Por Alberto García Marrder
Especial para Proceso Digital, La Tribuna y El País
Para este nuevo año, me he propuesto superar un leve ictus cerebral que sufrí en octubre pasado, aprender de nuevo a caminar y a pasar la cifra de unas 500 crónicas periodísticas que he publicado en los últimos 10 años.
Me puedo jactar de tener una buena salud mental, a pesar del ictus, como es el hecho que ahora escribo más y… tal vez, mejor.
Muchos amigos, incluyendo al historiador hondureño Mario Argueta, me han sugerido que escriba mis memorias periodísticas. Tengo que pensarlo, pero ahora si puedo resumir en un solo artículo, mis 40 años de “agenciero” o de corresponsal extranjero para una agencia de noticias española, en varios países y en momentos históricos que ahora sí puedo decir con orgullo…”yo estuve allí presente”.
Estudié cuatro años en La Escuela Oficial de Periodismo de Madrid en los años sesenta y un año en París, periodismo audiovisual en la ORTF.
Siendo estudiante y viviendo en el Colegio Mayor Guadalupe de la Ciudad Universitaria de Madrid tuve el honor de ser el traductor del astronauta americano John Glenn y guía (era ciego) del famoso compositor español Joaquín Rodrigó (“Concierto de Aranjuez”).
Mucha teoría, pero poca práctica. Eso lo aprendí en Londres, en la oficina de la Agencia EFE, gracias al experimentado periodista español Antonio Sánchez-Gijón y a mis jefes en la sección en español del semanario “The Economist”.Y como no podía atender dos trabajos a la vez, me quedé solo con el de “EFE”.

Mi prueba de fuego fue la cobertura de la guerra política-religiosa de Irlanda del Norte y la invasión soviética de Checoslovaquia, donde aprendí a correr frente a los tanques rusos.
Estando en Praga y Bratislava, descubrí un tráfico de armas checas a El Salvador, que acababa de tener “La Guerra del Fútbol” con Honduras en 1969. Mi reportaje sobre ese tema se publicó en exclusiva en el diario “La Prensa” de San Pedro Sula, que en ese día duplicó su circulación.
Y de regreso a Londres, publiqué de la mano del célebre periodista español Felipe Mellizo, cinco reportajes en primera en el entonces vespertino “Pueblo” de Madrid sobre la creciente presencia naval soviética en el Mediterráneo.

Cargos en la Agencia española de noticias EFE: director (delegado o “Bureau Chief”) en sus oficinas de Londres (siete años), Washington (tres años) y Panamá (siete años).
–Director servicio radial internacional de la “United Press Internatioanal-UPI y EFE en Nueva York» -Un año.
–Director del servicio mundial en inglés de EFE, con sedes en Manila, Madrid y Panamá (dos años).
— Subdirector Internacional de EFE en Madrid – Un año.
Algunos titulares de mis más de 500 crónicas-reportajes publicados en el portal Proceso Digital de Tegucigalpa:
— Mi entrevista con el presidente Ronald Reagan en la Casa Blanca.
— Mis viajes con el presidente Reagan a California y México.
— Mi entrevista con la Primera Ministra británica, Margaret Thatcher…si , era una “Dama de Hierro”.
— El día que las turbas sandinistas profanaron al Papa Juan Pablo II en Managua.
— Mi cobertura periodística del viaje del Papa Juan II a una Cuba comunista- Fidel Castro se portó mejor que Daniel Ortega.
— En Santiago de Cuba, yo observaba más a Raúl Casto que al Papa Juan Pablo II.
— Cuando llegue a Honduras en el avión del Rey de España, desde Madrid-Guatemala.
— Cuando dirigí dos coberturas periodísticas de Cumbres Iberoamericanas, una en Argentina y otra en Chile.
— He entrado tres veces al Corredor de la Muerte en una prisión de Florida y he escuchado –con pánico- funcionar la silla eléctrica-
— Estaba en Praga tras el primer aniversario de la invasión soviética.

— Tras el huracán “Fifí” en Honduras, subí en una mula un cerro para averiguar porque quedó sepultada la población de Choloma –bajé enfermo.
— Mi amistad con la “Coneja Cardona ” y la última que lo vi”.
— Mi amistad con Julio Iglesias me permitió dar muchas exclusivas.
— La Unión Europea comenzó en 1991 en Maastricht (Holanda) y yo estaba allí para contarlo.
— En 2024 y en Madrid, sufrí un leve ictus cerebral y fui el primero en contarlo, para dar ejemplo que se puede superar.