Los miembros del gabinete económico -donde los economistas brillan por su ausencia-presentaron, durante la semana que hoy culmina, algunos datos actualizados sobre el devenir económico del país, a propósito de la quinta revisión del Acuerdo Stand By que el gobierno firmara en mayo de 2019 con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Anuncian que el PIB real crecerá en alrededor del 5%, cifra que no habíamos alcanzado desde 2007; que la inflación continuará, al igual que en años anteriores, debejo del 4%, todo ello apuntalado por unas tasas de interés a la baja y la sostenibilidad del tipo de cambio. ¡Que bien!
Aunque de manera insistente, medios de comunicación, analistas y opinión pública en general, infravaloran los indicadores macroeconómicos como medios adecuados para medir el bienestar, debo replicar con firmeza la magnitud de su importancia, si es que deseamos salir algún día de la medicridad en la que nos ha tocado vivir en los últimos dos siglos.
¡¿De qué nos sirve que nos digan que la inflación es de apenas 4% o que el PIB crecerá 5%?! Pululan los reclamos indignados por parte de gente, entendiblemente molesta, ya que los ingresos no le alcanzan para vivir de forma decorosa, la violencia e inseguridad ciudadana continúan, las escuelas y hospitales persisten en su inoperancia, las carreteras y caminos imposibilitan viajar de manera eficiente y mas y mas gente sale a diario del país, empujados, no por el afan de aventura, sino por el deseo de darle un sentido a su vida.
Son preguntas interesantes. La gente tiene derecho a reclamar. Todas y todos financiamos con nuestros impuestos el salario de los funcionarios que deberían facilitar la solución de nuestros problemas. Pero no. Da la impresión que esa plata cae en un saco roto y con ella la esperanza de prosperidad.
Yo digo que lo que hay que hacer es leer bien lo que dicen las mentadas cifras. Por ejemplo, un crecimiento de 5.1% del PIB parecería muy bueno en otro contexto. ¡Así debería crecer la producción durante al menos 10 años y la pobreza disminuiria en 20 puntos! Pero no es el caso. Ese incremento que parece muy bueno, solo refleja la mitad de la debacle sufrida el año pasado. Es decir, esa cifra que pareciera pomposa, lo que esconde es que nuestra producción será todavía inferior a la que teníamos al final de 2017. ¡Hemos retrocedido 3 años, solo en el nivel de producción! Y aunque la recuperación comenzó, esta ha sido muy lenta.
Lo anterior debe complementarse ademas con información alterna: mas de medio millón de personas han perdido su empleo desde que la pandemia inició en marzo 2020, según cifras del COHEP y la UNAH; la inversión interna y extranjera, continúan siendo febles y reflejan la falta de confianza de los emprendedores en el devenir del país, la crisis de la ENEE no hace mas que subir de tono y ahora, para rematar, el precio de los carburantes se dispara poniendo mas presión en el nivel de precios internos.
El futuro se construye con las acciones presentes y lamentablemente, los desmanes y desaguisados de quienes han manejado la cosa pública en los últimos 15 años, pasarán factura al país sin ninguna duda mas temprano que tarde.
El gasto público, por ejemplo, no ha parado de crecer. En el mes de abril de 2020, recién iniciado el problema de salubridad, le pedí a la ministra de finanzas de turno, que se apresurara a enviar una propuesta de decreto de emergencia fiscal al Congreso. Esto era justificado. Era irreal asumir que el gobierno podía continuar ejecutando un presupuesto que recién había sido aprobado, sin saber que vendría una debacle. Pero no hizo nada la ministra. Con ello solo demostró lo poco que le importaba al gobierno lo que pudiera suceder.
Pues como no se hizo nada, se continuó gastado a mansalva, apañando terribles actos de corrupción y dejando que mas vidas se perdieran por la desidia y la maldad de quienes nos gobiernan. ¿Qué produjo este comportamiento? pues un incremento inusitado en el endeudamiento y por supuesto, la degradación de la mayoría de las instancias de servicio público en el país.
Quisiera decir que las cosas cambiarán con el cambio de gobierno. Pero no será así. Al o a la que venga, le tocará cargar con el peso de los hechos. Ojalá y no nos empiecen a dar excusas. El cielo se entenebre y deberemos navegar de manera sabia si no queremos sucumbir como nación.