Por: Luis Cosenza Jiménez
Hace algunas semanas me referí al último informe del Foro Económico Mundial en el cual se detallaba que como país habíamos descendido en cuanto a competitividad.
El lugar que ocupábamos en su análisis de competitividad para el 2017 era más bajo que el que habíamos alcanzado en 2016. Ahora resulta que lo mismo refleja el reciente informe de Doing Business, una publicación del Banco Mundial. En este caso pasamos de la posición 105 en 2016 a la posición 115 en 2017. En ambos años, el universo de países analizados fue de 190. Es una mala noticia para nuestra nación, confirmada por todos los estudios hechos. Estamos retrocediendo, y de manera significativa, en cuanto a nuestra competitividad. Pero veamos en más detalle lo que nos dice Doing Business.
Si vemos los componentes que integran el índice global de competitividad resulta que en lo referente a Comenzar un Negocio pasamos de la posición 148 a 150. En cuanto a Permisos de Construcción tuvimos un notable deterioro pasando de la posición 84 a 113. En lo concerniente a Conectarse al Sistema Eléctrico, mantuvimos la mala calificación de 144 (solo en 46 países, de los 190 analizados, es más complicado y costoso conectarse al sistema eléctrico). En cuanto al Registro de Propiedad, caímos de la posición 85 a 91. En lo tocante a Obtener Crédito, donde obtenemos nuestra mejor calificación (figuramos entre los mejores del mundo), también empeoramos pasando de la posición 7 a la 12. En lo atinente a la Protección de los Derechos de los Inversionistas Minoritarios mejoramos un poco, pasando de la posición 132 a la 129.
En el tema de Impuestos, es decir en cuanto al nivel impositivo y a las facilidades para su pago, recibimos la peor calificación y caímos de la posición 152 a la 164. Esto significa que solamente 36, de 190 países, están en peor condición que nosotros. En Comercio Internacional descendimos de la posición 109 a la 115, mientras que en cuanto a la Seguridad de los Contratos nos mantuvimos casi estáticos pasando de la posición 151 a la 152. Finalmente en cuanto a Procedimientos para la Quiebra de Empresas descendimos de la posición 139 a 142. El informe señala que el único cambio adoptado en nuestro país, la reducción de personal en el Instituto de la Propiedad, fue para empeorar, ya que como consecuencia de la reducción los trámites ahora demoran más. En general, y exceptuando lo referente a Acceso al Credito, nuestra evaluación es muy mala y debería llamarnos a la reflexión. Permítanme explicar por qué.
Es generalmente aceptado que para combatir la pobreza es necesario generar empleo, y que esto a su vez requiere de la inversión privada, nacional y extranjera. Sin esa inversión no se crean las empresas que contratan a las personas. La inversión extranjera es un complemento, y no un sustituto, de la inversión nacional. No obstante, los inversionistas, especialmente los extranjeros, normalmente analizan donde les conviene invertir, para lo cual hablan con sus pares, nacionales y extranjeros, y recurren a análisis como los que prepara el Foro Económico Mundial y Doing Business. En nuestro caso hemos hecho un gran esfuerzo, pagando elevados impuestos, para poner en orden las finanzas públicas, cosa que también es importante para los inversionistas, pero hemos hecho poco, o nada, para mejorar nuestra competitividad. De hecho, y como los estudios lo demuestran, hemos empeorado. La caída en la inversión extranjera directa que se ha dado en los últimos años pareciera evidenciar que no basta con poner orden en nuestras finanzas, y que urge mejorar nuestra competitividad. Si no lo hacemos, programas, como el llamado Honduras 2020, no darán todos sus frutos.
Recordemos que ya hemos hecho un gran sacrificio, aceptando un severo ajuste fiscal a inicios de 2014. Esa fue quizás la parte más difícil, al menos desde la perspectiva política. Es irónico que ahora nos quedemos cortos en lo que pareciera más fácil, mejorar nuestra competitividad. Después de todo, esa mejora típicamente requiere de medidas que facilitan o eliminan trámites y que reducen costos a los empresarios y emprendedores. Esas medidas, así como las reducciones de costos, son siempre bienvenidas por todos los afectados, por lo que no tienen un costo político. Por el contrario, generan buena voluntad hacia quien las promueve y ejecuta. Es muy difícil, por tanto, entender por qué nuestras autoridades, como parte del programa Honduras 2020, no incorporen un componente explícitamente dirigido a mejorar nuestra competitividad.
Ojalá que nuestras autoridades rectifiquen e implanten un programa para mejorar nuestra competitividad. Solo así lograremos dar una lucha abierta contra la pobreza. Hay, por supuesto, otros temas que atender, como la seguridad de las personas y sus bienes, y la lucha contra la corrupción. En cuanto al primer tema, todo indica que vamos en la dirección correcta, mientras que en lo referente al segundo resta mucho por hacer. Ya hemos visto como nuevamente los analisis de la Cuenta del Milenio concluyen que no hemos logrado aprobar el indicador referente a la corrupción. Pero será en otra ocasión cuando me referiré al tema de la Cuenta del Milenio. Por ahora sola resta urgir a nuestras autoridades para que atiendan la urgente necesidad de mejorar nuestra competitividad.
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COMPETITIVIDAD
Luis Cosenza Jiménez
Hace algunas semanas me referí al último informe del Foro Económico Mundial en el cual se detallaba que como país habíamos descendido en cuanto a competitividad. El lugar que ocupábamos en su análisis de competitividad para el 2017 era más bajo que el que habíamos alcanzado en 2016. Ahora resulta que lo mismo refleja el reciente informe de Doing Business, una publicación del Banco Mundial. En este caso pasamos de la posición 105 en 2016 a la posición 115 en 2017. En ambos años, el universo de países analizados fue de 190. Es una mala noticia para nuestra nación, confirmada por todos los estudios hechos. Estamos retrocediendo, y de manera significativa, en cuanto a nuestra competitividad. Pero veamos en más detalle lo que nos dice Doing Business.
Si vemos los componentes que integran el índice global de competitividad resulta que en lo referente a Comenzar un Negocio pasamos de la posición 148 a 150. En cuanto a Permisos de Construcción tuvimos un notable deterioro pasando de la posición 84 a 113. En lo concerniente a Conectarse al Sistema Eléctrico, mantuvimos la mala calificación de 144 (solo en 46 países, de los 190 analizados, es más complicado y costoso conectarse al sistema eléctrico). En cuanto al Registro de Propiedad, caímos de la posición 85 a 91. En lo tocante a Obtener Crédito, donde obtenemos nuestra mejor calificación (figuramos entre los mejores del mundo), también empeoramos pasando de la posición 7 a la 12. En lo atinente a la Protección de los Derechos de los Inversionistas Minoritarios mejoramos un poco, pasando de la posición 132 a la 129. En el tema de Impuestos, es decir en cuanto al nivel impositivo y a las facilidades para su pago, recibimos la peor calificación y caímos de la posición 152 a la 164. Esto significa que solamente 36, de 190 países, están en peor condición que nosotros. En Comercio Internacional descendimos de la posición 109 a la 115, mientras que en cuanto a la Seguridad de los Contratos nos mantuvimos casi estáticos pasando de la posición 151 a la 152. Finalmente en cuanto a Procedimientos para la Quiebra de Empresas descendimos de la posición 139 a 142. El informe señala que el único cambio adoptado en nuestro país, la reducción de personal en el Instituto de la Propiedad, fue para empeorar, ya que como consecuencia de la reducción los trámites ahora demoran más. En general, y exceptuando lo referente a Acceso al Credito, nuestra evaluación es muy mala y debería llamarnos a la reflexión. Permítanme explicar por qué.
Es generalmente aceptado que para combatir la pobreza es necesario generar empleo, y que esto a su vez requiere de la inversión privada, nacional y extranjera. Sin esa inversión no se crean las empresas que contratan a las personas. La inversión extranjera es un complemento, y no un sustituto, de la inversión nacional. No obstante, los inversionistas, especialmente los extranjeros, normalmente analizan donde les conviene invertir, para lo cual hablan con sus pares, nacionales y extranjeros, y recurren a análisis como los que prepara el Foro Económico Mundial y Doing Business. En nuestro caso hemos hecho un gran esfuerzo, pagando elevados impuestos, para poner en orden las finanzas públicas, cosa que también es importante para los inversionistas, pero hemos hecho poco, o nada, para mejorar nuestra competitividad. De hecho, y como los estudios lo demuestran, hemos empeorado. La caída en la inversión extranjera directa que se ha dado en los últimos años pareciera evidenciar que no basta con poner orden en nuestras finanzas, y que urge mejorar nuestra competitividad. Si no lo hacemos, programas, como el llamado Honduras 2020, no darán todos sus frutos.
Recordemos que ya hemos hecho un gran sacrificio, aceptando un severo ajuste fiscal a inicios de 2014. Esa fue quizás la parte más difícil, al menos desde la perspectiva política. Es irónico que ahora nos quedemos cortos en lo que pareciera más fácil, mejorar nuestra competitividad. Después de todo, esa mejora típicamente requiere de medidas que facilitan o eliminan trámites y que reducen costos a los empresarios y emprendedores. Esas medidas, así como las reducciones de costos, son siempre bienvenidas por todos los afectados, por lo que no tienen un costo político. Por el contrario, generan buena voluntad hacia quien las promueve y ejecuta. Es muy difícil, por tanto, entender por qué nuestras autoridades, como parte del programa Honduras 2020, no incorporen un componente explícitamente dirigido a mejorar nuestra competitividad.
Ojalá que nuestras autoridades rectifiquen e implanten un programa para mejorar nuestra competitividad. Solo así lograremos dar una lucha abierta contra la pobreza. Hay, por supuesto, otros temas que atender, como la seguridad de las personas y sus bienes, y la lucha contra la corrupción. En cuanto al primer tema, todo indica que vamos en la dirección correcta, mientras que en lo referente al segundo resta mucho por hacer. Ya hemos visto como nuevamente los analisis de la Cuenta del Milenio concluyen que no hemos logrado aprobar el indicador referente a la corrupción. Pero será en otra ocasión cuando me referiré al tema de la Cuenta del Milenio. Por ahora sola resta urgir a nuestras autoridades para que atiendan la urgente necesidad de mejorar nuestra competitividad.