Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – El 22 de agosto de 2010, la sociedad hondureña, y el mundo en general, fueron sacudidos al trascender la matanza de 72 migrantes, suramericanos y centroamericanos, en San Fernando, Tamaulipas, en México. Trascendió así al mundo la tragedia de los migrantes. Su muerte estuvo a manos de grupos criminales que operaban en la zona, en especial el cartel de Los Zetas.
La muerte de los migrantes se produjo entre el 22 y el 23 de agosto de 2010, según informes de los organismos de derechos humanos, entre ellos la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Fue en el ejido de Huizachal, en el municipio de San Fernando, en Tamaulipas.
Los relatos indican que las víctimas fueron asesinadas por la espalda y sus cuerpos apilados y abandonados a la intemperie, acelerando así su proceso de descomposición. El hecho se produjo a menos de 150 kilómetros de la frontera con Estados Unidos. Se le conoció como la “matanza de Tamaulipas”.
Las autoridades mexicanas indicaron que las personas migrantes fueron secuestradas por el cártel de Los Zetas y retenidos en un rancho donde, al negarse a trabajar para el grupo, fueron asesinados. Dos sobrevivieron y fue gracias a sus relatos que la tragedia pudo salir a la luz pública. Las investigaciones han quedado a medias, apenas hubo unos cuantos capturados.
En Honduras, la noticia se esparció como pólvora al conocerse que entre las víctimas había al menos una veintena de hondureños, de diversos puntos del país que habían marchado en búsqueda del sueño americano. En la memoria de los hondureños lucen frescas aún las imágenes de los compatriotas migrante que llegaron en vuelos procedentes de México.
La tragedia de Tamaulipas conmovió a los hondureños, pues les presentó un rostro de la migración al cual no estaban acostumbrados: pagar con su vida el anhelo de querer un mejor futuro ante el cierre de oportunidades en suelo hondureño. También porque las historias de los migrantes estaban centradas en los migrantes mutilados que deja “La Bestia”, el tren que recorre varios estados mexicanos y al cual se suben los migrantes para acortar el camino que conduce a la frontera con Estados Unidos.
Pero esa historia del maltrato y los riesgos de la ruta migratoria bajo el acecho de las bandas criminales del narcotráfico y la trata de personas, eso solo lo sabían sus familiares, que en silencio buscaban los mecanismos para solventar, mientras crecía el número de migrantes desaparecidos en el camino del migrante.
Trece años después…la pesadilla
Se activaron los comités de familiares de migrantes que año con año hacen una cruzada buscando sus parientes en la frontera mexicana, con suerte unos, pero otros no tanta. Vinieron luego las caravanas de migrantes, el éxodo de los menores no acompañados y nuevamente el tema migratorio en la agenda mediática y de los gobiernos, últimos con sendos acuerdos, no ara resolver, sino para contener, aunque ello implique represión.
Trece años después de aquella fatídica fecha y dantesca escena de la matanza de Tamaulipas, otra especie de aniquilamiento se produce el 28 de marzo, al informarse de la muerte de 40 migrantes en un incendio en un albergue en Ciudad Juárez, en Chihuahua, en México. El hecho ocurrió en una estación del Instituto Nacional de Migración (INM), es decir, en un centro del Estado, dando así otra connotación a la tragedia.
Nuevamente, las víctimas han sido suramericanos y centroamericanos, entre ellos hondureños que no se sabe si son víctimas mortales o están afectados y hospitalizados. Según informó la cancillería hondureña, a través del vicecanciller Antonio García, quien tras lamentar el suceso y anunció que gestionará la repatriación de los migrantes, en una información sensible que quedó aún en el aire.
La información preliminar indica que el incendio se produjo la noche del lunes 27 en una zona de dormitorios donde “estaban alojados 68 hombres mayores de edad originarios de Centro y Sudamérica”, según un comunicado del INM.
Horas después, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, responsabilizó a una protesta de migrantes por el incendio. “Esto tuvo que ver con una protesta que ellos iniciaron, a partir, suponemos, de que se enteraron de que iban a ser deportados, movilizados, y como protesta, en la puerta del albergue pusieron colchonetas y les prendieron fuego”, declaró.
López Obrador dijo que fue un incidente “desafortunado”. En medio del hecho, han trascendido imágenes en video sobre cómo se produjo el hecho, donde aparentemente, habría responsabilidad de las autoridades migratorias al encerrar a los migrantes bajo su custodia y no salir en auxilio ante sus llamados pidiendo ayuda. La investigación al respecto será quien determine causas y responsables, señalan los expertos.
No obstante, esta nueva tragedia, pone en contexto el drama de los migrantes, donde diariamente, en el caso de Honduras, hasta 1,500 personas deciden salir del país, en caravanas o grupos de dos o tres personas, huyendo con el sueño de encontrar un mejor porvenir, según datos de organizaciones de migrantes e instituciones académicas que estudian el fenómeno migratorio.
Estas organizaciones retratan la dura travesía que viven los migrantes hondureños en su ruta, mientras el país sigue sin tener una política pública de atención al migrante, más allá de los ocho mil millones de dólares que generan al país en concepto de divisas anualmente.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo sentirse “profundamente entristecido” por lo ocurrido en Ciudad Juárez y pidió una investigación exhaustiva para encontrar la verdad en torno a lo acontecido.
Los centros de internación de inmigrantes han sido escenarios de protestas y pero nunca en las dimensiones tan letales como la registrada en Ciudad Juárez, señalan los expertos. Al respecto, el relator especial de Naciones Unidas para los Derechos Humanos de los Migrantes, Felipe González Morales posteó en su cuenta de twitter: “El uso extendido de la detención de migrantes conduce a tragedias como ésta”. “De acuerdo con el derecho internacional, la detención de migrantes debe ser una medida excepcional y no generalizada”. (PD)