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La caída del dictador Bashar al Assad deja a Siria en ruinas, mal a Irán y preocupado a Europa por los refugiados sirios

Por Alberto García Marrder 
Especial para Proceso Digital, La Tribuna y El País de Honduras

El derrocamiento del cruel dictador sirio Bashar al Assad, es ya un tema geopolítico con ramificaciones internacionales, ya no solo regionales. 

Assad y su familia van a vivir una vida de lujo en Moscú, pero dejan un país en ruinas, debilitado a Irán, reforzado a Israel y preocupado a Europa por los miles de refugiados sirios que pueden llegar. Y un temor generalizado de una posible radicalización de los victoriosos islamistas. 

“Estamos felices de la caída de un dictador como Assad, pero temerosos del ascenso de otro igual” , le dijo un exiliado sirio, el profesor de árabe, Raed Aljundi- al digital “El Español” de Madrid. 

Aljundi, uno de los casi cuatro millones de exiliados sirios que viven en Europa, se refería tal vez al islamita Muhamad  al Juliani,  líder de la Organización de Liberación del Levante (HTS),que en menos de dos semanas de guerra llegó a Damasco e hizo huir al  dictador Assad-y a su familia- y a pedir asilo  en Moscú. 

El júbilo de los simpatizantes islamistas fue el de saquear el majestuoso Palacio Presidencial y dejar al descubierto la vida de lujo en la que vivían Assad y su esposa, Asma al Assad, una ejecutiva siria-inglesa que trató de darle una imagen occidental a lo que era una cruel dictadura árabe. 

El ex Palacio Presidencial en una colina de Damasco.

 En el Palacio Presidencial de Damasco una planta entera estaba destinada para albergar a más de cien automóviles de alta gama y en un piso superior, decenas de carteras y bolsos caros de firmas lujosas de París, donde acudía con frecuencia la Primera Dama de Siria y sus escogidas amigas. 

Lo que ha pasado con Assad y su esposa Asma ha obligado a mucha prensa a recordar la ejecución en Rumanía, en 1989, del dictador comunista Nicolau Ceasescu y su esposa Elena y las atrocidades de su régimen de dos décadas. 

Las barbaridades que cometió Assad están reflejadas en la cara de angustia de miles de sirios que han colapsado la entrada de la temible prisión de Sednaya, en una de las colinas de Damasco, en busca de sus familiares desaparecidos. 

Pero esta vez, Assad, su esposa e hijos huyeron con tiempo en un avión privado hacia Moscú, con las claves para acceder a sus más 20,000 millones de dólares escondidos en cuentas cifradas en bancos europeos y ganados por las drogas que vendían. El matrimonio había convertido a Damasco en un narco-estado por la  venta de Captago, una estimulante anfetamina, que se convirtió en el principal ingreso de Siria en los últimos diez años. 

Por ahora, Estados Unidos y los países árabes moderados tratan de mostrar una cara amable a  los rebeldes vencedores con la esperanza que no se radicalicen y conviertan a Siria en una segunda Al Queda. Hasta hace poco, Washington tenía catalogado al HTS como grupo terrorista. 

Ese es el mensaje que el Secretario de Estado de Estados Unidos,  Antony Blinken,  ha dado en su reciente gira por Oriente Medio y en su reunión en Jordania con líderes de ocho países árabes. 

Los rebeldes islamistas celebran su victoria en Damasco.

Está claro que tanto Irán y Rusia (que apoyaban a Assad) han salido como perdedores y reforzados a Israel y Turquía, mientras Washington está muy complacido, aunque preocupado. 

Y Europa sumamente preocupada por la previsible oleada de refugiados sirios que podrían llegar a sus costas, huyendo de la posible radicalización islamista en su país y la persecución de las minorías religiosas, incluyendo a la cristiana, tras la caída de Assad. 

Es una buena noticia la caída de un dictador como Assad, pero lo que se viene en Siria, puede ser peor. 

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