Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – Los primeros 100 días de gobierno han empezado a pasar factura al Partido Salvador de Honduras (PSH), cuya bancada de 10 diputados, cifró las esperanzas ciudadanas por marcar diferencia en el arte de la política, pero el desgaste a que han sido sometidos los ha dejado atrapados en sus sueños de grandeza y de cambio, imbuidos por un avasallante Libertad y Refundación (Libre), ante quien parecen agachar la cabeza.
– El regidor Carlenton Dávila protagonizó otra polémica al ocupar igual cargo con su esposa en la Alcaldía Municipal del Distrito Central.
Su primer dilema lo enfrentaron con la conformación de la directiva del Congreso Nacional, al presentarse dos directivas, una de la facción de Jorge Cálix, de Libre, y la otra encabezada por Luís Redondo, de PSH, a quien la entonces presidenta electa, Xiomara Castro, quiso poner en la presidencia por la alianza que los llevó al triunfo electoral.
La bancada del PSH acordó respaldar a Redondo en la búsqueda de la presidencia del Congreso y que se respetara el pacto suscrito con Castro y Libre. Aguantó los improperios de algunos diputados de Libre y una que otra militancia. Pero ya instalados en el poder del Legislativo, su participación no ha sido tan proactiva como se esperaba, la aprobación del decreto de amnistía política amplia e incondicional, también conocido como “pacto de impunidad”, les golpeó tan fuerte que no han podido reponerse. En ella participaron desde dictaminar hasta defenderlo e intentar a ratos “reformarlo” para luego desdecirse.
Ellos fueron parte de la comisión de dictamen que avaló ese polémico decreto bajo el cual han logrado beneficiarse gente ligada a actos de corrupción antes del 2009, y ha sido un foco de polarización entre la sociedad, ante lo que consideran una desnaturalización de la amnistía, misma que fue aprobada en medio del vacío legal en torno a las dos directivas parlamentarias.
La bancada del PSH frente a los cuestionamientos ciudadanos en foros públicos y redes sociales, anunció que iba a introducir un proyecto de reforma a la amnistía para frenar el beneficio a gente vinculada a graves actos de corrupción. Pero no lo han hecho, se les ha adelantado en ese sentido el Partido Nacional, que ha pedido la derogación total de ese decreto, sin que haya tenido eco en el Parlamento.
El diputado y jefe de bancada del PSH, Tomás Ramírez, dijo que, en vez de reformas al decreto de amnistía, estaban trabajando en una propuesta de reglamento que estaban consensuando, en tanto, los beneficiarios del decreto, entre ellos los que han desatado mayor polémica, ya se encuentran en libertad y a algunos de ellos hasta sus bienes asegurados les han sido devueltos.
Otro episodio que afectó al PSH fue lo relacionado con la reducción del salario que ganan los congresistas, pues nadie se lo redujo, el presidente Luís Redondo dijo que le presentaran en una hoja, de manera individual, quienes querían la deducción, de cuánto sería y que incluiría renuncia a viáticos y dietas. Nadie lo hizo, ni el propio titular del CN. Y en medio de esa polémica, los diputados del PSH fueron los protagonistas más directos, dubitativos en su discurso, a tal grado, que más de alguno, dijo que era poco lo que ganaban (un poco más de 92 mil lempiras) en relación con los que “se penqueaban”, es decir, trabajaban.
La conformación del cogobierno
De los 10 diputados propietarios del PSH, uno, el doctor José Manuel Matheu, dejó el hemiciclo para asumir la titularidad de la Secretaría de Salud, a petición de la presidenta Xiomara Castro. El PSH entraba así en un cogobierno con Libre no solo a nivel del poder Ejecutivo, también en el Legislativo.
Otro de los integrantes del PSH que pasó a engrosar una cartera ministerial en el gobierno, fue Pedro Barquero, ex jefe de campaña de Salvador Nasralla, y actor clave en la alianza y la transición del gobierno de Xiomara Castro. Barquero, titular de la Secretaría de Desarrollo Económico, también ha renunciado al escenario público y ya no es tan accesible a los medios, afirman los periodistas.
En tanto, su líder y fundador, Salvador Nasralla, uno de los tres designados presidenciales, que sigue trabajando en sus programas deportivos y de entretenimiento dominicales, ha dicho, en algún momento, que desde la toma de posesión no ha vuelto a hablar con la presidenta Castro y que no tenía oficina. Nasralla, incluso se incomodó porque en la reestructuración presupuestaria donde se otorgaron fondos para el deporte, dijo que no había sido consultado, que el gobierno del bicentenario era un “gobierno de izquierda en donde no hay cabida para las ideas mías”.
Mientras la cabeza del PSH acepta que su relación con la Presidencia de la República no es muy fluida y que hará lo que esté a su alcance, dentro de lo que le designen, su relación parece también distante con los dos ministros en el gobierno y con los diputados de su partido en el Parlamento.
Absorbidos por Libertad y Refundación
De entrada, al gobierno, su esposa, la diputada Iroshka Elvir, protagonizó un zipizape con el diputado de Libre, Jari Dixon Herrera, por el uso de una oficina. Herrera quería la oficina de Elvir, a quien, según su lógica, por ser una de las cinco vicepresidencias del Congreso Nacional, le correspondía una oficina, pero fue despojada por Herrera. Al final hubo acuerdos internos que bajaron la intensidad al choque de palabras y actuaciones entre los dos parlamentarios de la alianza. Una alianza que podría evaporarse en el tiempo a medida que se agudicen las relaciones de poder.
Los integrantes del PSH están en la mayoría de las comisiones de dictamen creadas en el Legislativo, pero la relación entre ellos y entre el presidente, Luís Redondo, no es tan suelta, como se esperaba. Trascendió que las reformas al decreto de amnistía no han sido introducidas porque Redondo no las ha agendado, a petición de Libre.
Figuras como la doctora Ligia Ramos, no solo tienen un alto protagonismo mediático, también son el centro de muchas polémicas. El ímpetu de Ramos en el Legislativo contrasta con el manejo que hacen del parlamento Fátima Mena, Suyapa Figueroa o Maribel Espinoza, todas ellas, con velocidades distintas a la de Ramos, última que se caracteriza por un discurso radical que la acerca más Libre y menos a las posturas centristas del PSH.
La bancada del PSH, que ante el electorado se vendió como el equipo de diputados del balance, del rescate de la buena política y de ser la diferencia en el Parlamento, se ha diluido en sus propias contradicciones, sin una identidad propia, sin un discurso que los diferencie, sin un líder que los conduzca, y sin despuntar en el cambio y la forma de hacer política que prometieron. Hasta ahora, los diputados del PSH no han trascendido por cuestionar o improbar una propuesta legislativa o ejecutiva que riña con sus principios y doctrina; al contrario, su papel ha sido de aprobar y agachar la cabeza ante los deseos de Libertad y Refundación.
En los 100 días de gobierno han sido imbuidos por Libre, son un apéndice más del partido de gobierno que ha logrado envolverlos al frente de decretos y leyes polémicas, jugando al desgaste, y a lo que, a la larga, podría ser, la ruptura de un matrimonio pegado saliva en el papel. De cara a eventos trascendentales a protagonizarse en el Congreso como es la elección de altos funcionarios, la bancada del PSH tendrá la oportunidad de demostrar si marcará una diferencia o será parte del reparto de las cuotas de poder para seguir con sus ínfulas de grandeza. (PD)