El acto contó con la presencia de altos ejecutivos de la Cooperación Técnica Alemana al Desarrollo (GIZ); la presidenta ejecutiva de la GIZ, Tanja Gönner, la Directora General para América Latina y Asia, Ute Klamert, y el Director Regional para México, Centro América y el Caribe, Jochen Salow, de dicha cooperación.
Además asistieron el Alcalde de Danlí, el Presidente de la Asociación de Municipios de Honduras (Amhon), el director ejecutivo del ICF y ejecutivos del programa Adaptación al Cambio Climático en el Sector Forestal (Clifor).
“Nunca recibimos apoyo de nadie. Cuando empezamos a formar la cooperativa hace cuatro años, fue el ICF y luego la GIZ que nos ayudó técnicamente. Hoy estamos mucho mejor, generamos más ingresos para nuestra comunidad”, relató José Elías Aguilar, presidente de la Coafrimil.
Actualmente la cooperativa está produciendo resina de los pinos y hasta el momento se han generado 30 empleos temporales con la resinación.
Pronto iniciará también la cosecha de los árboles marcados en aplicación del plan operativo, cuya supervisión está a cargo de la Región Forestal del ICF. También en la misma comunidad el Grupo de Mujeres en Acción, con el proyecto de cría y manejo de gallinas ponedoras, produce huevos para el consumo casero y el mercado local.
El involucramiento de las personas en las comunidades con capacitaciones son la clave para salir de la pobreza como lo expresa el Presidente de la AMHON, Nery Cerrato: “Los pobladores deben convertirse en actores principales como lo han hecho en la comunidad de Agua Fría Mineral, gracias al empujón del ICF y de la GIZ a través de su programa CliFor. Es particularmente este tipo de programas los que dan desarrollo sostenible a las comunidades.”
Con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de la población rural, el programa Clifor, financiando por la Unión Europea y el Gobierno Alemán y ejecutado por la GIZ, tiene un enfoque a la forestería comunitaria, ya que los números demuestran que la conservación del bosque resulta ser un buen negocio.
Por cada hectárea de bosque se genera alrededor de mil lempiras, que se quedan en su mayoría en las comunidades y municipios, asi como la creación de puestos de trabajo temporal, en su mayoría ocupados por mujeres y jóvenes.
La forestería comunitaria ha contribuido también a la reducción de la pobreza en regiones rurales, además, donde se practica esta iniciativa, la tala ilegal de madera se ha reducido en menos de uno por ciento y los incendios forestales y brotes de plagas son casi nulos. “La forestería comunitaria es una política nacional, transfiriendo el manejo de los bosques nacionales a las comunidades que participan en el manejo de los recursos forestales. El apoyo que hemos recibido por parte de la Cooperación Técnica Alemana para impulsar la forestería comunitaria ha sido considerable”, dice el director ejecutivo del ICF, Misael León Carvajal.