Por Alberto García Marrder, desde Madrid.
Para Proceso Digital, La Tribuna y El País de Honduras
El escritor peruano Mario Vargas LLosa, recientemente fallecido, fue un genio de la literatura y por eso, el Premio Nobel bien merecido. Pero fue un desastre su relación con las mujeres.
Fueron tres los amores de su vida y dos de ellos, familiares: Su Tía Julia (a la que le dedicó su libro “La Tía Julia y el Escribidor), su prima Patricia (madre de sus tres hijos) e Isabel Preysley (la filipina-española ex esposa de Julio Iglesias y la reina de la prensa rosa de España) en una relación muy extraña que apenas duró siete años.
Julia Urquidi murió en Bolivia en 2010 a la edad de 84 años y para vengarse de lo que escribió su ex marido en ese libro, publicó “Lo que Varguitas no dijo”.
“«Tenía fe en él y una gran confianza. No me equivoqué en lo literario. Como hombre me defraudó.”, vino a escribir. No sabemos a qué se refería con esa decepción.
La Tía Julia, divorciada, boliviana y 12 años mayor que él fue la primera mujer a sus 18 años (no tenía la mayoría de edad, según las leyes peruanas de entonces) y solo conocía los burdeles de ciertos barrios de Lima, cuando era cadete de una escuela militar.
Su apresurado matrimonio con la Tía Julia fue una odisea. Su familia se opuso y su padre amenazó con matarlo y a ella, “esa seductora de menores”, a expulsarla a Bolivia. Y ningún juez de Lima se atrevía a casarlo por falta de permiso parental. Así que tuvieron que acudir a un modesto juez de una aldea de pescadores en el interior del país para que los casara, con una alteración de las fechas de nacimiento y una “donación”.
Mario Vargas Llosa (que hasta entonces sólo hacía boletines de prensa para dos emisoras de radio) y la boliviana que se preguntaba qué hacía con este “mocoso” habían mantenido un largo noviazgo donde solo se besaban en las últimas filas de los cines de barrio.
Y su primera noche de amor, tras la boda medio clandestina, fue en un cuarto de un modesto hotel de playa. Y la de mayor experiencia esa noche fue ella. La Tía Julia se quejaba en su libro que fue ella la que ayudó a Vargas Llosa a ser un escritor y la que le pasaba a máquina todos sus borradores de libros. Y que como condición para casarse le había impuesto la condición de serle fiel durante los primeros cinco años de casado. Promesa que su “Varguitas” no cumplió.

Cuando vivían en París, vino a vivir con ellos, la joven Patricia de apenas 16 años, prima del escribidor y supuestamente para estudiar en La Sobornne. Y sucedió lo que no estaba escrito: se enamoraron los primos. Y los que iban a la última fila de los cines de barrio eran ya ellos.
Se divorció de su tía, de una manera grosera y se casó con su prima cuando ésta cumplió los 19 años. Tuvieron tres hijos (Álvaro, Gonzalo y Morgana), le perdonó su “noviazgo” con Isabel Preysler y lo cuidó en sus últimos años de vida, en su casa del barrio “El Barranco” de Lima.
Este artículo quiere dejar en claro la importancia de la “Tía Julia” en la vida personal y literaria de Vargas Llosa. Lo hizo escritor y hombre.

Lo de Isabel Preysler es difícil de describir. ¿Qué hacían juntos todo un Premio Nobel de Literatura con la reina de la prensa rosa de España, la revista “HOLA”?
¿Daba pena ver a Vargas Llosa junto a la Preysler en actos de promoción publicitaria? Ella en su tinta, él en su miseria. Eran incompatibles: Ella en su lujo, desfiles de modas y sus reportajes de chismorreo en su revista de cabecera, “HOLA”. Él, en sus libros, su biblioteca y sus inspiraciones.
Agarró su maleta y se fue a su casa del Madrid antiguo. Y pronto volvió a los brazos de Patricia, que le perdonó sin reproches. Y ella y sus tres hijos lo cuidaron en sus últimos años de vida en Lima.