Tegucigalpa (Especial Proceso Digital /Por Lilian Ester Bonilla) – El 1 de mayo, Día Internacional del Trabajador, alguna vez fue una jornada de lucha auténtica, de reivindicación obrera, de calles tomadas por las bases laborales exigiendo derechos. Hoy, esa mística ha sido sustituida por una coreografía partidaria, donde las consignas de los trabajadores han sido opacadas por los discursos de los políticos. Lo que antes fue una marcha por los derechos laborales, ahora se ha convertido en una pasarela para la dirigencia del partido oficialista.
– Defensores de DDHH critican que la lucha obrera, en Honduras, ya no se grita ni se reclama con justicia, se negocia. Y en ese trueque, los derechos laborales son la moneda de cambio.
– La politización del movimiento sindical ya no es un rumor, es una confesión pública.
La convocatoria hecha por el coordinador del Partido Libertad y Refundación (Libre), Manuel Zelaya Rosales, no deja espacio a dudas: el 1 de mayo es ahora terreno de su militancia. Desde sus redes sociales, el también asesor presidencial llamó a movilizarse no por el alza al salario mínimo, ni por el respeto a los contratos colectivos, sino para «respaldar a la clase trabajadora frente al bipartidismo entreguista y golpista». Es decir, convertir una fecha de lucha obrera en una plataforma partidaria contra los adversarios políticos.
Y no se trata de un hecho aislado. Como reconoció sin pudor el dirigente de Libre, Melvin Cevallos, “la mayor parte de la dirigencia que hay dentro de las centrales obreras, sindicatos y gremios son parte del Partido Libertad y Refundación”.
El presidente de la Central General de Trabajadores (CGT), Daniel Durón, consultado si la clase política se ha adueñado de la marcha del 1 de mayo, contestó que no puede limitar la participación de ninguna persona en estas movilizaciones, pero reiteró que las centrales obreras son las que convocan.
Justificó que el expresidente Manuel Zelaya Rosales (2006-junio de 2009) participaba en las movilizaciones antes de que fundara el Partido Libertad y Resistencia (Libre) ha participado en las movilizaciones del 1 de mayo indicando que es una convocatoria abierta.

¿Dónde están las demandas laborales?
Mientras la dirigencia sindical se funde con el partido oficialista, los problemas estructurales que afectan a los trabajadores hondureños siguen intactos. El sindicalista José Luis Baquedano lo expresó con claridad: “El desempleo sigue creciendo, el salario mínimo no alcanza, y los derechos básicos como salud, educación y vivienda siguen siendo una promesa incumplida”, anotó en entrevista con Proceso Digital.
El reconocido gremialista, también reconoció que el sindicalismo no debe perder su dignidad y mantenerse firme en sus demandas y buscar reivindicarse, sabiendo reconocer los errores y rechazando la politización de las marchas del 1 de mayo. “Es importante que no se permita que partidos políticos quieran ser protagonistas. Siempre han participado, como la Democracia Cristiana, el PINU, la UD o el Partido Libre, pero deben hacerlo con respeto. Esta es una lucha de los trabajadores, no de los políticos”, afirmó.

La cooptación disfrazada de apoyo
El discurso oficialista insiste en que los políticos también son trabajadores y, por tanto, tienen derecho a marchar. Pero lo que ocurre en la práctica es un desplazamiento del protagonismo obrero hacia la clase política. Como bien lo advirtió Pedro Orellana, de la Red de Sindicatos de la Maquila: “Es lamentable que los políticos lleguen a saludar con sombrero ajeno solo porque ven que los sindicatos movilizamos gente”.
La supuesta unidad entre las centrales obreras para este 1 de mayo no garantiza una agenda laboral clara ni combativa. Por el contrario, parece ser parte de una estrategia de alineamiento político, en la que los reclamos concretos de los trabajadores son relegados a segundo plano mientras se amplifica la propaganda gubernamental, lamentó.
Un movimiento obrero desarmado
La cooptación de los espacios cívicos por parte de la clase política ha dejado a los trabajadores sin una voz verdaderamente independiente. Las estructuras sindicales han sido absorbidas por intereses partidarios y muchos de sus líderes son ahora operadores políticos con camiseta de partido.
En este contexto, la movilización del Día del Trabajador ya no representa una amenaza para el poder económico ni para el político. Lejos de ser un acto de beligerancia social, se ha transformado en una caminata decorativa, vigilada y utilizada como termómetro de popularidad por los partidos.
La historia del movimiento obrero en Honduras —desde la huelga bananera de 1954 hasta las conquistas de los años 80— fue escrita con sacrificio, autonomía y convicción. Hoy, esa historia se desdibuja entre pancartas partidarias, discursos populistas y estrados compartidos con quienes deberían ser cuestionados, no aplaudidos, como bien lo reconocen los propios obreros.

Una conmemoración sin trabajo para celebrar
En este contexto se revela que este 1 de mayo, Día Internacional del Trabajador, encuentra a Honduras en una de sus peores crisis laborales de las últimas décadas.
Hoy no hay nada para celebrar, las cifras de distintos estudios indican que el desempleo se ha convertido en el mayor drama de miles de familias hondureñas, afectando con mayor severidad a mujeres, jóvenes y trabajadores del sector maquilador.
Durante el 2024, más de 8 mil personas perdieron sus empleos solo en la industria de la maquila. Y el panorama no mejora para 2025: ya se ha confirmado que al menos 3 mil hondureños más se sumarán a las filas del desempleo en los primeros meses del año. Este fenómeno no solo agrava la situación económica de los hogares, sino que alimenta el desencanto y la desesperanza, empujando a miles a migrar en busca del llamado “sueño americano”.
Según el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la UNAH, la tasa de desempleo en Honduras alcanzó el 7.2% en 2024, subiendo respecto al 6.9% registrado en 2023. Más alarmante aún es la situación de los jóvenes entre 15 y 29 años, cuya tasa de desempleo asciende al 11.2%, de acuerdo con datos del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP).
Según el informe, la tasa de desempleo total en Honduras se sitúa en 5.2 %, lo que representa a 205,973 personas que están activamente buscando empleo, explicó la Oficial de Política Económica Yeny Antúnez en entrevista con Proceso Digital.

En cuanto a la informalidad, más de 1.6 millones de personas en Honduras trabajan en condiciones de subempleo, siendo los jóvenes entre 15 y 29 años quienes representan la mayor proporción (37%).
Pese a que la fuerza laboral creció un 1.06% entre 2023 y 2024, pasando de 3.8 a 3.9 millones de personas, más de 2.3 millones enfrentan problemas de empleo y el 80% sobrevive en la informalidad.
La necesidad de una nueva agenda obrera
A pesar de este panorama, analistas consultados son del criterio que aún hay tiempo para replantear el rumbo. El sindicalismo hondureño necesita renovarse con urgencia: abrirse a los sectores excluidos, sumar a los trabajadores informales, incorporar a jóvenes, mujeres y nuevas formas de organización. También debe actualizar su agenda, vinculándose a temas como la justicia climática, la economía digital, los derechos humanos y la defensa de los servicios públicos.
La memoria de 1954 debe ser inspiración, no consuelo. La clase trabajadora necesita un movimiento sindical que no solo mire hacia atrás con orgullo, sino que mire hacia adelante con claridad y valentía, apuntó Baquedano.
Mientras el grito de los obreros que ya no se sienten representados por una clase obrera coinciden que Honduras no necesita un sindicalismo decorativo. Necesita una fuerza obrera que recupere su papel histórico de incomodar al poder, de construir alternativas y de defender con firmeza la dignidad del trabajo.
Este 1 de mayo, los trabajadores saldrán a las calles, sí. Pero tal como lo han hecho los últimos años y particularmente en el presente Gobierno, lo harán bajo la sombra de una clase política que ha usurpado su causa, sus símbolos y su protagonismo. LB