todo lo que pueden, ambiciosos, avaros y desleales. Políticos que se detienen en estas líneas escritas, reflexionen, párense y piensen en Honduras, el show y el circo no es bueno, recuerden que en estos antros de diversión, la risa se termina rápido y las alegrías son efímeras. Cambien su mentalidad y trabajen legislando por un mejor país el cual merecemos tener los que estamos vivos por ahora y por aquellos que están por nacer, y para aquellos que están en crecimiento , entre la niñez y la juventud de este Siglo XXI. Basta ya de horarios inadecuados para discutir los problemas más grandes de Honduras, basta ya de tanta ingerencia entre los poderes del Estado, presenten iniciativas y proyectos de ley de beneficio para la sociedad hondureña, no usen el poder para beneficios personales, sean más sensatos, deben apostarle al debate político de altura, hagan decisiones correctas, busquen asesores que no les endulcen los oídos que no les hagan cometer sendos errores y daños a los hondureños, en fin, tienen una gran oportunidad de cambiar la historia y como “padres de la Patria” heredar una Honduras mejor, de cómo la encontraron según sus hallazgos.
A la clase económicamente poderosa de este País, decente, honesta y trabajadora que no dejen de creer en Honduras, que la inversión y la creación de empresas en los rubros del turismo, maquila, industrial, comercial, agrícola, ganadera, educativa, tecnológicas, textileras, naviera y demás puedan verse en estos próximos años venideros, los cuales no serán fáciles pero que, con trabajo, dedicación, concertación, negociación y altos niveles de altruismo y armonía podríamos salir de esta historia de desdicha, desidia y atraso que nos ha tocado vivir, la cual podemos revertir todavía con buenos hombres y mujeres dedicados a construir UNA HONDURAS MEJOR.
Para finalizar estas líneas, debemos preguntarnos si la Honduras de hace 44 años era mejor que la Honduras de hoy después de todo este camino recorrido, llamado la “Era Democrática”. El llamado es para todos, poderosos, postergados, olvidados, desposeídos, desesperanzados, pobres, ricos y toda la colectividad a luchar todavía aún, por una HONDURAS MEJOR.