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Homilía: Jamás el bien de unos pocos, olvidando el de muchos, será el camino para heredar la vida eterna

Tegucigalpa – El arzobispo de Tegucigalpa, José Vicente Nácher, celebró la misa de este domingo en la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel donde reflexionó que jamás el bien de unos pocos, olvidando el de muchos, será el camino para heredar la vida eterna.

“Un mundo de descartes e inequidades no es el proyecto querido por Dios. Jamás el bien de unos pocos, olvidando el de muchos, será el camino para heredar la vida eterna”, expresó el también presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH) en homilía dominical.

Cristo es el fin en el que todas las cosas serán reconciliadas, es decir, armonizadas con las otras realidades y todas puestas en su lugar para dar gloria a Dios, reflexionó.

La clave de la vida cristiana está en una divinidad que busca esperando y en una humanidad que espera buscando, agregó.

Dios Padre nos ama incondicionalmente y quiere hacernos partícipes de sus bienes, continuó.

A partir de ahí, hay una maravillosa oferta de amor que pide ser recibido, vivido y compartido, dijo.

En definitiva, ser cristiano, es un sorprendente encuentro con Cristo, que nos espera dónde menos lo pensamos, para que nuestras obras muestren dónde está nuestro corazón. Con Cristo, “practicar la misericordia” es necesario y es posible, cerró.

A continuación Proceso Digital reproduce la lectura del día tomada del evangelio de Lucas 10, 25-37:

En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: «Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?» El doctor de la ley contestó: «Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo». Jesús le dijo: «Has contestado bien; si haces eso, vivirás».

El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?» Jesús le dijo: «Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: ‘Cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso’.

¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?» El doctor de la ley le respondió: «El que tuvo compasión de él». Entonces Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo». (RO)

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