Tegucigalpa.– Las condiciones meteorológicas en la zona noroccidental de Honduras han mejorado en las últimas horas, lo que está permitiendo acelerar las labores de limpieza en comunidades enteras y la rehabilitación de carreteras primarias y secundarias afectadas por las tormentas tropicales Iota y Eta.
«Estamos sacando el lodo que quedó en toda la casa de unas seis pulgadas de alto, todo se arruinó», dijo a Efe en comunicación telefónica Juan Ramón Irías, quien vive en el sector residencial Céleo González del este de San Pedro Sula, la segunda ciudad más importante y situada en el norte de Honduras.
Irías, quien entre otras actividades es promotor cultural, recordó que, en medio de las inundaciones que dejaron Iota y Eta en el sector donde se localiza su vivienda, la cantidad de agua que cayó fue superior a la que descargó el devastador huracán Mitch.
Agregó que las tres inundaciones que sufrió en dos semanas el norte y occidente de Honduras, principalmente el extenso y fértil valle de Sula, causaron muchos destrozos.
En el sector de la Céleo González, donde hay alrededor de una veintena de barrios, hubo familias que debido al alto nivel que alcanzó el agua subieron a los techos de sus casas, donde algunos esperaron varios días para ser rescatados por socorristas.
«El agua nos arruinó todo, los muebles de la sala, las camas, cocina, refrigeradora, divisiones, mi modesta biblioteca y literatura que son parte de la memoria histórica, todo se perdió», expresó Irías, conmovido por los daños que han sufrido su casa y su familia.
Irías, casado y con cuatro hijos, recordó que en 1995 asistió, como fiscal de la Federación de Sindicatos de Trabajadores del Norte de Honduras (Fesitranh), a la inauguración de la Céleo González y que poco tiempo adquirió su casa.
Hasta antes del paso de las tormentas Iota y Eta, el único desastre natural que había inundado la zona de una manera similar fue el huracán Mitch en 1998.
En la región del valle de Sula, que es muy vulnerable a los huracanes, tormentas y depresiones tropicales, muchos hondureños, cuando saben que su casa puede ser inundada, buscan proteger sus cosas colgándolas del techo.
Irías, después del paso de Eta, que inundo el valle de Sula y otras regiones del país, y ante la llegada de Iota, decidió poner a salvo sus pertenencias, principalmente los muebles, entre otros objetos, en sitios a una altura de un poco más de un metro.
«No nos imaginamos que las inundaciones de la Iota serían más severas, el agua hizo que todo lo que teníamos en alto se cayera y quedaran en el piso llenas de lodo», dijo.
El nivel del agua alcanzó alrededor de los dos metros de altura en la casa de Irías, quien con sus familiares, herramienta en mano, hoy estaban afanados limpiando su hogar.
La estructura de la casa se conserva, pero Irías dijo que con el tiempo se darán cuenta si hay daños en los cimientos.
Agregó que personal de la Municipalidad de San Pedro Sula ha llegado al sector con maquinaria para limpiar los barrios que resultaron más dañados por los dos fenómenos naturales, a los que se sumó una tercera inundación por precipitaciones en el occidente del país, donde nacen dos ríos caudalosos que cruzan por varios departamentos y desembocan en el Caribe.
«Estamos viendo si rescatamos la refrigeradora, que quedó tirada en el piso. La limpiaremos con chorros de agua a presión y luego la secaremos para ver si funciona», acotó Irías.
Son miles los hondureños que hoy continúan en labores de limpieza de su casa, oficinas, fábricas, comercios y otro tipo de infraestructura dañados por las inundaciones que dejaron Iota y Eta.
También se trabaja en la rehabilitación de puentes y carreteras dañados total o parcialmente.
(ir)