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La receta de Giammattei para tapar un año de fracasos con la compra de Sputnik V

Promesas incumplidas, mentiras flagrantes y charlatanería marcaron un año en el que el Presidente guatemalteco apostó por las vacunas rusas contra el covid-19. Ante el fracaso del plan de vacunación –sustentado en un proceso opaco de compra–, construyó un relato oficial sesgado para desinformar, confundir y engañar a la ciudadanía.

Por: Andina Ayala, Bill Barreto, Mariajosé España, Kimberly López, Angel Mazariegos, Ferdy Montepeque

El presidente Alejandro Giammattei anunció la compra de Sputnik V como el contrato que proveería vacunas para el 80 por ciento de la población en 2021. Sin embargo, resultó un fracaso. Guatemala registra la tasa más baja de vacunación en Centroamérica y un millón de dosis rusas vencieron este 28 de febrero. 

Para evitar rendir cuentas acerca del negocio que identificará a su gobierno en la posteridad y para desviar la atención sobre el fiasco en que terminó su programa basado esencialmente en la vacuna rusa, el mandatario optó por mentir.

Esta historia recoge las verdades a medias, las falsedades, las contradicciones y las inconsistencias emanadas de fuentes oficiales, de las que el gobernante –un médico que se ufanaba de ser un ejemplo en la región sobre cómo gestionar la pandemia–,  fue el principal promotor. 

La Universidad Mesoamericana, en Quetzaltenango, funciona como puesto de vacunación al igual que la sede de las otras tres universidades que operan en la cabecera departamental. Los cuatro establecimientos ofrecen la Sputnik V para primera, segunda y tercera dosis. Foto: Oliver de Ros.

La política de mentir

Es 19 de julio de 2021 y al presidente le cuesta mantenerse erguido mientras pronuncia su discurso en San Cristóbal Cucho, San Marcos, durante la inauguración de un proyecto de agua y alcantarillado. Habla más lento que de costumbre y su dicción es torpe, tiene los labios resecos como una señal de deshidratación y cierra los ojos constantemente.

“A pesar de que tengo todas las características para ponerme la vacuna, he decidido no hacerlo, sino quedarme esperando a ser de los últimos… Si Dios permite que esa vacuna que estaba destinada para mí, sirva para alguien más y salve una vida; yo estoy muy tranquilo conmigo mismo y con mi conciencia. Pero yo me quedaré al final, Dios sabrá cuidarnos, sabrá protegernos”. Giammattei acaba de mentir en público otra vez. Lo volverá a hacer y sus funcionarios más cercanos también.

Escuche la declaración de Giammattei, es falsa. Se había vacunado cinco días atrás.

Él no se inmuta cuando miente, pero su imagen es el reflejo de su gestión en ese momento. El gobierno sufre las consecuencias de su peor jugada durante la pandemia del covid-19. Hace tres meses pagó por adelantado Q614.5 millones (US$79.80 millones) por ocho millones de vacunas Sputnik V, pero solo ha recibido el 11 por ciento de las dosis y no hay garantía de que Rusia cumpla lo pactado.

Los contagios de coronavirus van en ascenso. La ocupación de las áreas covid-19 en los hospitales está por arriba del 90 por ciento y el país está por iniciar la tercera ola de infecciones: es el principio de una situación crítica porque las emergencias empiezan a colapsar. 

Escuche la declaración de Giammattei, es falsa. No fue el último en vacunarse, sino de los primeros en recibir Moderna, el 14 de julio.

Esta declaración dice mucho de él y de su gestión: en realidad hace cinco días recibió en la Brigada Militar Mariscal Zavala, convertida en centro de vacunación, la primera dosis de Moderna que Estados Unidos donó a Guatemala. Esta le permite ingresar al país del norte sin problemas, contrario a lo que ocurre con la rusa que no está autorizada para quienes visiten tierra estadounidense. Giammattei eligió no vacunarse con la Sputnik V que tanto defiende en público. 

El presidente sigue en el podio y comienza a jugar con la mascarilla azul que se quitó para pronunciar su discurso en San Cristóbal Cucho. “Podemos lograr grandes cosas, pero si nos unimos. Podemos lograr grandes cosas, pero si tenemos objetivos en común. Si el objetivo de alguien es hacer que un gobierno fracase, permítanme decirle que está equivocado: no fracasan los gobiernos, fracasan los países. Porque el fracaso de un gobierno es el fracaso de un país”.

Ese discurso enredado en el que repite la palabra “fracaso” cinco veces es el preludio de lo que tendrá que enfrentar. El contrato que firmó Guatemala con el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF, en inglés) será todo lo contrario a un buen negocio. Las autoridades del gobierno mentirán y usarán verdades a medias para intentar esquivar el escrutinio público y ocultar sus errores. 

El 8 de mayo de 2021, se llevó a cabo una manifestación en la Plaza Central donde los participantes cuestionaron el destino de Q1.2 millardos (US$155.8 millones) para la compra de vacunas. #DondeEstánLasVacunas fue el hashtag que comenzó a circular en Twitter. Foto: Oliver de Ros.

Fuera de órbita

La historia del contrato entre Guatemala y el fondo ruso es la de una misión malograda. Contrario a la hazaña de la entonces Unión Soviética en 1957, cuando lanzó al espacio el primer satélite artificial, el Sputnik, Rusia no ha podido consolidarse en el país con la vacuna anti-covid-19. 

Estas negociaciones despegaron mal y no lograron mantener el rumbo anunciado. En medio de la presión social porque Guatemala aún no compraba vacunas, Giammattei y el entonces canciller, Pedro Brolo, convencieron en febrero de 2021 a la entonces ministra de Salud, Amelia Flores, a firmar el contrato.

De manera sorpresiva, el 5 de abril de 2021, el presidente reveló que su gobierno acordó comprarle 16 millones de dosis Sputnik V al RDIF y que se pagó por adelantado la mitad, Q614.5 millones (US$79.80 millones). 

«(Las primeras dosis) estarán viniendo a Guatemala en los próximos 15 días. Hoy se hizo la transferencia del Banco de Guatemala al Banco de Rusia para cubrir el 50 por ciento de la compra total», anunció Alejandro Giammattei el lunes 5 de abril. 

Lo consideró un buen acuerdo porque cubriría al 80 por ciento de la población mayor de edad. El resto recibiría la vacuna suministrada por el mecanismo creado por el Fondo de Acceso Global para Vacunas covid-19 (Covax). Con estos insumos se vacunarían a 10 millones de guatemaltecos durante el año 2021.

Escuche la declaración de Giammattei, es falsa. En momentos en que se ufanaba del buen manejo de la pandemia, la ocupación hospitalaria en los hospitales San Juan de Dios y Roosevelt estaba arriba del 100 %. Y prevalecía la incertidumbre sobre si Rusia cumpliría el contrato.

El anuncio representaba una primera contradicción, al menos en público, porque un mes antes Flores dijo que el acuerdo era adquirir cuatro millones de dosis a Rusia, y que ese país, además, donaría 50 mil vacunas. Estas últimas nunca llegaron y las primeras 50 mil dosis de las compradas se recibieron hasta el 5 de mayo. Las cajas arribaron sin un cronograma que indicara las entregas futuras ni las cantidades.  

Además, el interés en ese contrato había comenzado antes. De acuerdo con Edwin Asturias, exdirector de la Comisión Presidencial de Atención a la Emergencia covid-19 (Coprecovid), Brolo —uno de los hombres de mayor confianza de Giammattei— le hizo una consulta en agosto de 2020.

“Me preguntó si sería bueno hacer una petición formal a Rusia dado sus conversaciones con el embajador, y yo le dije que no. Los datos eran insuficientes, por lo que deberíamos esperar a que completaran los estudios y asegurar que la vacuna fuera eficaz y segura. A pesar de mi recomendación, la Cancillería envió la misiva solicitando ser incluida en los países interesados”, señaló el excomisionado. 

Dos meses más tarde, en octubre de 2020, hubo conversaciones para adquirir las vacunas AstraZeneca, Johnson & Johnson y Pfizer, explicó Asturias. La primera farmacéutica ofreció cada dosis a US$4 más envío, pero el país perdió la oportunidad de comprarlas. 

El presidente no estaba convencido, a finales de 2020 dudaba de la efectividad de las vacunas. Para entonces las farmacéuticas empezaban a anunciar que habían concluido sus verificaciones, y Giammattei cuestionaba si servirían para todas las variantes del nuevo coronavirus. 

«El presidente decía que por ser un coronavirus es muy fácil que mute. ´¿Cómo vamos a tener la seguridad de que la vacuna nueva nos servirá para la variante que tenemos o para las que vengan?´, preguntaba”, declaró la exministra de Salud, Amelia Flores, para este reportaje.

El mandatario  envió hasta enero de 2021 la iniciativa de ley que le daría los fondos y la autorización para estas compras millonarias. Y el Congreso tardó en aprobarla. 

Así Guatemala se convirtió en el último país de Centroamérica en definir una negociación directa con un fabricante. Ya sus vecinos Costa Rica, El Salvador y Honduras habían firmado contratos para adquirir vacunas Pfizer, Sinovac y Sputnik V, respectivamente.

El ministerio de Salud emprendió en febrero una campaña para promover la vacunación con Sputnik V. Al menos 1.1 millones de dosis vencieron el 28 de febrero de 2022. Foto: Oliver de Ros.

Después de que el Gobierno anunció la suscripción del contrato con Rusia, en abril de 2021, los detalles del convenio fueron un misterio. El mecanismo utilizado para evitar rendir cuentas orbitó alrededor del acuerdo de confidencialidad que les impedía revelar los datos. 

El ministerio de Salud, por ejemplo, se asió a ello y se rehusó a compartir detalles del contrato requeridos por la Ley de Acceso a la Información Pública. Además, incumplió con esta ley al no publicar en el Diario de Centro América ─la gaceta oficial del estado guatemalteco─ el acuerdo que respalda la reserva del mismo. 

La estrategia del Ejecutivo también incluyó a los medios de comunicación afines que tienen mayor cobertura, como los canales y estaciones de radio de Albavisión, para replicar sus mensajes. Así como evitar las conferencias de prensa para que Giammattei no fuera cuestionado. A la fecha, en sus escasas comparecencias, la Secretaría de Comunicación de la Presidencia (SCSP) escoge a qué reporteros les da la palabra. 

Ocultar los detalles del contrato permitió al gobernante y a sus ministros contar verdades a medias, mentir o simplemente guardar silencio para desviar la atención de ese negocio millonario. La entonces ministra de Salud, por ejemplo, dijo que Guatemala pediría la devolución del dinero que Rusia ofreció reintegrar porque incumplió con entregar las vacunas pagadas, pero esto era falso, como se muestra a continuación en esta cronología que recoge al menos 15 desaciertos.

Entre abril y septiembre del año pasado, las dosis rusas llegaron a cuentagotas. 

En la población hubo incertidumbre por la falta de segundas dosis de Sputnik V, y hasta agosto solo se habían recibido 60 mil frascos de este tipo. 

A partir de octubre, el fondo ruso aumentó los envíos y a finales de ese mes Guatemala contaba con 4.8 millones de vacunas. Sin embargo, para esa fecha el gobierno disponía de otras marcas de fármacos y Estados Unidos anunció que la Sputnik V no figura entre las aceptadas para ingresar a su país. Esto provocó que la población rechazara la rusa y buscara vacunarse con Moderna.

El año 2021 cerró con que dos de cada diez personas recibieron la primera dosis de Sputnik V. Al resto, 5.17 millones, se le aplicó Moderna, AstraZeneca y Pfizer, en ese orden. 

La receta médica mejor guardada

Mientras pasaban las semanas y se consolidaba el fracaso en la gestión de las Sputnik V, la administración tejió un relato plagado de falsedades y hasta charlatanería que incluyó recetar falsos remedios contra la enfermedad. El principal promotor fue el mismo presidente, médico de profesión.

Llegó a asegurar en un foro público en Andorra que la ivermectina, un medicamento usado para tratar o prevenir parásitos en animales, podía sustituir la vacuna contra el coronavirus. Lo dijo el 20 de abril de 2021, cuando el fondo ruso incumplió con la fecha de entrega del primer lote de vacunas. 

«Valga la receta gratis, la ivermectina sustituye por mucho a la vacuna si se toma preventivamente dos pastillas de seis miligramos, por dos días cada tres semanas. Esto provoca que (el virus) presente más dificultad para penetrar la célula, eso hace que sea más leve el contagio», dijo durante el XIII Encuentro Empresarial Iberoamericano celebrado en Andorra. 

Escuche la declaración de Giammattei, es falsa. La OMS recomendó no usar ivermectina para tratar el covid-19. Esta advertencia la mantuvo en febrero de 2022 cuando anunció el nombre de dos medicamentos para ese fin.

Alejandro Giammattei estaba en aprietos porque las Sputnik V no llegaron al país como estaba previsto. Su declaración fue criticada porque ese medicamento no era, ni es, recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para prevenir o tratar la covid-19. Aún hoy, la ivermectina es parte de los kits que el gobierno entrega a pacientes con síntomas leves de coronavirus. Y recién en febrero de 2022, el ministerio de Salud comienza a analizar si lo retira.

Esa tónica que evidenciaba un gobierno descoordinado molestó a Flores que debía lidiar con las declaraciones sin argumento científico del presidente. Pese a ello, lo justificaba al decir que en el gremio médico existe una diversidad de criterios para tratar el virus aunque no exista un respaldo de la OMS.

“En ese momento, nuestro análisis no evidenciaba una eficacia comprobada, pero su uso era promovido por algunas farmacéuticas a pesar de las dudas de expertos en Guatemala. Muchos médicos utilizaron la ivermectina como otros la hidroxicloroquina y otros antivirales que luego se mostraron no efectivos”, respondió la exministra para este reportaje.

Pero Flores, médica patóloga con especialidad en epidemiología, también contribuyó con desinformaciones y mentiras en torno a la compra de las Sputnik V. Un momento clave en el proceso se produjo el 29 de junio de 2021 cuando dijo que si el fondo ruso continuaba sin entregar suficientes vacunas, pediría la devolución del dinero. 

«Estamos pidiendo, de acuerdo a su ofrecimiento, la devolución del dinero (correspondiente a las Sputnik V no entregadas) y si en algún momento ellos tienen capacidad de venta, trabajar contra entrega», dijo la entonces ministra de Salud.

Eso tampoco ocurrió. Un día después de esta declaración el Fondo Ruso de Inversión Directa le enmendó  la plana: “No ha habido ninguna solicitud para reembolsar el dinero pagado”. Según el portavoz de la entidad rusa, “lo que se está abordando son posibles ajustes al calendario de suministro y las cantidades de entrega en lo que queda de 2021”. 

Giammattei y Flores también hicieron creer a la opinión pública que habían anulado la compra de ocho millones de dosis y que Guatemala solo compraría la mitad de vacunas inicialmente acordadas. 

Sin embargo, el sucesor de Amelia Flores, Francisco Coma, reveló en repetidas declaraciones en el Congreso que el país continúa comprometido con el fondo ruso, para comprar el total de dosis acordadas desde el inicio, 16 millones. Un producto que pese a su eficacia no es popular en el país. 

En realidad, es poco lo que Guatemala puede hacer. El contrato establece que el ministerio de Salud no puede responsabilizar al RDIF por el retraso de las entregas, según detalla el documento que el diario elPeriódico publicó el 3 de mayo de 2021. 

El año cerró con la entrega de las vacunas prometidas, aunque la mayor cantidad de dosis, 3.1 millones, arribaron en los últimos tres días de 2021.

En las manos de Dios 

Concepción, Sololá. 19 de enero de 2022.

“Si llega esa enfermedad (el coronavirus) pues ya es de Dios, no es mandato de uno. Si le da miedo a uno, es cuando se contagia”, dice Ventura Balam, guardián de la iglesia católica de Concepción. 

Seis meses después del discurso del presidente Giammattei en el que mintió sobre su vacunación, Guatemala ocupaba el último lugar de América Latina en nivel de cobertura de inoculación contra el covid-19. Aún hoy las autoridades no han logrado contrarrestar el rechazo de la población a las vacunas.

Vacunas anticovid-19 administrada por cada 100 habitantes

Número total de dosis administradas dividida por el total de la población de cada país. Todas las vacunas, incluso las de refuerzo, se cuentan de forma individual.

Fuente: Ourwordindata.org, 21 de febrero de 2022.

El empleado de 75 años dice que no se ha vacunado porque está enfermo de la próstata. Si el virus llega al municipio, las consecuencias se las deja a Dios, insiste. 

El guardián de la iglesia forma parte del 94 por ciento de habitantes de Concepción que no ha recibido ninguna dosis contra la covid-19. Es el municipio con menos vacunados en todo el país y el único que no ha alcanzado cubrir con la primera dosis ni al 10 por ciento de su comunidad.

El enorme edificio blanco con retablos e imágenes que datan de 1621, donde pasa los días Balam, no solo resalta por su tamaño en la localidad, sino por lo que representa para el pueblo: la mayoría de habitantes son católicos y muchos basan su oposición a la vacunación en sus creencias religiosas, como lo hace el vigilante.

Este caso revela otro fracaso del gobierno de Guatemala en la gestión de la pandemia: los mensajes transmitidos no fueron efectivos para informarle que su condición de salud no era impedimento para recibir la dosis. 

En el municipio de Concepción, Sololá, solo se han administrado diez dosis de Sputnik V. El personal del Centro de Atención Permanente (CAP) desconoce por qué razón Salud no les ha enviado más vacunas rusas. La respuesta está en la falta de congeladores para guardarlas a menos de -18 grados Celsius. Foto: Edgar Pocón.

El desarrollo de la vacunación en este lugar, donde el primer idioma es el kaqchikel, también desnuda lo improvisada que fue la compra de las vacunas Sputnik V. El ministerio de Salud no cuenta con suficientes congeladores para almacenarla y carece de un plan definido para administrar las dosis antes de que se pierdan. 

La directora del Área de Salud de Sololá, Ericka Molina, cuenta que hasta el 28 de enero último, Sololá solo tenía 15 congeladores para almacenar las vacunas a una temperatura de -18 grados Celsius. Esto impide distribuirla a todos los centros de vacunación ubicados en 19 municipios.

Pero no se trata solo de contar con neveras. En una zona donde el suministro de electricidad es irregular –por eso necesitan plantas eléctricas–, mantener en buen estado las vacunas rusas resulta doblemente complicado. Por eso, señala el excomisionado Asturias, se insistía que Guatemala, dada sus condiciones del sistema de salud y ruralidad, debía optar por vacunas que pudieran ser transportadas hacia las zonas rurales en una refrigeración básica.

Entre noviembre y diciembre del año pasado, en Sololá se vencieron 5 mil 173 dosis de Sputnik V antes de ser aplicadas. Molina justifica que se debió a que los pobladores la rechazan porque no les permite viajar a Estados Unidos. Pero, no supo explicar por qué en Concepción únicamente 10 personas han recibido la vacuna rusa. 

La cantidad de vacunas disponibles permite que las personas puedan escoger cuál quieren. En la Universidad Mesoamericana de Quetzaltenango, la Sputnik V era la menos demandada. Foto: Oliver de Ros.

Mensajes distantes

En Concepción hay otra tarea pendiente. No se ha podido contrarrestar la desinformación alrededor de las vacunas, porque los spots radiales y televisivos diseñados por el ministerio de Salud y la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia (SCSP) carecen de pertinencia cultural. 

A fines del año pasado, la Secretaría contrató a las estaciones Kebuena Occidente y Súper Occidente 103.1 FM para transmitir spots en los municipios, aldeas y comunidades de Sololá, por Q47,937, (US$6,225.50) durante siete días de diciembre. Las facturas solo detallan que cobraron 14 mil 250 segundos de cobertura, pero no especifican si el mensaje fue transmitido en kaqchikel. 

La campaña del ministerio de Salud se realizó en radios y  redes sociales, y la mayoría de mensajes en español, aun cuando se coordinó con la Academia de Lenguas Mayas de Guatemala la traducción de los contenidos. Esta medida ignoró a poblaciones que no tienen acceso a internet y hablan otro idioma. 

“No se trata solo de dar conferencias de prensa para informar, sino de incorporar estrategias de participación comunitaria con pertinencia cultural para involucrar a las comunidades en la respuesta. Así como asegurarse de que las personas y los grupos tomen medidas de protección y comprendan la eficacia de la prevención y de las vacunas”, dice Miguel Fernández Galeano, epidemiólogo uruguayo y consultor de la OMS. Agrega que una de las intervenciones más importantes y eficaces en la respuesta de los sistemas de salud pública ante una emergencia sanitaria es la comunicación proactiva.

Lo que menciona Fernández no ocurrió en Sololá. Heidy Medina, directora del Centro de Atención Permanente (CAP) de este departamento, explica que desde el inicio de la pandemia, los empleados de salud se organizaron con las cooperativas de ahorro y crédito locales para trasladar la información sobre la enfermedad y luego sobre la vacunación, en vehículos con altavoces. También participaron en entrevistas en radios locales y en programas televisivos por cable. Ninguna de estas estrategias estuvo coordinada con la campaña que el Gobierno anunció que haría.

Molina dice que el área de Salud no cuenta con vehículos para realizar jornadas de información, por lo que necesitan de instituciones como las cooperativas para realizarlas. En 2021 solo pudieron disponer de Q25 mil (US$3,246.75) para contratar espacios en radios locales y canales de cable para enviar mensajes adaptados a las comunidades de Sololá, sobre el Plan de Vacunación contra el covid-19. 

Se solicitó a la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia, por medio de la Ley de Acceso a la Información Pública, copias de los spots de radio y televisión y los artes de las vallas publicitarias para analizar los mensajes. Sin embargo, la institución negó las copias bajo un argumento cuestionable. 

“No se remite copia por tratarse de información relacionada con la propiedad intelectual (derechos de autor) de conformidad con el Artículo 23; numeral 3 del Decreto 57-2008 del Congreso”. Responder esto les tomó más de 20 días.

A contrarreloj 

El ministerio de Salud informó que en 2021 se perdieron 8 mil 995 vacunas Sputnik V, de las cuales 2 mil 160 se desecharon porque en Chimaltenango, un departamento ubicado a 52 kilómetros al oeste de la capital, alguien desconectó el congelador donde las guardaban. Las demás vencieron antes de aplicarlas. 

Aunque es la marca con mayor disponibilidad en Guatemala, según los registros oficiales de vacunación, la Sputnik V es la menos utilizada. Al 23 de febrero pasado, solo 1.17 millones de guatemaltecos había completado su esquema con la vacuna rusa. Y cuando se habla de refuerzo, la respuesta es similar. Apenas se había colocado 113 mil 744  que representan el 6.53 por ciento del total de personas que ya recibieron una tercera dosis.

De acuerdo con datos del ministerio de Salud, en el Centro Nacional de Biológicos ubicado en la capital hay almacenadas 1 millón 88 mil 738 primeras dosis Sputnik V que caducaron el 28 de febrero, y 2 millones 998 mil 320 de vacunas (componente 2) que vencerán el 31 de marzo.  

El gobierno intenta convencer a más de 4 millones de personas para que reciban la vacuna rusa, un producto que el mismo presidente, su promotor, desechó. Salud emprendió el 2 de febrero una campaña en redes sociales, en español, con la etiqueta #YoMeVacuno, para promover las Sputnik V y su uso como dosis de refuerzo pues “tiene una efectividad del 80 por ciento”. También busca la manera de solventar el compromiso  que, según el actual ministro de Salud, Francisco Coma, se adquirió con el Fondo Ruso de Inversión Directa: comprarles ocho millones de dosis adicionales.

Un año después de la firma del contrato, el negocio sigue siendo opaco y polémico. El ministerio de Salud reconoce que será casi imposible administrar las vacunas Sputnik V antes de su vencimiento –al menos un millón caduca el 28 de febrero–. Ante ese escenario, Giammattei toma la palabra. Dice que la responsabilidad no es suya sino de la población que no quiere vacunarse porque “vacunas hay, vacunadores también, lo que hace falta son brazos”. 

Edición: Ana Carolina Alpírez

Este reportaje se realizó en el marco del Ciclo de Actualización para Periodistas (CAP) sobre democracia, desinformación y libertad de expresión.

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