Por Alberto García Marrder
Para Proceso Digital, La Tribuna, El País y Contexto de Honduras
Después de siete años como corresponsal extranjero en Londres, me había prometido no escribir más sobre la monarquía británica, pero lo de ahora es muy apetitoso.
Teniendo al Rey Carlos III y a la Princesa de Gales (esposa del heredero) enfermos de cáncer y a este último, el Príncipe de Gales, William (Guillermo), trabajando “a medio gas” para cuidarla, resulta que la ex amante del monarca y ahora Reina Camila, está dando la cara por todos. Y lo hace muy bien, a sus 73 años.
¿Cómo es posible que siendo la mujer más odiada en el Reino Unido, cuando era simplemente Lady Camila Parker Bowles (casada), como la amante del Príncipe de Gales y la causa evidente, del fracaso matrimonial del Príncipe Carlos con la muy popular Princesa Diana?
Todo pasó hace unos 30 años y vale la pena recordarlo, cuando en una extraordinaria entrevista televisada la entonces Princesa de Gales, Diana, se sinceró en el programa “Panorama” de la BBC en 1995: “En nuestro matrimonio, éramos tres”. Contando a la amante, si…
Y cuando él, el joven Príncipe Carlos, le decía a Lady Camila, en una llamada telefónica íntima, aparentemente confidencial y grabada clandestinamente: “Me gustaría ser tu toallita sanitaria Tampax”.
La conversación es reproducida en la exitosa serie de televisión “The Crown” (en su quinta temporada) y en la revista “Vanity Fair”:
El episodio se emitió después que Carlos se hubiera convertido en rey a la edad de 73 años y a la muerte de su madre, la Reina Isabel, a sus 96 años el 8 de septiembre de 2022.
Camila y Carlos eran amantes antes que el hijo mayor de la reina Isabel II conociera a la joven Diana Frances Spencer, aristócrata, que vivía en un complejo de apartamentos en Sloane Square, entre Chelsea y Belgravia de Londres. Precisamente donde yo vivía en mis tiempos de periodista en Londres. Nunca la vi, aunque sí años más tarde, ya casada.
Camila le insistía a Carlos que tenían que ser “realistas” y aprovechando una larga estancia de éste en la “Royal Navy” de cinco años, se casó con un viejo conocido, Andrew Parker Bowles, un militar retirado, con el que tuvo dos hijos y que la han hecho ya abuela de cinco nietos.
Camila se divorció de Andrew Parker Bowles en el año 1985. Carlos se casó con la princesa Diana en 1981, en la Catedral de San Pablo, bajo el rito anglicano, en una boda de hadas y bajo la sombra de Camila.
Los nuevos Príncipes de Gales tuvieron dos hijos: William (Guillermo, el actual heredero de la corona) y Henry (Enrique), que se ha convertido en el “rebelde” de la familia real británica y vive en California con la actriz norteamericana Meghan Markle, con la que tiene dos hijos.
Y como no confían en él, la ahora Princesa de Gales (antes Catherine Middleton) no le informó que tenía también cáncer y se enteró como el resto del mundo, por su mensaje televisado.
Cuando eran jovencitos, tanto Guillermo como Enrique, odiaban a su madrastra con apodos groseros. Pues ahora Camila, como reina, está sacando las castañas a la Familia Real Británica, cubriendo las ausencias del Rey Carlos III, bajo tratamiento de cáncer de próstata o de pulmón.
Y si es necesario, también la ausencia de la Princesa de Gales y futura reina, también en quimioterapia por cáncer, aparentemente del cuello uterino.
Y la reina actual, de 73 años, tiene una agenda súper agotadora (en realidad dos, la de ella y la de su marido) y despierta simpatías, hasta de sus antiguos detractores desde los tiempos de la Princesa Diana.
Por cierto, esta murió en un misterioso accidente automovilístico en los túneles de París en 1997 a la edad de 36 años, con el último de sus muchos novios-amantes, el millonario egipcio Dodi Al- Fayed, hijo del dueño entonces de los famosos almacenes Harrods de Londres, Mohamed Al-Fayed.
En un excelente artículo sobre el tema, en el diario “El Mundo” de Madrid, el columnista Antonio Lucas, lo titula: “Camilla, timón plebeyo de una monarquía oxidada” y lo subtitula:
“La monarca consorte de Gran Bretaña, superviviente de la altanería de la casa real británica y de sus aduladores, es hoy la persona que mantiene con dificultad una de las vigas de la institución, la popularidad, atravesada de otra mala racha mal gestionada por sus extraños asesores”.