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El cumpleaños que iluminan las Gemínidas

Chasty Fernández

Cada diciembre, la Tierra atraviesa una corriente de partículas dejadas por el asteroide 3200 Phaethon, generando una de las lluvias de meteoros más espectaculares del año: las Gemínidas. A diferencia de otras lluvias de estrellas que se originan en cometas, las Gemínidas provienen de este asteroide rocoso, y por ello sus meteoros suelen ser más brillantes, rápidos y visibles incluso en zonas con algo de contaminación lumínica.

Este espectáculo natural estará activo aproximadamente del 4 al 20 de diciembre, con su máximo previsto durante la noche del sábado 13 al domingo 14. En condiciones ideales de cielo oscuro y despejado, se espera que se observen hasta cerca de 100 a 120 meteoros por hora, un ritmo que convierte a las Gemínidas en la lluvia de estrellas más impresionante del año.

Desde Tegucigalpa, Honduras (14.0723° N, 87.1921° O), será observable si se elige un lugar oscuro, alejado de las luces de la ciudad. Para sacar el mayor provecho a la observación, lo recomendable es colocarse en un lugar con horizonte amplio y despejado, preferiblemente con vista hacia el este o sureste, donde la constelación de Géminis —el punto aparente del que parecen irradiar los meteoros— se eleva más alto conforme avanza la noche. Una vez que encuentres tu punto de observación, recuéstate en el suelo y deja que tus ojos se adapten a la oscuridad. Para orientarte mejor, puedes apoyarte en aplicaciones de astronomía muy precisas. Una de ellas es Stellarium, un planetario portátil que muestra exactamente lo que ves al levantar la vista. El mejor momento para observar las Gemínidas es entre la medianoche y las primeras horas de la madrugada del 14 de diciembre. No se necesita ningún telescopio: estos meteoros son visibles a simple vista y recorrer un amplio campo de visión ayuda a captar más destellos fugaces.

Y este año, la noche del sábado 13, la lluvia de estrellas Gemínidas tendrá un significado aún más especial para mí. Este día cumple años mi padre, el hombre que me enseñó a mirar el cielo con curiosidad y paciencia, y que hizo de la astronomía una forma hermosa de entender la vida. Gracias a él descubrí que la astronomía no es solo ciencia, sino también una invitación a maravillarse con lo infinito.  Recuerdo convivir largas noches en el jardín, observando el firmamento mientras él nos explicaba, con la claridad de sus estudios y lecturas, cada punto de luz, cada constelación, cada fenómeno que aparecía sobre nosotros. Entre conversaciones profundas y libros llenos de conocimiento sobre el universo, aprendí que cada estrella guarda una historia real y que el cielo es un maestro generoso para quien sabe mirarlo. 

Mientras los meteoros cruzan el cielo hondureño con sus trazos luminosos, estaré a su lado, en el jardín, celebrando dos maravillas: el espectáculo de las Gemínidas… y la fortuna de tener a mi padre vivo, presente y dispuesto a compartir conmigo la noche bajo las estrellas. Esta coincidencia de fecha y de luz es un hermoso recordatorio de que algunos cumpleaños, así como algunas lluvias de estrellas, llegan para iluminar lo que más queremos.

“Que brillen siempre las estrellas”

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