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¿Es hora de legalizar la marihuana?

Por: Otto martín Wolf

Hay guerras que no se pueden ganar, la que se viene librando contra la marihuana es una de ellas.

Las razones son muchas, vale la pena mencionar las que, considero yo, son las más poderosas.

La primera es que el número de consumidores debe ser muy grande, en Honduras y el mundo entero, a juzgar por los enormes y frecuentes cargamentos que se decomisan en todas partes. No tengo acceso a estadísticas confiables, pero considero que sólo un veinte o veinticinco por ciento es detectada, el resto llega al mercado nacional e internacional.

La rentabilidad para productores, contrabandistas, mayoristas y detallistas es alta, sin descartar que -posiblemente- dentro de las autoridades encargados de combatirla, también queda algún dinero:
Cómo se puede ganar una guerra así?

Muchos estados en los USA ya han aprobado su consumo y tiendas a todo lujo florecen por doquier, también en Europa y Sudamérica.

Mientras tanto en Honduras gastamos grandes sumas en su combate, en lugar de emplear ese dinero en luchar contra otro tipo de males.

Nunca la he probado, no pienso hacerlo en toda mi vida, pero creo que ha llegado el momento de legalizar su producción y consumo.

Si así fuera, en primer lugar todos los que se benefician con su tráfico empezarían a pagar impuestos (Atención a los de la SAR, ahí hay petróleo).

No creo que el consumo aumentaría, por el contrario creo que habría cierta tendencia a disminuir; hay muchos que hacen las cosas sólo por llevar la contraria y probar lo prohibido.

Se tendría supervisión  sobre la calidad, eliminando las fábricas clandestinas que quién sabe qué cosas le agregan sin ningún control sanitario,  convirtiendo su consumo en algo aún más perjudicial.

Una parte de los ingresos que generen los impuestos se podrían invertir en rehabilitación de adictos, costos que en la actualidad corren totalmente por cuenta del Estado.

No se puede ganar esa guerra, ninguna nación ha podido, por lo tanto hay que seguir el ejemplo de quienes legalizaron su consumo y que, de paso,  terminaron con la muerte y dolor que dejan las luchas territoriales entre pandillas.

Hay que legalizar la marihuana, no hacerlo es seguir luchando una guerra que ya está perdida.

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