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La soledad ciudadana

Julio Raudales

La espera continúa y deberá seguir. Así ha sido siempre, aunque a muchos extraviados, desconocedores de la historia les cause extrañeza.

No es la primera vez que un torneo electoral deviene tan cerrado en Honduras. En 2005 por ejemplo, la diferencia de 23 mil votos a nivel presidencial fue subvertida por la irresponsable declaración de uno de los magistrados del entonces tribunal electoral, previa a la hora que la ley establecía. Se desató entonces una tormenta peor que la actual. Algunos no lo recuerdan, pero tuvo que intervenir entonces la “Embajada” y declarar ganador al señor Manuel Zelaya, quien fue presidente gracias al voto de los hondureños, pero también a la “ayudita injerencista” de los Estados Unidos. 

Y cómo no recordar la fatídica elección de 2017, en que el Partido Nacional, entonces secuestrado por una banda criminal ligada al narcotráfico, robó descaradamente una elección legítimamente ganada por la oposición, que daba al traste con la inconstitucional reelección y que la diferencia entonces fue también inferior al 5% de los votos. 

No puede ser que la desesperación de la coyuntura nos haga olvidar que persiste en el país un esquema electoral proclive a generar crisis donde debería haber certidumbre.

Si bien es cierto, en el 2021 se cambió la ley para permitir el ingreso a los órganos electorales de la tercera fuerza política que desde 2013 irrumpió en el menú, esto solo fue un maquillaje surgido de la legítima presión que LIBRE ejerció durante sus ocho años de existencia para tener representación en la gestión de los comicios. 

No era, por tanto, un mecanismo de apertura ciudadana que permitiera ejercer el poder a quien le corresponde (al pueblo), solo fue un acuerdo más entre las élites para asegurarse un puesto en la repartición.

El primer ensayo ejecutado con esas nuevas reglas fue a todas luces exitoso. Lo que hay que aclarar a la distancia de cuatro años, es que ese éxito no se debió al cambio de reglas, sino al hartazgo de la población frente a los desaguisados del gobierno nacionalista y sus doce años de saqueo y abusos que tanto daño hicieron a este pobre país. 

En efecto, la actual presidenta obtuvo un aluvión de votos y apenas unas horas después del cierre de las urnas, el ahora criticado TREP le había otorgado el triunfo contundente con apenas el 17% del escrutinio rápido. No hubo, por tanto, discusión ni protestas, la diferencia de más de 10 puntos no dejaba lugar a dudas.

 Hay que repetirlo entonces, a riesgo de ser redundantes: No fue la nueva ley electoral, ni la gestión del CNE de entonces las que permitieron en 2021 unos comicios pacíficos. Los problemas en nuestra democracia persisten y seguirán mientras no haya madurez en nuestros políticos. En tanto no se les aclare quien manda y quien es el mandado.

Los comicios de hace una semana fueron impolutos desde la perspectiva ciudadana. Pese a todos los intentos por desestabilizar la fiesta, a la descarada injerencia de Trump, a la fatídica noticia de que Juan Orlando sería indultado y a los consumados problemas del diseño del sistema, la gente salió entusiasmada a votar. De los cuatro puntos cardinales la presencia fue masiva y el votante mostró su madurez.

En efecto, a diferencia de sus políticos, las hondureñas y hondureños entienden la importancia de su tarea, independientemente de su escolaridad y preferencias. Cruzaron su voto, sacaron del camino a los impresentables de siempre, que por ahí andan queriendo negociar. Dijeron no, una vez más a quienes quieren reelegirse de forma sempiterna frente al rechazo de la gente. Pero las instituciones deben cambiar para que esta voluntad y madurez ciudadana se hagan por fin realidad.

¿Qué falta entonces? Dos de los 3 concejales han hecho su trabajo de manera responsable, es cierto, pero no debemos continuar en la actitud contumaz de seguir eligiendo a las autoridades electorales por su inclinación política, hay que ciudadanizar los órganos electorales, las mesas y todo el proceso. Esa debe ser la primera misión de quienes asuman el mando en enero próximo.

Hay que elegir a los congresistas por distritos electorales y evitar así el manoseo y la tiranía del cociente y residuo electoral. ¡Hay que diseñar una democracia de ciudadanas y ciudadanos! Ese es el paso obligado ahora.

A las y los candidatos el llamado es contundente. ¡Maduren por favor! Sepan esperar. El conteo será largo y su silencio debe ser su mejor homenaje a esta ciudadanía ejemplar que supo cumplir su tarea. Esperen pacientes y vigilantes el conteo y ¡por una vez hagan las cosas bien los próximos 4 años!

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