Tegucigalpa – La destrucción luego del paso del ciclón Eta por el país, es muy grande a dejado a los hondureños recogiendo pedazos de la infraestructura y sumidos en una ardua tarea de rescate de sobrevivientes que con el paso de los días y las horas se aferran a sobrevivir esperando el auxilio en zonas aún incomunicadas.
Pero en medio del primer paso que es la atención a los sobrevivientes viene uno todavía más doloroso, que es recoger los muertos.
Por duro que parezca es una realidad, los cuerpos ya en estado de descomposición están apareciendo, y por ello la tarea de la recuperación e identificación de cadáveres, es un paso urgente y es imperante un trato digno tanto para las víctimas como para sus familiares.
De momento, Honduras contabiliza 63 fallecidos por la depresión Eta, de forma oficial, pero se advierte que la cifra irá en aumento a medida que vayan apareciendo más cuerpos sin vida. Los desaparecidos también son materia pendiente e incierta.
En las últimas horas, se reportan en la morgue de San Pedro Sula una docena de cuerpos sin identificar, fueron encontrados en el municipio de La Lima y del sector Chamelecón de San Pedro Sula según detalló el portavoz del Ministerio Público, Yuri Mora.
Mora dijo que ya han sido 15 los cuerpos encontrados bajo los escombros que dejó el paso de la depresión tropical Eta, de los cuales tres ya fueron identificados por sus familiares.
Reacción inmediata
Se prevé que el Servicio Nacional Forense tiene que activar su campo de acción de inmediato, activando el Equipo de Identificación de Víctimas en Desastres (IVD), establecido en La Guía del Sistema Forense de Respuesta a Desastres en Honduras .
El Equipo de Identificación de Víctimas en Desastres (IVD) es activado a consecuencia de desastres con víctimas masivas, y su fin primordial es la identificación de estos y todos sus esfuerzos deberán estar dirigidos a la atención del evento.
Debido a los sucesos que van marcando la tragedia tras el paso de Eta, los cuerpos en descomposición se esperan y en la medida en que pasa el tiempo y bajan las aguas la probabilidad de hallarlos en estado de putrefacción es mayor, indican los conocedores.
En este tipo de eventos los procesos de identificación se orientan al uso de métodos genéticos, odontológicos y hasta dactiloscópicos, si hay posibilidades. En San Pedro Sula, las autoridades cuentan con dos cuartos fríos de mantenimiento y allí mismo hay mesas de autopsias. Las autoridades forenses hacen lo propio y trabajan en sus tareas.
Responsabilidad social más allá de la muerte
La deuda histórica de los países en desarrollo en materia de prevención es sumamente grande, y particularmente en el caso de Honduras, la ocupación del territorio con asentamientos humanos irregulares ubicados en las zonas de riesgo desnudan la pobreza extrema pero sobretodo agudizan el riesgo ante el impacto de eventos naturales, según lo apuntan técnicos conocedores del tema.
También la falta de inversión en obras de mitigación, y control de inundaciones, quedan al descubierto cuando llegan al territorio las tormentas, los huracanes o las depresiones tropicales que cada vez golpean con más fuerza acrecentadas por las consecuencias del cambio climático en un país que como Honduras es de los tres primeros más vulnerables ante fenómenos naturales.
Por estas carencias ya sea de los gobiernos o de otros actores, las consecuencias que dejan los desastres son graves e implican pérdidas de vidas humanas, de animales, enormes daños materiales y económicos.
Es así que de forma directa o indirecta la responsabilidad por la pérdida de vidas humanas puede ir más allá de los accidentes provocados por los eventos naturales.
Cuerpos sin vida deben ser tratados con dignidad
Familiares de fallecidos piden que los cadáveres de sus parientes les sean entregados, otros hondureños con familiares desaparecidos por el paso de Eta temen que estén muertos y ruegan celeridad en el proceso de recuperación e identificación de cuerpos para mermar la angustia y al menos poder dar cristiana sepultura a sus seres queridos.
-La dignidad humana no puede ser separada del cuerpo muerto, por lo que la protección del individuo nos obliga inevitablemente al cuidado de su cadáver- señala en uno de sus artículos el docente del Tecnológico de Monterrey doctor José Carlos Vázquez Parra.
En ese sentido la OPS también defiende las siguientes premisas:
Los cuerpos sin vida resultado de un desastre no constituyen un riesgo infeccioso. Y nunca se debe enterrar en fosas comunes sino ubicarlos en nichos, trincheras o zanjas individuales, lo que constituye un derecho humano básico de los familiares sobrevivientes.(PD)