La obsesión de Francis Bacon por el retrato centra una exposición en Londres

Londres – Más de 50 obras de Francis Bacon (1909-1992) que plasman la obsesión del pintor figurativo por el retrato centran una exposición en la National Portrait Gallery, presentada en Londres este miércoles.

‘Francis Bacon: Presencia Humana’, que podrá visitarse desde mañana y hasta el próximo 19 de enero, indaga en la fascinación del artista nacido en Dublín por ese género desde finales de 1940.

Repartidas en varias salas, la galería exhibe las representaciones que el pintor hizo a lo largo de los años, con su característico estilo distorsionado, de sus amantes Peter Lacy, George Dyer y John Edwards o amigos como Isabel Rwasthorne, Henrietta Moraes, Lucan Freudd y Muriel Belcher.

Durante la presentación, Rosie Broadley, la comisaria de la muestra en la National Portrait Gallery, afirmó que en esta exposición, la primera centrada en la relación entre Bacon y el retrato en casi 20 años, «hay muchas cosas que tienen que ver con la presencia humana».

«Están los individuos que aparecen en los cuadros pero también la ausencia. Hay recuerdos, gente que ha fallecido que él pinta después de que hayan muerto y también personas que no posaron para él, ya que pintó mucho a partir de fotografías y de la vida», dijo.

Según la experta, el artista «desafía y abraza la idea del retrato» pero curiosamente no le interesa lo que éste cuente acerca de la persona, sobre su estatus, su ocupación o personalidad.

«A Francis Bacon no le interesa nada de todo eso. Lo que en realidad quiere es capturar lo que él llamó las emanaciones de una persona o las pulsaciones de una persona. Y esta exposición va de todo esto, de sentir algo sobre una persona que se presenta pero sin que se le conozca necesariamente mejor. Es lograr esa sensación de presencia humana», explica Broadley.

Los cuadros, algunos de gran tamaño, se distribuyen de manera cronológica permitiendo apreciar la influencia que en el trabajo de Bacon tuvieron las obras de otros grandes nombres del mundo de la pintura, como Velázquez, Van Gogh, Degas, Picasso o Rembrandt.

En las primeras salas aparece una grabación, ‘Trait of Bacon’ (1969) realizada por Peter Goodhell, un estudiante del Royal College al que el pintor encargó que lo retratara inspirándose en Andy Warhol, y que la galería sitúa al principio para dar «la sensación de que Bacon te mira y que tiene, además, un componente orwelliano».

También se incluyen fotografías del artista, algunas que encargó al fotógrafo John Deakin, una figura «crucial» en su carrera.

La comisaria recuerda cómo el pintor solía decir que «solo podría pintar a aquello a quienes conocía muy bien, personas de las que podía observar sus contornos; que los elegía porque mantenía una conexión personal con ellos».

Bacon era, además, «un gran pintor de mujeres, aunque pueda no parecerlo», según observa Broadley, que destaca la importancia que tuvieron en su vida y trayectoria artística personas como George Dyer y Peter Lacey, «fascinantes en el sentido de que fueron sus amantes y compañeros», ya que «Bacon era gay en un momento en el que la homosexualidad era ilegal (…) y fueron relaciones muy traumáticas y torturadas».

La exposición cierra con un enorme tríptico de George Dyer, de 1973, procedente de una colección privada, «que muestra los últimos momentos de George cuando murió en esa habitación de hotel en París». EFE

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