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Honduras entre la convulsión política y el olvido de los problemas estructurales

Tegucigalpa- Una nueva semana inicia en Honduras con el mismo telón de fondo: la política acaparando titulares. El CNE, convocado con la misma incertidumbre de ¿qué pasará?

Mientras el país real —el de los hospitales colapsados, el transporte paralizado, los estafados de Koriun sin justicia, y la economía moribunda— sigue siendo relegado. La clase política, atrapada en su propio laberinto de cálculos partidarios y disputas mezquinas, continúa dando la espalda a una sociedad exhausta que clama empleo, salud y educación.

Mientras el Consejo Nacional Electoral (CNE) no logra ni siquiera reunirse para continuar con el cronograma electoral y acordar el controvertido Sistema de Transmisión de Resultados (TREP), el país se ahoga en múltiples crisis.

Para una muestra, este lunes se paralizó el sector transporte por extorsión y competencia desleal, las enfermeras profesionales han dado un ultimátum de horas sino igual se paralizarán, y los pacientes siguen en el eterno viacrucis de falta de servicios médicos y medicamentos.

La corrupción, ese monstruo de mil cabezas, tampoco duerme. El caso de los socios estafados por el sistema Ponzi de Koriun no ha movido ni un músculo de los entes contralores, como tampoco el escandaloso caso del cheque de SEDESOL ni el del narco-video que involucra al círculo íntimo del poder.

Sin embargo, el Ministerio Público sí ha demostrado inusitada diligencia en procesar al diputado opositor Nelson Márquez por un contrato irregular del año 2000, en plena reconstrucción post-Mitch. Nadie niega que los responsables deben rendir cuentas, pero la justicia selectiva, cuando se combina con un clima político tenso, huele más a vendetta que a institucionalidad, según los críticos.

El CNE, como centro

En paralelo, la crisis del CNE por el TREP se vuelve el nuevo ring de disputa. La falta de acuerdos entre los consejeros Cossette López, Ana Paola Hall y Marlon Ochoa amenaza con poner en jaque la legitimidad de las próximas elecciones. Expertos como el abogado Kenneth Madrid advierten que esta parálisis no solo daña la institucionalidad electoral, sino que proyecta inestabilidad a nivel internacional, un lujo que Honduras no puede darse en su actual estado de fragilidad.

LEER: REDH urge a políticos construir consensos que devuelvan legitimidad al proceso electoral

Ante el caos, distintos sectores —sociales, religiosos y empresariales— claman por el diálogo. Pero incluso esas iniciativas, como la marcha nacional de oración convocada por la Iglesia Católica y la Confraternidad Evangélica de Honduras para el 16 de agosto, han sido objeto de burla y hostigamiento desde sectores oficialistas. Se pasó de cuestionar su neutralidad a amenazarlas con quitarles la personería jurídica. La intolerancia partidaria ha cruzado los umbrales de los templos, han lamentado pastores evangélicos y sacerdotes católicos.

Y mientras tanto, el sector privado también lanza advertencias. La incertidumbre política y la crispación social están espantando la ya escasa inversión extranjera, según lo han expuesto autoridades tanto del COHEP, como de las cámaras de comercio.

Honduras catalogado como el país menos próspero de Centroamérica, donde más de la mitad de la población vive en pobreza, el lujo de la ingobernabilidad cuesta demasiado, señala el analista Olban Valladares, para quien los políticos se enredan en “las mieles del poder” y no quieren salir de ahí y luchan por mantenerse sin importar los intereses de país.

El país exige un cambio de prioridades. La discusión política es válida, incluso necesaria, pero no puede seguir siendo la única conversación. Mientras la atención siga secuestrada por los forcejeos entre partidos, el país estructural —el Honduras profundo y sufriente— seguirá cayendo en el abismo, coinciden los analistas.

En este contexto, la pregunta que flota en el aire, con un dejo de desesperanza, es si a alguien le importa el país más allá de sus cálculos de poder. Porque si nadie cambia el rumbo, las próximas elecciones siguen en riesgo, pero más allá se juega la democracia.LB

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