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Karla Mossi, científica nuclear y ángel de los estudiantes migrantes

Tegucigalpa (Proceso Digital /Por Joel Perdomo) – Cuando un estudiante se enfermó, Karla Mossi estuvo allí para auxiliarlo; le extendió su mano y logró sacarlo de su momento difícil. Lo hizo como parte de lo que hace cada día cuando los alumnos la necesitan, sin conocer de ellos nada más allá de lo esencial. Poco después, el abuelo del muchacho la contactó para donarle un millón de dólares anualmente durante cinco años, como agradecimiento.

–     La académica hondureña imparte clases de ingeniería estática e introducción a la ingeniería mecánica y nuclear.

–      La pandemia abrió más oportunidades, nos ha enseñado que muchas cosas se pueden lograr con un clic.

Así ocurren hechos sorprendentes en el entorno de la científica Karla Mossi, quien cree firmemente en la educación y la solidaridad como las plataformas más sólidas de avanzar en la vida con buen pie.

 “Mi padre me envió a estudiar a Estados Unidos, quería que me preparara y luego regresará a Honduras, pero no fue posible porque las oportunidades estaban aquí, él siempre soñó con un mejor país y creyó que nosotros podríamos contribuir a que lo fuera”, contó la científica hondureña Karla Margarita Mossi, directora del doctorado en Ingeniería Mecánica y Nuclear de la Virginia Commonwealth University (VCU) en Estados Unidos (EE. UU.).

La VCU, es una de las universidades más renombradas de la nación norteamericana por ser de las primeras autorizadas para ofrecer el doctorado en Ingeniería Mecánica y Nuclear, que es dirigido por esta mujer, cuyos orígenes yacen en la capital de Honduras, Tegucigalpa, un lugar que recuerda con nostalgia porque asegura, fue donde vivió una de las mejores épocas de su vida.

Amante de las causas justas

Ella no pierde el rumbo, no olvida de donde viene y hacia dónde va, recuerda a Honduras como un país noble con grandes riquezas, pero donde falta invertir en educación; tanto así que, en su agenda, siempre hay espacio para atender a los estudiantes especialmente aquellos con limitadas posibilidades económicas, pero con grandes cualidades para sobresalir, su día no termina sin antes identificar las barreras que podrían impedir que alguien logre sus objetivos.

Karla es el ángel para miles de estudiantes migrantes en los Estados Unidos, tiene un buen ojo para detectar a los que tienen sueños y deseos de triunfar en la vida. No se siente una mujer exitosa, pero sí comprometida con las causas justas, su meta es seguir abriendo ventanas de oportunidades para aquellos que no tienen más que ilusiones de superación.  Su condición humana hace que no le dé reparo pedir ayuda a los demás, su estilo de vida es la transparencia, eso le permite manejar importantes fondos que sirven a quienes en verdad lo necesitan.  

Estudió en Honduras

De su padre, don Mauricio Mossi,  recuerda que era exigente, celoso y muy responsable, mientras su madre, una mujer comprensiva, amiga y capaz, – “era mi compañera de vida, le gustaba el diálogo y sobre todo la tranquilidad, aún recuerdo cuando fui a la universidad, me llevó y me esperó, sabía que era tímida, ella me conocía bien, me ayudó a superar muchos obstáculos en la vida, gracias a ellos pude salir adelante”.

La doctora Mossi contó en una amplia conversación con Proceso Digital que creció en la colonia Humuya de la capital hondureña y en Instituto Politécnico Educacional de esa comunidad, realizó su primaria, en un entorno sencillo donde nunca le sobró nada. Muy orgullosa recuerda que vivió con lo necesario, su abuelo era granjero, pero desciende de personas visionarias y comprometidas, “nos enseñaron a creer y confiar en nosotros”, apostilló al tiempo de reiterar que la apuesta en todos sus ancestros fue educar para la vida.

Realizó su bachillerato en ciencias y letras en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, posteriormente ingresó a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), obtuvo el grado de ingeniera mecánica industrial.  “Ella – su mamá-, no quería que estudiara esa carrera porque antes se tenía la percepción que terminaría arreglando carros”, comentó.

Una joven soñadora

En su adolescencia, Karla no tenía idea exacta de lo que quería ser, sólo sabía que le gustaban las matemáticas, pero tuvo la dicha de que un tío -Oscar Reyes-, psicólogo de profesión, le orientó en un momento oportuno, – “me hizo un examen de aptitud y el resultado fue que tenía vocación para la mecánica, yo en realidad desconocía de qué se trataba, pero ahora vivo agradecida con él, por ese fortuito apoyo y esa enorme orientación”, contó. 

Tras egresar de la UNAH, motivada por su padre don Mauricio y su madre Emilia, envió muchas cartas a universidades del exterior, donde solicitaba un cupo para estudiar, en ese entonces la posición socioeconómica de su familia había mejorado y eso le permitía tener más aspiraciones, mismas que pudo concretar con más de ocho años de estudios, – “en su momento lo vi como un sacrificio, pero ahora veo que valió la pena”, – dijo.  

Y es que entre esas cartas a las universidades estaban sus sueños plasmados, sin tener la certeza de que podía hacerlos realidad. “Hoy que el tiempo ha pasado, veo que lo que aprendí en la escuela, en el colegio y sobre todo en la UNAH, fue lo que me respaldó aquí para continuar con mi preparación, pero la base para estudiar la logré en Honduras”, recalcó.  

Un padre estricto y celoso

Al matizar sus logros con el ambiente familiar entrañable en el que creció, ella recuerda que, su padre quería que tuviera otra perspectiva de las cosas, él creía que debíamos salir del país, por eso, todos tuvimos la oportunidad de estudiar fuera, sabiendo que eso conlleva un esfuerzo propio, no todo estaba ahí, –  “nos tocó poner nuestra propia parte, mi padre quería que llegara lejos, él fue estricto en todo, pero tenía razón en muchas cosas”.

Estudió inglés en el Instituto Hondureño de Cultura Interamericana (IHCI) en Tegucigalpa, esto mientras esperaba que una de sus tantas solicitudes enviadas a universidades de EE. UU. respondiera, con el tiempo fue aceptada en dos de ellas: la Universidad Católica de Washington y la Universidad Old Dominion de Norfolk (1988), no fue fácil, externó.

Recordó que su papá estaba emocionado, ya que él quería que fuera en la Universidad Católica para que viviera con las monjas, sin embargo “fuimos a las dos y decidimos por la más barata, donde me condicionaron que debía mejorar las calificaciones para optar a una beca y así sucedió, con orgullo puedo contar que un día llamé a casa para decirle a mi mamá que ya no me enviaran más dinero porque me habían dado una beca”.

 Una vida de academia e investigación  

En efecto las notas habían mejorado, eso acaparó la atención de uno de sus maestros, quien le preguntó ¿tienes beca? y le dije que no, entonces me dijo: ¿Por qué? Al conocer su respuesta le indicó cómo aplicar a un beneficio estudiantil, él se convirtió en un apoyo fundamental. “Yo no tenía carro, él me llevaba a la NASA a uno de mis primeros trabajos como voluntaria, respondí con buen rendimiento, estudiantil y laboral”.

Además de la docencia y la investigación sobre materiales inteligentes híbridos, promueve un programa de becas entre estudiantes que llegan a Estados Unidos en busca de una oportunidad, entre ellos varios jóvenes hondureños que ella considera tienen la suficiente capacidad para sobresalir, –  “estoy conversando con ellos, espero poderlos convencer para que se vengan, si se preparan pueden lograr cosas importantes”, externó con ilusión.

Karla Mossi es de esas mujeres que inició su camino al éxito con entrega y pasión, hoy en día, la vida le sonríe porque hace lo que más le gusta, sin embargo, reconoce que para llegar a donde está, se necesita sacrificio, dedicación, compromiso y vocación. “En la vida he conocido personas inteligentes, siempre he creído que hay gente valiosa en el país, pero necesitan aspirar a más, el mundo tiene muchas oportunidades”.

Aprendió de sus errores

Orgullosa de sus raíces, cuenta como su familia se mueve con humildad en los caminos del éxito, pero sin olvidar el sacrificio con el que sus padres les pusieron a estudiar. A ella y a sus dos hermanos, “mis padres decían que quien estudia encuentra progreso, siempre dijeron que las metas se logran despacio”.

Tras 20 años trabajando como académica, sostiene que para triunfar hay que soñar, recuerda que superó no uno, sino muchos obstáculos, entre ellos la timidez y el miedo; ahora es una mujer segura de sí misma, con un corazón enorme para ayudar a aquellos estudiantes con limitadas posibilidades económicas, pero con grandes deseos de salir adelante, con una atención preferencial para los migrantes.  

Recordó que estando en la universidad, la aplazaron en una de sus clases y que eso no fue motivo de frustración, sino que, al contrario, como un impulso para hacer las cosas mejor, – “yo vi mis fallas como una oportunidad de mejora, creo que ese tipo de actitud frente a las variadas caídas es lo que me ha sacados adelante”.

El estudio antes que la política

En su vida como estudiante se encontró con buenos y malos maestros, sin embargo de todos aprendió algo, – “de los malos aprendí a sobrevivir, a aprender solo, a saber qué es lo que no se tiene que hacer cuando se es profesor, en Honduras me pasó, es por eso que creo que cada día, de cada persona tenemos algo que aprender”.

Recomendó a los jóvenes de Honduras, a buscar oportunidades correctas, ya que hay muchas en el mundo, les pidió no perder el tiempo.

La científica considera que ya es tiempo que, en Honduras, haya maestrías para las ingenierías, por ejemplo, una que está teniendo bastante demanda en Estados Unidos, es la ingeniería en conducción de empresas, no es administración, sino algo más técnico, que tiene que ver con el funcionamiento de raíz de una organización.  “Se pueden implementar, no tienen que ser muy largas, pero crean, que con algo así la gente piensa distinto”.

Las oportunidades se buscan

Pidió a las nuevas generaciones, ver la vida desde mejores ángulos, de manera que haya una reflexión sobre el contexto, ya que cualquiera que sea su posición, hay que ver los obstáculos como oportunidades para avanzar, porque al final lo que cuenta es la capacidad, sin importar la edad, el género o la raza, –  “terminemos la exclusión, todos merecemos una oportunidad, recordemos que educación inicia en casa”, dijo con convicción.  

Remarcó que el futuro de las personas y de la sociedad está en el estudio, – “por eso agradezco a mis padres porque nos enseñaron a todos por igual, no había preferencia en casa, yo debía lavar los platos, pero también lo podían hacer mis hermanos… lo que hace falta es que las familias hondureñas le apuesten al estudio a largo plazo”.

Reconoció que en Honduras las oportunidades, aún para los egresados de la academia, son limitadas porque ha conocido historias de hondureños que se graduaron de ingenieros o tienen un título universitario y como no encontraron un trabajo decidieron irse de manera irregular para los EE. UU. donde ganan sueldos súper bajos, sé que todos lo hacen por desesperación, ante tanta falta de esperanza y paciencia.

Ama de casa, maestra y científica

“Nada es gratis, para mí la lotería no existe, si se la ganan está bien, lo único que nos puede sacar adelante es el trabajo arduo, esas son mentalidades que tenemos que ir cambiando para lograr metas, objetivos y sueños, para ello hay que ser buen ciudadano, no podemos seguirnos quejando, si nunca me he molestado para ir votar y elegir, hay que expresarnos si queremos cambios, hay que pelear desde lo más sencillo, para que nadie nos imponga”, reflexionó la académica.

“Una persona que se eduque puede hacer mucho por un país, aun cuando falten las oportunidades” -dice Karla-, quien todos los días, madruga para atender a su familia, dejar a su hijo en la escuela, llegar al laboratorio donde realiza las investigaciones al tiempo que enseña en las aulas universitarias y, su día no termina sin ayudar y atender a los estudiantes.

Una inimaginable recompensa

Siempre está gestionando ayudas para los estudiantes,  porque sabe lo que significa una beca para las personas de escasos recursos con ganas de triunfar en la vida. Entre esas actividades se encontró con un joven que necesitaba ayuda cuando se enfermó, ella estuvo ahí para arrimar su hombro, con el tiempo descubrió que ese estudiante era un multimillonario, por ello su abuelo nos mostró su agradecimiento por el trato que le dimos en la universidad.

“Entonces decidió donarnos un millón de dólares por cinco años, para que pudiéramos otorgar becas a estudiantes que vengan de otros países, incluso costó mucho lograr que la universidad permitiera la donación, no sabía cómo otorgarlas y consulté a varios de ellos ¿para que ocuparían dinero en caso de tenerlo? y me encantaron las historias, porque ahí se conocen todos los sacrificios que hacen sus padres para poder venir.  

También tienen otro medio millón de dólares que lo destinaron para estudiantes que quieran sacar una maestría o un doctorado, “me acaban de dar ese dinero, es como un sueño hecho realidad, lo solicité y jamás me imaginé que me iban a decir que sí, yo disfruto ayudar a quienes tienes muchas barreras para estudiar, especialmente a los que vienen de otros países quienes sufren más que los que nacen aquí”.

Ayudar a los demás es mi otra pasión

A mi hijo siempre le recuerdo cuando vamos a Honduras, que es una persona privilegiada, porque vive en un país de múltiples oportunidades y no usarlas es un crimen para mí, le insisto para que siga practicando tenis, porque le digo que lo único que yo podía jugar cuando era niña, era subirme a un árbol porque no había más que hacer en ese tiempo. En mi universidad saben que vengo de uno de los países más pobres de Latinoamérica

Disfruto mucho saber que soy una persona que tiene que ver con el éxito de ellos, esto me da mucho placer, incluso más que el dinero, el dinero no me dará esa satisfacción jamás, ahora estoy gestionando más ayudas y con certeza puedo decir que hay muchas personas interesadas en ayudar a quienes desean estudiar aquí en Estados Unidos. 

Los aportes de la energía nuclear

Experta en su campo y comprometida con el bienestar del planeta desde su óptica científica ella recuerda que la energía nuclear está dejando aportes importantes al mundo, es una industria que está cambiando y ganando más espacios en el planeta tierra, además produce menos daños al ambiente con relación a la energía producida por los carburantes, hay avances importantes como hacer paneles solares que no sean tan dañinos al medio ambiente.

Con la energía nuclear, se trata el cáncer, con la radiación se calma el dolor para quienes sufren este padecimiento y para las personas que tienen un tumor, les permite que, en los últimos meses de su vida, haya menos dolor, incluso en algunos casos hasta se puede curar, vemos como en el campo de la medicina, esta ciencia es muy importante, externó.

En este orden agregó que, la energía nuclear busca proteger a las personas que van al espacio, porque de lo contrario al entrar en contacto con esa radiación, regresarían a la tierra solo a morir. “Sé que la usan en el Centro de Cáncer Emma Romero de Callejas y en el Hospital General San Felipe, ahí hacen un buen trabajo”.

Honduras entre sus proyectos

Ahora promueve varias becas para estudiantes en Honduras, -dice Karla Mossi -, esto tras conocer el programa HonduFuturo, que tienen varios requisitos, pero uno importante es que deben regresar al país para trabajar y si logran dar clases en una universidad, entonces ellos no deben nada, para eso deben saber inglés, he ido a exponer para poder tener más solicitantes de Honduras en universidades de los EE. UU.

Aprovechó para recomendar a la empresa privada hondureña, involucrarse más en proyectos educativos, de manera que haya opciones de trabajo y estudio; para que haya un beneficio mutuo, sin descuidar que hay buenos académicos, pero los jóvenes deben concentrarse en estudiar, la academia en Honduras hace un buen trabajo, de eso no me queda ninguna duda.

“Hay mucho potencial en Honduras, espero un día se pueda desarrollar, era el sueño de mi papá y también el mío, para ello hay que ser perseverante, sacrificarse un poco más y habrá resultados exitosos”, concluyó. JP 

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