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Paola de los belgas cuenta sus “increíbles esfuerzos” como figura pública

Bruselas.– La reina emérita Paola de los belgas, que dejó el trono cuando abdicó su esposo Alberto II en 2013, ha confesado en un documental inédito sus “increíbles esfuerzos” por adaptarse a la vida pública tras casarse con el antiguo jefe del Estado a los 22 años.

“Como personaje público, lo he pasado mal”, reconoce Paola en el reportaje, emitido en la noche del viernes por la cadena pública RTBF, del que hoy se hacen eco los medios belgas.

Paola Ruffo di Calabria nació el 11 de septiembre de 1937 en la localidad italiana de Forte di Marmi, en el seno de una familia de la aristocracia.

La más joven de siete hermanos, conoció al príncipe Alberto II de Bélgica en 1958 y se casó con él el 2 de julio de 1959 en Bruselas, cuando ella tenía 22 años.

“Alberto quería casarse muy rápido; pensé que tal vez era necesario conocernos mejor”, admite Paola en el documental, en el que lamenta igualmente no haber tenido “tiempo para estar un poco solos, juntos”, durante su noviazgo, un corto período de compromiso que no ayudó a su pareja.

“Estábamos al principio de una historia”, subraya en el reportaje, en el que primero es entrevistada sola, luego con su marido y continuación con sus hijos.

La pareja tuvo tres hijos: Felipe (el actual monarca), Astrid y Lorenzo, pero atravesó una importante crisis conyugal, de 1966 a 1984, tras la relación de Alberto con la baronesa Sybille de Sélys, con la que tuvo a su hija ilegítima Delphine, a la cual reconoció años después tras un proceso judicial para que se hiciera una prueba de paternidad.

El documental, en todo caso, no habla de Delphine porque Paola consideró que “no era su historia”, según el director, Nicolas Delvaulx.

Pero Paola sí que reconoce haber tenido amantes porque en esa época fue muy infeliz.

“No fui feliz durante 10 años. No sabía adónde ir. Había este peligro de divorcio. De los 70 a los 80, estuve sola y triste. Me había alejado de todo. Entonces, un día, él me dijo: siempre te he amado y eso me hizo feliz”, cuenta Paola.

Por su parte, Alberto asegura haberse dado cuenta del peligro y que no podía aceptar que la custodia de sus hijos quedara en sus manos si se separaban, porque consideraba que “los niños necesitan a su madre”.

Paola se convirtió en la sexta reina de los belgas en agosto de 1993, cuando tenía 56 años, tras la muerte sin descendencia del hermano de Alberto, el rey Balduino.

Fue además la primera reina en tener un despacho en el Palacio Real y, tras la abdicación de Alberto, ha mantenido el título de reina.

En todo caso, Paola cuenta en la emisión de la RTBF que le dejó claro a Alberto que “nunca quiso ser reina”, y señala que “lo pasé mal” por las críticas de los medios, sus dificultades para hablar con la gente o incluso por haber tenido que aprender holandés, una de las lenguas oficiales de Bélgica.

“Fue un dolor, pero hice esfuerzos increíbles, que nadie sabe”, comenta la reina emérita.

Ahora Paola y Alberto se han reconciliado: “Si haces un pequeño esfuerzo, un gran esfuerzo, en el matrimonio, vale la pena. Darse tiempo”, concluye la reina. 

(ir)

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