Intibucá (Honduras) – Un grupo de mujeres de la etnia lenca, en el occidente de Honduras, ha comenzando a recoger su primera cosecha de papa orgánica mediante un proyecto con apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la coordinación de la ONG Oxfam.
«Esta es nuestra primera experiencia de producción de papa orgánica. Estamos teniendo un buen resultado a pesar de ser un primer experimento, vemos que se ha adaptado bien y vamos a obtener bastante semilla para la próxima cosecha», dijo a EFE Mercedes García, coordinadora del proyecto de base Nuevo Amanecer, en San Pedro de Salimania, departamento de Intibucá.
Mercedes es integrante de unos 36 grupos comunitarios aglutinados en la Asociación de Mujeres de Intibucá Renovadas (Amir), en el occidente hondureño, que recibe asistencia de la AECID.
Las mujeres aglutinadas en la Amir manejan diferentes iniciativas económicas, como el cultivo de hortalizas, vegetales, frutas y granos básicos que luego venden en su zona o un Mercado Verde, mientras que otros emprendedores les compran sus productos como duraznos para ser envasados, o patatas para hacer vinos, entre otros.
En San Pedro de Salimania, a pocos kilómetros del municipio de Intibucá, departamento del mismo nombre, las mujeres adquirieron, con el apoyo de la AECID, un terreno fértil para sus cultivos agrícolas y otro predio donde han abierto una pulpería que dentro de poco tiempo esperan ampliar, además de construir una bodega para multiplicar las ventas de sus cosechas.
La Amir agrupa a unas 650 mujeres de 36 grupos comunitarios que han recibido educación sobre derechos humanos y el cultivo de la tierra.
«Tenemos esta parcela para ir poniendo en práctica las técnicas que se aprenden a través de la escuela de campo», dijo Mercedes mientras con azadón en mano rompía la tierra para recoger la primera cosecha de papas orgánicas, acompañada de otras mujeres y hombres dedicados a la recolección.
En su opinión, la agricultura orgánica es sostenible y la inversión es menos que cuando se emplean químicos, que pueden dar papas más grandes, pero no es algo sostenible y tal vez la inversión es más alta.
«Aquí también estamos buscando adaptar la semilla (de la primera producción orgánica) y tal vez la próxima cosecha será mejor. Vamos a vender del primer cultivo las grandes y las otras (las pequeñas) las vamos a dejar para semilla», agregó Mercedes.
En Honduras la semilla para el cultivo de patatas es importada de Holanda, Canadá y Estados Unidos.
LA ORGANIZACIÓN ESTÁ REDUCIENDO EL MACHISMO
El machismo en Honduras es una lacra que ha llevado a la ruptura de miles de familias, muchas de ellas de la etnia lenca.
Pero ese machismo y la violencia en muchos hogares lencas, asentados en su mayoría en los departamentos de Intibucá, Lempira y La Paz, se ha venido reduciendo con la participación de las mujeres en grupos comunitarios, lo que antes no le permitían sus esposos, de quienes eran totalmente dependientes.
Además, cuando no estaban organizadas, no podían salir de sus casas sin la autorización de su marido.
Eso está cambiando, según relató la presidenta de la Amir, Modesta Sánchez, quien subrayó que el apoyo de la AECID «ha sido de mucho beneficio para nuestra organización».
Agregó que la organización ha venido a transformar la vida de las mujeres lencas agrupadas en la Amir y mejorar el aspecto nutricional.
Mientras mostraba unas hermosas zanahorias listas para vender, Modesta recordó que cuando no estaban organizadas, en sus casas, por el machismo de su pareja, agachaban la cabeza.
«Pero eso ha cambiado, hemos logrado desarrollarnos y valorarnos entre nosotras mismas. Anteriormente me temblaban las faldas para poder hablar. Ahora ya no me tiemblan las faldas, me siento empoderada porque puedo decidir mis cosas, yo siembro, yo vendo y tengo mi poquito de ingreso económico y eso me ha ayudado bastante», recalcó Modesta.
EL ÉXITO HA SIDO POSIBLE POR LA ORGANIZACIÓN
Las mujeres lencas de la Amir beneficiadas con el apoyo de la AECID y Oxfam atribuyen los logros alcanzados en sus proyectos agrícolas a la organización y la educación recibida.
La fiscal de la Amir, María Delfa Melgar, expresó que primero, en condiciones difíciles en sus hogares, fueron capacitadas con talleres sobre derechos de la mujer y de los niños y la importancia de la organización, sobre lo que también concienciaron a sus esposos «y así fue que ellos fueron como soltándonos».
María Cecilia Martínez, socia del grupo Nuevo Amanecer, integrado por quince mujeres, indicó que cuando no estaban organizadas, no tenían oportunidades de conseguir un empleo, ni mejores condiciones de vida. Entonces, «vivíamos excluidas en el hogar».
Añadió que antes no tenía derecho a salir del hogar, ni a otras oportunidades, pero que al organizarse primero en grupo de base y ser parte de la Amir, encontraron la opción de «tener nuevas posibilidades de trabajo», labrando la tierra, tan bien como lo hacen los hombres, y aportar recursos para la familia.
(vc)